martes, 9 de noviembre de 2021

¿Quién soy? I

                                              

 La muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su nombre, ni su edad, ni sus señas. No tenía cartera. Su reloj marcaba las 4:30. Tenía en pelo marrón y ondulado, los ojos verdosos, pecas, la piel relativamente blanca y era de estatura más bien alta. Al verla despierta, el doctor se quedó asombrado, y le explicó que llevaba varias semanas en coma, después de haber recibido un golpe en la cabeza y un balazo en la en el abdomen.

-Menos mal que te encontró ese joven. Dijo mirando fuera de la habitación hacia un muchacho con el pelo marrón y rizado, ojos claros, con pecas, moreno de piel y alto de estatura.

-No te ha dejado sola en ningún momento, salvo para comer.

Ella, agobiada, empezó a correr, seguida por el chico. Cuando ya salieron del edificio se detuvieron, momento que aprovecho él para preguntarle por qué huía, a lo que contesto a la defensiva que quién era y por qué la seguía:

-Me llamo Jorge, fui el que te encontró.

-Y ¿Por qué no te has ido?

-Porque me dijiste que no me fuera, y pues aquí estoy- Antes de que le diese tiempo de contestar, se oyeron dos disparos (no se sabe cómo pero no les pasó nada). Rápidamente, se escondieron.

- ¿Quiénes son? ¿Por qué nos disparan?

-No lo sé, yo me acabo de despertar. Dijo intentando pensar que hacer.

-El tirador se está acercando, ¿vale?, cuando te diga lanza esto hacia allá, ¿de acuerdo?

Jorge asintió con la cabeza, pero él solo pensaba en porque le estaba haciendo caso a una persona que acababa de conocer y que encima no se acordaba de nada.

La chica le hizo una seña, Jorge lanzó la piedra y acto seguido, la persona  que les disparó, cambio su ruta hacia donde provenía el sonido. Ella, que le había dado la vuelta al coche, le propino al disparador una patada que lo derribó el tiempo suficiente para que Jorge y la muchacha robaran un coche y huyesen.  Jorge quedo alucinado a ver como había abierto la cerradura del coche y como había arrancado el coche.

- ¿Cómo lo has hecho?

- ¿Qué cosa? ¿Lo del coche? No lo sé, me ha salido solo.

- ¿Qué va a hacer ahora? Alguien te quiere matar y no sabemos por qué.

- ¿Sabemos? Para empezar, no hay un nosotros, hay un tú y un yo, y para seguir voy a averiguar quién me quiere matar y por qué.

- ¡¿Cómo que no hay un nosotros?! Yo voy contigo, y eso lo saben hasta los indios

-No puedo permitir que vengas, conmigo, no te conozco, es peligro, y encima tendrás familia que te estará esperando.

-Si es peligroso, me vas a necesitar, y además soy la persona a la que más conoces, y no, no tengo familia, mis padres desaparecieron cuando era pequeño y desde entonces me la he apañado yo solo.

-Está bien, pero no voy a hacerme cargo de ti.

En ese momento un coche choco por detrás, era el del atacante. Aquí comenzó una persecución que acabo cuando, después de más de 20 minutos, volcaron los dos coches al colisionar. La muchacha, malherida, salió del coche, sin visionar a Jorge. El pistolero, que la vio moverse, fue hacia ella, sacó su pistola y le apuntó con ella, y cuando estaba a punto de disparar, Jorge le clavo un cristal que había en el suelo, matando en el acto al que los atacaba.

- ¿Estás bien?

-Sí.

-Vamos a esconder el cuerpo, coger lo que tenga en el coche de más importancia y volemos con el cadáver para” limpiarlo”.  ¿De acuerdo?

-Vale

Allí en el coche encontraron un par de pistolas, hojas con apuntes y fotos de ella y una carta que decidieron abrir más tarde, después fueron con el muerto, que tenía una cartera en la que había mucho dinero, su identidad y una llave muy extraña; más pistolas, y la una tarjeta del hotel Canis Lupus. Después de haber cogido todo, fueron a ese hotel y se hospedaron poniendo la excusa de, que la persona la que habían matado, era el padre de Jorge, y la muchacha era su novia.

Se asearon y planearon lo que iban a hacer.

- ¿Dónde me encontraste?

-Aquí

-Mañana iremos para allá e investigaremos, pero hoy vamos descansar un rato que ha sido un día muy duro, y mañana lo más seguro es que también sea así.

-Estoy de acuerdo. Háblame un poco de ti.

- ¿Qué te puedo contar? No me acuerdo de nada.

-No me creo que no te acuerdes de nada y sin embargo hayas robado el coche como si montases en bici.

-No sé cómo lo he hecho. A, por cierto, no te he dado no te he dado las gracias por haberme salvado antes.

-Tú hubieras hecho lo mismo por mí.

Estuvieron charlando toda la noche; era como si se conociesen de toda la vida.

-Todavía no sé cómo te llamas.

-No tengo nombre, si quieres, me lo puede poner tú.

-María, si te parece. Era el nombre de mi madre.

-Es precioso.

Dijo sonriendo por primera vez.

-Guau

- ¿Qué pasa?

-Que tu sonrisa es preciosa.

-Gracias

Dijo sonrojada.

-Buenas noches.  Declaró bostezando y echándose en el hombro de Jorge.

Al día siguiente, salieron temprano, a eso de las 8:30, para ir al sitio donde Jorge encontró a Marí, y pusieron un papel en la puerta, en el canto, para que si hubiese entrado alguien lo supiesen; aparte del cartel de no molestar. Pasaron al lado de donde volcaron el anterior día, y estaba rodeado de policías, que buscaron pruebas inútilmente, puesto que habían limpiado el lugar y, por suerte para ellos, el día anterior no hubo nadie por los alrededores.

Nada más llegar al lugar encontraron una mancha de sangre.

- ¿En qué lado me encontraste?

- En ese, ¿por?

Dijo señalando al lado opuesto de un callejón sin salida, pero con una alcantarilla.

- No sé el qué, pero algo no me cuadra.

-Piensa qué es, que yo mientras voy a investigar.

Ella se sentó al lado de la mancha y estuvo meditando durante un largo rato lo ocurrido hasta que llegó a la conclusión de que dos personas fueron las que le dispararon y golpearon; que ella le disparó a una, dejando así la mancha en la pared; que la otra la remato a ella; escondió el cadáver de su compañero y se fue de allí.

Mientras tanto Jorge, encontró, detrás de un cubo de basura, una caja fuerte muy pequeña y él también se preguntaba una cosa: ¿por qué estaba esa alcantarilla allí? Había visto una y otra vez los planos de las alcantarillas de la cuidad y no aparecía. No os penséis que Jorge era un rarito, que, en su tiempo libre, miraba los mapas de las alcantarillas; simplemente, él, trabajaba en una empresa de alcantarillado, que no le gustaba, antes de emprender esta aventura. Se fue hacia ella y vio que se necesitaba un código para entrar, cosa que le pareció más rara que ver un gato verde.

  Fue rápidamente a decirle todo a María, y viceversa. A él le pareció muy coherente la hipótesis de ella, y María le sorprendió lo dicho por Jorge sobre la alcantarilla. Fue corriendo hacia allí, seguida, otra vez por él. Se dieron cuenta de que el código era de 3 cifras.

-Estamos anclados. Y además tengo hambre, ¿qué hora es?

-No lo sé, mi reloj se paró a las 4:30.

-Imposible. Cuando yo te encontré eran apenas las 12 de la mañana.

- Eso quiere decir que lo paré yo a esa hora.

-Sí, porque no está roto ni nada por el estilo, ¿vedad?

En ese momento probaron con esa contraseña y funcionó. De la alegría Jorge abrazó la sin darse cuenta.

-Perdón.

-No pasa nada, es comprensible estar alegre. Cada vez estamos más cerca de saber quién te hizo esto. Pero, no podemos ir a comer antes de entrar, porfa.

-En serio

Dijo María riendo.

-Sí, que además cuando tengo hambre no hay quien me aguante. Por favor

-Si me lo dices con esa carita de cordero no me queda otra que decir que sí.

Se fueron al McDonald’s más cercano y charlaron sobre la vida de Jorge. Cuando volvieron, Jorge se paró en una tienda y le dijo a María que siguiera, que ya le pillaría. A lo que ella obedeció, puesto que quería averiguar que había dentro de la alcantarilla.

-Cuatro…tres…cero

- ¡Buuuuuu!

En ese momento Jorge aprendió que no era buena idea asustar a María, porque del puñetazo que se llevó se calló al suelo redondo

-Perdón, perdón, perdón.

-No pasa nada, es culpa mía por haberte asustado. Toma, es un regalo

Le explicó dándole una caja de la que sacó un reloj

-Muchas gracias, pero ¿por qué me regalas esto?

-Una razón es porque el tuyo está roto, y la otra te la diré en otro momento

Satisfecha con la respuesta se metió dentro de la alcantarilla, que no era una alcantarilla, sino una guarida secreta. Había armas, ordenadores de última generación y aparatos que no se podrían describir fácilmente, aparte de buscar archivos. Buscaron durante horas como encender un ordenador al que no se podía acceder sin una huella dactilar.

-Busca fiso.

- ¿Fiso?

-Sí.

Contestó Jorge seguro.

-Toma.

-Gracias.

Cogió un trozo y lo puso encima del detector de huellas, presionó y …

- ¡Funciona!

- ¡Bravo!

Esta vez fue María la que le abrazó, pero no hubo disculpa alguna; los dos estaban super eufóricos… En el brazo, Jorge, se clavó la caja, acordándose así de que la tenía y comunicándoselo a María,

-Mira la cerradura.

-Ya, y qué.

-A qué te recuerda

Dijo Jorge creando una indirecta hacia la llave que cogieron del atacante.

-Es verdad, tenemos que ir a cogerla.

-Además, ya es tarde, nos deberíamos ir yendo.

- ¿No quieres averiguar más cosas?

-Sí, pero si no descansamos mañana no podremos rendir, además se donde podremos comprar la cena.

-Siempre penando con el estómago.

-Si Dios me ha hecho así, ¿qué quieres que le haga? Dijeron riendo.

A punto de llegar al hotel, se pasaron en un restaurante de comida china, en el que pidieron dos pares de palillos porque María insistió mucho en aprender. Cuando estuvieron apunto de entrar María le dijo en clave una cosa a Jorge:

-Nos tenemos que ir, se me ha olvidado la cartera en el restaurante.

-Vale

Y, corriendo, bajaron rápidamente las escales; y hasta que no habían bajado dos plantas no se dieron cuenta de que les seguían. Por lo pronto de lo que se dieron cuenta de que era una mujer con el pelo corto y oscuro, más o menos por el hombro, y de estatura más o menos baja.

Corrieron lo más rápido que pudieron, y consiguieron llegar, meterse en la alcantarilla.

-Menos mal que no nos ha visto.

-Pero ahora no podremos coger la llave.

- ¿Qué más da? Estamos sanos y salvos.

-Ya, pero…

-Pero nada, ya habrá otra manera de conseguirlo. Por lo pronto tenemos comida.

¡BANG!¡BANG! Dos balas rebotaron en la puerta.

-Toma, si se mete dispara.

-No creo que se pueda meter.

Se oyó un golpe fuera, pero no era una bala. De repente se abrió la puerta, y no entró la mujer, si no…

                                                       CONTINUARÁ....


                                           María Dolores Madrid Ocaña (3ºESO-A)

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