miércoles, 2 de noviembre de 2022

Regreso al pasado

 


En ocho años nunca había vuelto a aquel pueblo que, sin saber porque, me tenía tan asustada. No tenía ningún mal recuerdo de aquel lugar, o por lo menos, eso pensaba. Un día empecé a conducir y sin saber cómo acabé allí. Volví a aquella vieja y oscura casa que apenas recordaba y, en lo poco que recordaba, no había nada relevante.


Empecé a dar vueltas por el interior de la casa intentando buscar alguna foto o algún objeto que me recordara algo de lo que había pasado en aquel lugar. Lo único que recuerdo, es que estuve en aquella casa por lo menos dieciocho años y que en cuanto pude ahorrar el dinero que necesitaba me fui, dejando atrás a mi familia de acogida ya que lo único que hacían era darme razones para salir de allí. Dejé aquella casa sin mirar atrás y en el momento en el que salí de aquel pueblo deje el miedo entre aquellas paredes blancas y sucias que ya ni recordaba, lo único que recuerdo de ese momento es que fue la primera vez en mucho tiempo que me sentí libre.


Ahora mismo me cuesta creer que no recordara nada de eso ya que estuve en esa casa prácticamente toda mi vida. Fui hasta donde estaba mi antigua habitación por si había algo que recordara lo que había pasado, pero, cuando llegué no había absolutamente nada, solo una vieja estantería con libros viejos y llenos de polvo en los que apenas se distinguía el título. También había una vieja cama, mire debajo de ella pero lo único que encontré fue más y más polvo e incluso telarañas. Fui a la habitación de mis padres adoptivos y al igual que en mi habitación no encontré nada, era como si todo lo de aquella casa hubiese desaparecido por arte de magia.


En ese momento no entendía nada de lo que estaba pasando y decidí salir a la calle para ver si había alguien que me resultara conocido. Cuando salí lo primero que pensé fue en ir a la casa de mi vecina, pero recordé que la vecina se había mudado hace años. Me monté en el coche y fui conduciendo hasta la plaza del pueblo, y cuando llegué me encontré una gran pancarta sucia y llena de barro en la que ponía: “Si estás leyendo esto corre o irá a por ti”.

Cuando terminé de leer esa frase decidí ir al ayuntamiento. Mientras iba hacía allí pensé que era muy extraño no haberme encontrado con nadie. Cuando llegué al ayuntamiento, para mi sorpresa no había nadie. Solo estaba ese viejo edificio medio en ruinas lleno de grietas. Las puertas estaban abiertas y entre. Por dentro estaba aún peor que por fuera, estaba lleno de polvo y de telarañas, el suelo estaba lleno de papeles, las ventanas estaban cerradas y las puertas de los despachos abiertas.



Fui al despacho del alcalde para ver si encontraba alguna prueba de lo que había pasado en el pueblo. Cuando llegué estaba todo muy oscuro y decidí abrir la ventana ya que todavía era de día. Mire en la mesa, en todos los cajones y en los armarios. Lo único que encontré fue una nota que decía: “Si alguien encuentra esto por favor que llame a alguien que nos ayude”. 

En ese momento empecé a asustarme y salí corriendo de allí y me fui andando hasta el  centro de la plaza. Cuando estaba decidida a irme de allí y a no volver nunca, lo ví. Lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina. Era Andrés, el único amigo que recordaba de allí. Volví al coche y empecé a dar vueltas por todo el pueblo pero no lo encontré. Estuve pensando mucho rato donde podía buscarlo, de repente me acordé del lugar al que íbamos cuando queríamos estar solos, la casa del

bosque. Fui corriendo hacia allí y cuando llegué subí las escaleras y allí estaba, en un rincón, fui corriendo hacia él y lo abrace. Él seguía igual que siempre, con su pelo castaño pero también un poco rubio y con sus ojos marrones y  azules.

 

Enseguida después de abrazarlo le pregunté qué había pasado y él me dijo que me lo iba a contar todo pero antes teníamos que salir de allí. Nos metimos en el coche y empezó a contarme todo lo que había pasado.  Me pregunto si recordaba el circo que había al lado del pueblo y le dije que recordaba muy pocas cosas de ese lugar y que no me acordaba de

ningún circo. Me dijo que parara el coche y que le dejara conducir, que me iba a llevar hasta ese sitio. 


Cuando llegamos empecé a recordar cosas, le dije que ya sabía porque le tenía tanto miedo al pueblo. Todo era por aquel circo. Fui recordando día a día todo lo que pasó allí. Andrés me preguntó qué era lo que recordaba. Le dije que recordaba a los integrantes del circo y algunas desapariciones de niños pero, nada más. Andrés me miró sorprendido y me empezó a contar lo que pasó el día que fui con él al circo. Me dijo que durante el espectáculo los integrantes del circo escogieron a ocho personas del público para que salieran a hacer un número especial. Uno de los elegidos era nuestro amigo Julio. Al principio todo iba bien pero de pronto empezó a sonar una música rara. Sacaron un cuchillo y cerraron la carpa del circo. Empezaron a matar a gente, entre ellos a Julio, tú y yo fuimos unos de los únicos supervivientes. Pero la policía no cogió a todos los integrantes del circo, uno de ellos escapó. Después de todo eso me dijo que a los dos días me fui del pueblo.


Yo me quedé sorprendida porque no recordaba nada de aquello hasta que él me lo contó.

Le dije ahora que me contara qué había pasado en el pueblo. Me dijo que hace una semana empezaron otra vez las desapariciones, el alcalde no sabía qué hacer y no podía pedir ayuda ya que habían cortado la línea telefónica. Tampoco podíamos salir del pueblo porque ellos estaban vigilando las salidas. Le corté un momento y le pregunté quiénes eran ellos. Me dijo que uno de ellos era el integrante del circo que escapó y los demás eran gente que él había reclutado para vengarse del pueblo por no haber podido matar a todas las personas de la carpa. Yo puse un cartel en la plaza por si alguien venía por aquí y el alcalde dejó una nota pidiendo ayuda antes de desaparecer. El único que queda soy yo y por eso tenemos que irnos ya. Corrimos hasta el coche y una vez dentro empezamos a escuchar ruidos. Venían detrás nuestra. Pisé el acelerador y nos fuimos de aquel pueblo para no volver nunca más. Cuando llegamos a la ciudad en la que yo vivía intentamos avisar a la policía pero no nos creyeron.


Lo único que podíamos hacer era seguir con nuestras vidas, aunque, cada día me levanté pensando si seguirán allí o si nos estarán buscando. Supongo que nunca lo sabré, a no ser que… un día vengan a buscarnos para acabar lo que empezaron hace años.

                                                                        Claudia Guerrero Juárez 3ºESO-D

Álbum


No escuchas nada. No ves nada. Tratas de abrir los ojos desconcertado, y dejas de ver negro para observar que todo lo que hay a tu alrededor es blanco, menos una bombilla cuyo cable es infinito, una manta, una puerta y un portátil.

Te incorporas y lo primero que te llama la atención es como vas vestido.

-Pantalones cortos con rayas y tirantes negros-. Van a juego con el oscuro color de tu pelo corto.

-No hace frío ni hace calor-.

Es cierto, pero no parece lo suficientemente importante como para preocuparte, de hecho parece que ya estás familiarizado con el entorno en el que te acabas de despertar.

Dejas de ver aquel extenso blanco, que parece no tener final, por un momento para comenzar a investigar los objetos de los que dispones, después de todo son lo único a lo que le puedes dar forma en ese vacío que te rodea.

Primero la manta, después el portátil, que parecía no funcionar, y acto seguido...

-Una puerta blanca-.

Efectivamente, aquel trozo blanco de madera con un redondo pomo es lo que más llama tu atención.

-¿Una puerta blanca?-.

Tras observarla durante unos momentos, te dispones a ir hacia ella dejándolo todo atrás.

Tocas el pomo, y en el instante en el que lo haces te quedas petrificado. No quieres dejar aquel extraño y curioso mundo en el que estabas, pero, ¿y si lo que hay tras la puerta es mejor?

Aquel razonamiento te basta para girar el pomo con determinación y cerrar los ojos antes de pasar por debajo del marco y empezar a escuchar una alegre melodía.

...

La melodía se intensifica mientras tus ojos se acostumbran a ver un enorme cúmulo de colores.

Logras distinguir tres voces familiares que te dan una cálida bienvenida a ese nuevo espacio que había tras la puerta, y parece que el episodio de neutralidad de hace apenas unos minutos es contrastado con emociones de todo tipo.

Tras la puerta hay un cielo de noche clara con estrellas, pero a la vez es una habitación con relojes, flores, y juguetes diversos, como si fuese la habitación de algún niño pequeño.

Las voces proceden de tres niños, que aparentan unos doce años cada uno, menos el más alto, que parece ser algo más mayor. Te hacen señales con los brazos extendidos.

A medida que te acercas, escuchas como hablan entre si, casi a gritos.

-Chicos, ¡Nero ha vuelto!-. Dice el niño más bajito, que parece llevar una camiseta mal cosida de cuadros. Su pelo llama la atención por ser muy despeinado, marrón y de longitud media.

-¿Nero? Menos mal, me comenzaba a preocupar por él-. Contesta inmediatamente el chico mayor. Este resalta por ser notablemente más alto que los otros 2 y tener el pelo bastante más corto, a pesar de ser del mismo color que el anterior chaval. Este modela una especie de pijama de rayas azules claro.

-Pff, ¡por mí como si no hubiese venido nunca!-. Termina de rematar una chica mientras se ajusta el lazo rosa de su largo pelo negro con aires de superioridad. En sus ojos se refleja que en verdad sí esta emocionada por el retorno del chico.

No encajas nada con este lugar, ni tu ropa, ni tu personalidad, ni tú, pero decides darle otra oportunidad.

Te acercas a ellos tratando de levantar la mano para hacer una acción parecida a la de un saludo, pero no lo consigues, y cuando ya estás a punto de llegar a tu destino, el niño de la camiseta a cuadros salta encima tuya, haciendo que caigas instantáneamente.

-¡Venganza por no haber venido antes a visitarnos!-. Ríe mientras te aplasta contra el suelo, dejándote ver el precioso cielo estrellado con más detalle.

-KEL, no le hagas eso a Nero, no creo que sea lo más educado cuando llevamos 2 años sin vernos-. Reclama el más alto.

¿2 años? Eso es mucho más de lo que recuerdo.

Bueno, realmente no recuerdas nada antes del espacio en blanco.

-Venga ya HERO, ¡seguimos siendo amigos de la infancia!-. Resopla KEL, aunque al final cede y se levanta para volver a tirarse a 2 cm de ti.

Cada cosa te resulta más confusa que la anterior.

-Callaros los 2, recordad que aún falta BIANCO por venir para que estemos todos-. Salta la niña del lazo en medio de la pelea entre los dos chicos.

-Oh, ELI tiene razón, Nero, ¿recuerdas a BIANCO?-. HERO te lanza la pregunta directamente, esperando una respuesta por tu parte.

Mueves la cabeza hacia abajo y la subes rápidamente, como para confirmar que recuerdas a BIANCO, aunque realmente no eres capaz de imaginar su cara, solo un vago recuerdo de su personalidad.

Tras responder la pregunta de HERO, miras que un poco más atrás de él se encuentra una oscura puerta, totalmente opuesta a de la que habías salido. Al venirte este pensamiento de similitud, giras hacia la pared detrás de ti, pero no encuentras nada parecido a una puerta. Solo un papel pintado color morado que rodea la habitación.

Logras fusionarte con el ambiente por un par de horas, aunque gracias al contraste entre personalidades, resultas ser bastante invisible en esa habitación, simplemente eres distinto.

-Hmm, ya llevamos aquí un rato, BIANCO debería llegar en no much...-. Suenan 3 toques suaves mientras HERO termina su frase.

-Vaya, eso no me lo esperaba, ¡Ábrele la puerta, ELI!-. KEL, estando aún tirado señala la puerta e inmediatamente ELI deja pasar al desconocido tras de ella.

Tu mirada se desvía inmediatamente a la preciosa corona de flores que rodea la cabeza de aquel chico, los colores rojo y rosa de las plantas combinan muy bien con su pelo rubio. Tiene 2 pequeños mechones que caen en el lugar de las patillas, sin embargo, en la zona de la nuca y parte trasera de la cabeza tiene un simétrico corte, que hace que estos resalten aún más.

Otro dato que te hace desviar la mirada a más abajo es el álbum de fotos que carga consigo, que parece estar bastante lleno.

-BIANCO, ¡mira quién está aquí hoy para acompañarnos!-. Saluda ELI tras cerrar la puerta, señalándote.

BIANCO se ve muy calmado y distraído al entrar, tanto que no parece notar tu presencia, y como es normal cuando llegas a un lugar, saluda a todos los allí presentes con una sonrisa que mueve su cara de forma que casi no se le ven los ojos.

Hasta que llega a ti.

Su cara pasa de ser feliz y calmada a una mezcla entre sonrisa nerviosa y preocupación.

-¿N-Nero...?-. Retrocede un paso, pero sigue con su intento de saludo nervioso.

No entiendes el porqué de esas emociones, pero sí que te fijas en que intenta esconder su álbum de fotos todo lo posible.

-Entonces, ya que estamos todos, ¿podemos comenzar a ver el álbum de BIANCO?-. Dice HERO en el momento más oportuno, logrando cortar un poco de tensión sin darse cuenta.

-C-Creo que he no deberíamos ha-hacerlo... E-es decir, no lo he ordenado antes de venir-. Otra mentira algo difícil de creer, sigues desconcertado con la situación.

-Que más da, como si no fuésemos nosotros los que salimos en las fotos, ¡JA!-. Remata KEL, haciendo que el plan inicial se mantenga a pesar de la sugerencia de BIANCO.

BIANCO parece aceptar su derrota, y decide ir junto a todos a la mesa de una de las esquinas de la habitación. Desafortunadamente, la única silla que quedaba libre era la de tu derecha, obligándole así a sentarse junto a ti.

Una vez el álbum está encima de la mesa, y todos estáis reunidos, comienzas a sentir algo de malestar, pero no dices nada y comienzan a abrir el libro de fotos.

Pasan las páginas.

Todos comienzan a reírse, señalan con el dedo diversos lugares mientras explican anécdotas.

Todos parecen estar pasándolo bien.

Menos tú. Tú y BIANCO.

Tu malestar va aumentando a medida que las páginas pasan. No entiendes nada.

Todas las páginas son negras.

Te levantas rápidamente, los chicos parecen no notarlo pero tu corres hacia una esquina y te quedas paralizado un tiempo.

De repente notas a alguien detrás de ti.

¿Bianco?

-¿Tú también las ves así, Nero?-. Su cara sigue siendo de preocupación, de fobia, de ansiedad, pero a la vez notas que hay algo que le reconforta.

No está solo. No es el único que no ve nada en esas páginas.

Levantas la cabeza y te giras hacia él, ¿puedes intentar preguntarle?, que va, no has dicho una sola palabra hasta ahora, se te dificulta decir apenas una vocal.

Poco a poco la leve música que sonaba de fondo va subiendo de volúmen, el cielo deja de ser estrellado y se convierte en negro, los juguetes desaparecen poco a poco, pero los chicos siguen sentados en la mesa, riendo como si no ocurriese nada.

El malestar sigue aumentando, logras identificar otro sentimiento que ha estado en ti desde que cruzaste la puerta, pero que ha ido incrementando con el tiempo.

El sentimiento de soledad

La única persona que parece sentir lo mismo, algo parecido, una pequeña similitud, es BIANCO.

Pero mientras estabas absorto en tus pensamientos y sentimientos, BIANCO ha llegado hasta la puerta negra por la que había entrado, y estaba a punto de salir.

Hay una última frase que BIANCO alcanza a decirte antes de cruzar la puerta.

-Es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche, ¿no?-.

BIANCO deja la puerta cerrarse mientras avanza.

Tu cabeza comienza a ver colores en todos lados, no logras identificar nada, ni dónde, ni cuando, ni porqué.

Te acabas desmayando.

...

Cuando despiertas...

No escuchas nada. No ves nada. Tratas de abrir los ojos desconcertado, y dejas de ver negro para observar que todo lo que hay a tu alrededor es blanco, menos una bombilla cuyo cable es infinito, una manta, una puerta y un portátil.

                                                                                        Alfonse Rodríguez Morales 3ºESO-A

El descendiente restringido

Varias semanas estuvo la carta sobre la mesa hasta que por fin me decidí a abrirla. Estaba dentro de un sobre color café, y en su esquina había un sello bastante raro, nunca lo había visto. Al parecer, la carta fue escrita en el sur de Escocia por un anónimo. “Voy a por tí, no trates de esconderte”.

Esa oración me dejó pensativo durante varios minutos. Al principio pensé que sería una broma, pero esa extraña caligrafía y ese sello tan poco habitual, me hacía dudar sobre la intención de este individuo. En el hipotético caso de que esta carta sea real, ¿cuál es la razón que hace a esa persona escribirme tan agresivamente? Justo este último mes ha sido el más tranquilo del año y en ningún momento he tenido problema con algo o alguien. A no ser que… pero no, eso era muy poco probable. No pude sacar conclusión alguna, así que guardé la carta bajo llave y salí afuera a tomar el sol y relajarme un poco.

Todo me volvió a quebrar la mente, Londres, la ciudad más importante del Reino Unido, tan poblada y ruidosa, no tenía ninguna posibilidad de transmitir un profundo silencio. Parecía que todo el mundo había acordado permanecer en casa ese día.

Ya por tercera vez en menos de veinticuatro horas, me asusté de nuevo. Un hombre alto, joven y misterioso permanecía quieto y de pie en la esquina más cercana de donde yo me situaba. Él iba vestido con un traje de chaqueta gris y una elegante corbata burdeos. De repente, empezó a andar hacia mí, y paró a medio metro de distancia, permaneció diez segundos en puro silencio. De cerca, parecía incluso mucho más atractivo y llamativo, poseía unos ojos marrones color café, al igual que el sobre de esa carta…

“¿Perdóneme usted, esto le pertenece?”, fue lo que primero hizo salir de sus labios, luego, sacó de sus bolsillos aquel sobre que yo mismo había guardado bajo llave hacía ya un rato. Quedé asombrado, ¿cómo era esto posible? "Sí, eso es mío", fue lo que respondí. El hombre me dio en las manos la carta y empezó a caminar en dirección contraria. Apenas dobló la esquina, eché a correr hacia casa para volver a meter la carta en el cajón.

Decidí permanecer en casa, aquel día estaba resultando bastante raro. De haber sabido que cosas extrañas iban a suceder, no habría abierto la carta. Unas horas después pensé, ¿y si voy a la oficina de policía e informo lo que me está pasando? Pero de repente un mensaje de texto llegó a mi móvil que decía: "No te vayas demasiado lejos, ya estoy cerca". Entré en pánico, qué es lo que yo había hecho.

Diez segundos después de haber leído el mensaje, me asomé a la ventana y vi otra vez a aquel hombre. Permanecía quieto al otro lado de la calle con una enorme mochila, parecía estar enfadado. Empezó a caminar hasta la puerta de la entrada, en cuanto llegó, gritó: "¡ABRA USTED LA PUERTA WILLIAM BRUCE!" Él sabía mi nombre a la perfección, osea que probablemente ya le habrían hablado de mí y de mi familia…

"¡NO ME OBLIGUE A TIRAR LA PUERTA ABAJO!", gritó. Ni se me ocurriría la idea de dejar pasar a mi casa a ese hombre, ahora mismo parecía estar realmente loco. Fui corriendo hasta la habitación para poder esconderme, y desde allí grité: "¡¿QUÉ ES LO QUE USTED QUIERE DE MÍ!?" Esperé a una respuesta clara y concreta, y así fue, porque lo que este señor quería de mí era acabar con todos los Bruce que quedábamos en el país.

Mi familia paterna, hace varias décadas era una familia muy importante en el Reino Unido. Poseía una de las empresas más notables en el mundo, y tenía una gran relación con la familia real británica. Por ello, mi padre, mi tío y mi abuelo, quisieron hacerse con el poder absoluto en el territorio para hacerse dueños del país. Fallaron, aquel golpe de estado hizo que el resto de la familia debiera ocultar su verdadera identidad para no ser capturados. El país entero nos ve como una amenaza que debe ser censurada y tratan de buscarnos para condenar aquel intento de toma de poder. 

Hace varios años que vivo en Londres y he conseguido falsificar mi nombre, cambiar mi número de teléfono, cambiar el pasaporte por si me viese obligado a salir del país, y he conseguido un trabajo como bibliotecario en una zona algo más apartada de la ciudad. Pero finalmente me han encontrado.

Me parece injusto que por culpa de familiares tengan que venir a por mí y condenarme por el simple hecho de ser un descendiente de este asqueroso apellido. 

"¡SEÑOR WILLIAM BRUCE, ES LA ÚLTIMA VEZ QUE SE LO VOY A REPETIR, ABRA LA PUERTA Y DÉJEME PASAR!" Al parecer no iba a abandonar. Tras unos segundos de un tenso silencio, se escuchó como una bomba reventó la puerta y partes de las paredes, las ventanas y la decoración interior.

El señor entró, me obligó a salir de mi hogar y a subirme a la furgoneta negra que permanecía aparcada en el callejón de al lado de mi casa. Tenía que idealizar un plan para poder escapar o me condenarían a cadena perpetua. 

Sin tener más que elegir, ahorqué y maté a este señor de chaqueta gris. Me puse al volante y volví hacia mi casa para recoger mis posesiones más fundamentales e importantes, entre ellas la carta para no dejar rastro, y dirigirme hacia el aeropuerto.

Allí cogí un vuelo hacia Austria y ya por fin me liberé de la policía de este maldito país. Decidí construir un nuevo estilo de vida, aunque me llevó bastante tiempo poder volver a cambiarme el nombre, hacer un nuevo pasaporte y conseguir un trabajo simple y humilde.

Me fue bastante bien durante un tiempo, espero no volver a tener otro problema relacionado con el pasado de mi asquerosa familia.

                                                                            José Lozano García 3ºESO-B

La carta misteriosa

Al anochecer decidí entrar en aquella casa abandonada. Jamás imaginé que en el polvoriento cajón de la mesa encontraría un sobre cerrado. Tras la desaparición de mi hermano hace tres años, me dijeron que viniese a esta casa porque dejarían un sobre con pistas para saber donde se encontraba mi hermano. La casa estaba abandonada, estaba en mitad del bosque, solo tenía árboles alrededor. Por fuera, se podía observar que en las ventanas había agujeros como si alguien hubiese lanzado piedras o algo parecido y algunas otras tenían el cristal roto completamente, la pintura era horrible y estaba llena de humedad. La casa por dentro tenía muebles, sofás, sillas y mesas rotas, las escaleras crujían al subir y la barandilla de la escalera estaba rota. Quise abrir la carta donde encontraría pistas para encontrar a mi hermano pero no estaba segura de si abrirla o no, Después de unas semanas volví a la casa abandonada decidida a abrir el sobre y buscar a mi hermano. Pero la carta ya no estaba allí. Busqué por todas las partes de la casa, desesperada por encontrar la carta. Después de estar buscando la carta durante una hora, no encontré nada. Volví a mi casa y en el cajón de la mesa de mi habitación encontré una carta, fui corriendo a abrirla, y en la carta decía: “Si has encontrado esta carta es porque la otra la dejaste sobre la mesa y al no querer abrirla la escondimos en otro lugar, ahora con esta otra carta vas a tener que buscar la otra donde están las pista para encontrar a tu hermano. La pista para encontrar la otra carta es la siguiente: Todos los bosques son poderosos, algunos son temibles por profundos, por misteriosos, otros por oscuros y siniestros”.

Me di cuenta que lo que me quería decir la carta es que la otra carta no estaba escondida en la casa abandonada, estaba escondida en los árboles que la rodeaban. Fui en busca de la carta y la encontré entre dos ramas de un árbol justo al lado de la casa abandonada, la abrí y la carta decía: “Si has encontrado la carta, esto quiere decir que has resuelto la pista. Te queda poco para volver a ver a tu hermano, te dejo las pistas para encontrarlo: 1- Dentro de la casa hay unas escaleras y debajo una puerta pequeña, entra por ahí. 2- Después te encontrarás con unas escaleras que bajan a un sótano y allí habrá otra puerta, ábrela”.
 
Entré en la casa y abrí la puerta que había debajo de las escaleras pero tras esa puerta había otra que tenía una contraseña para poder abrirla y en la puerta ponía escrito “Mira abajo”, miré y me encontré con otro sobre, que decía: “Tienes un teléfono antiguo a la izquierda, cógelo pero no marques ningún número, solo escucha”. Miré a la izquierda y allí lo vi, un teléfono que nunca había visto antes, era negro y muy antiguo con una ruedecilla para marcar números, nunca había usado uno de esos pero no debía marcar ningún número así que, lo cogí e hice lo que ponía en la carta, escuchar. No se escuchaba nada pero al cabo de unos segundos escuché una especie de voz que decía: “Abre el cajón de la mesa y encontrarás pintado al revés el código de la puerta” y la voz dejó de hablar. Hice lo que me dijo y el código de la puerta era: 723651, lo puse en la puerta y se abrió, cuando iba a bajar elteléfono sonó y yo lo cogí, escuché la misma voz que decía: “No cometas el mismo error que yo, rompe el cable del teléfono y coge el auricular solamente y llénalo de tierra y cuando bajes mantente a la izquierda de la puerta, y cuando él baje, mátalo”. “¿Quién es el?” Le pregunté. Y la voz me respondió:” el secuestrador, que va detrás tuya a matarte para que no salves a tu hermano”. Le pregunté de nuevo: “¿Dónde está mi hermano? Y la voz me respondió: “hay una alcantarilla, está ahí escondido, ábrela y sácalo”. Y el teléfono se cortó.

Hice lo que me dijo, corte el cable, cogí el auricular y lo llené de arena. Cuando abrí la puerta se encendió la luz, una luz que parpadeaba, las escaleras crujían al bajar y las paredes del alrededor estaban llenas de humedad, cuando llegué abajo había otra puerta de metal, no se escuchaba nada al otro lado de la puerta y en cuanto la abrí, me escondí a la izquierda de la puerta y después de unos segundos, escuché unos pasos bajando por las escaleras. Apareció el secuestrador con una máscara y entero de negro con un hacha, me intentó dar, pero la esquivé y el hacha se le quedo clavada en la pared y yo le di en la cabeza con el auricular del teléfono lleno de arena, lo maté.
 
Después fui a la alcantarilla del suelo para ver si mi hermano estaba allí escondido y allí estaba él con su mirada profunda. No sabía que cambiaría mi vida para siempre. Llevaba tres años sin verme y en cuanto me vio le cambió la cara por completo, se puso a llorar dándome un abrazo y diciéndome: “sabía que volverías a por mí, te quiero”.
 
Tras años de ausencia volvió a la ciudad en la que sucedió el accidente que durante tanto tiempo quiso olvidar. Mi hermano no podía aguantar más tiempo allí donde estaba y nunca iba a olvidar como hace tres años una furgoneta negra se paró y lo metió dentro de ella, ni tampoco el lugar donde estuvo viviendo durante tres años y al secuestrador bajando una vez a la semana para darle algo de comida para que mi hermano aguantara vivo hasta que yo llegara a intentar rescatarle. Mi hermano estará conmigo ahora, pero nunca olvidará esos tres años que estuvo allí.

                                                                             María Catalán Márquez 3ºESO-B                                                    


Las tres gemas y el bosque

 


Varias semanas estuvo la carta sobre la mesa hasta que por fin me decidí a abrirla… Haelly llevaba desaparecida alrededor de dos meses. Recuerdo perfectamente que me dio aquella carta en mi cumpleaños, dos días antes de que ella desapareciera. La carta un tanto rugosa y húmeda por el frío, seguía intacta en mi mesita de noche junto a los demás regalos; simplemente me empezó a susurrar mientras se acercaba:

“Guarda bien la carta, ni se te ocurra abrirla ahora, solamente cuando estés en tu peor momento. Bajo ninguna circunstancia, se te ocurra mostrar a alguna otra persona lo que hay escrito en ella”

Sin duda después de aquello, me asuste. No le di mucha importancia y continuamos con la fiesta.

“Cada mañana veo la carta cogiendo cada vez más polvo y más suciedad, yo ya sé que ella no aparecerá, fácil; solo quiero olvidarme de todo esto, por eso leeré la dichosa carta y la tiraré” Pensé furiosa mientras daba vueltas alrededor de toda mi habitación.

Al abrir la carta, note como de aquel papel tan débil se desprendían diminutos trozos de papel, así que intente sacarla con más cuidado del sobre. Finalmente conseguí sacarla, pero algunas letras parecían mal escritas, como si lo hubiera escrito un niño de cinco años. Observe que había demasiadas abreviaturas que jamás use con ella o había leído en cualquier libro, en esta ponía:

Querida Amy, probablemente estés leyendo esto demasiado tarde, para ese entonces ya me habré ido. ¿Recuerdas que de pequeñas siempre nos daba miedo aquella casita de la señora Ride? La pequeña con moho escondida por el bosque cruzando para ir a Dallas. Siento que tú también estás en peligro, y aún más escribiéndote todo esto, pero era lo más sencillo para las dos. L3GM, dirígete hacía aquella casita, ya no somos tan pequeñas para que nos de miedo, 3GEDDC ¿o si? Cuando estés cerca de la casa lo entenderás todo, y lo único que te pido es que no me acabes odiando, siento haberte metido en todo esto. SOS

Tras leer aquello, pasarón miles de preguntas sobre mi cabeza. ¿Por qué tengo que ir a aquella casa? ¿Será aquel lugar donde esté desaparecida? ¿Por qué me dice que estoy en peligro? ¿Por qué habrá escrito dos veces el tres y aquellas letras en mayúscula? Y sobre todo, ¿Por qué me pide ayuda con: SOS? 

Sentada en mi cama rompiendo la hoja sin entender nada de lo que estaba sucediendo, logré ponerme en pie. Cogí mi mochila y en ella eche; un saco de dormir que me llevaba al campo, ropa limpia, un botiquín por si me hacía heridas en el campo, una botella de agua y mucha comida. Bajando las escaleras a toda velocidad me aproxime a la cocina, cogí un bolígrafo y un papel y escribí lo siguiente:

“Mamá estaré en casa de una amiga unos días, estarán allí sus padres, no te preocupes por mí, estaré bien”.


Me encontraba bajando la calle principal para llegar al bus y que me dejara lo más cerca posible del camino hacia la casita. Al llegar a la parada, me senté en aquel banco tan incómodo lleno de chicles pegados a los lados. 

A lo lejos vi como se iba acercando el autobús medio vacío, mientras más se acercaba más se escuchaba un chirrido insoportable. Al pararse en frente mía, el conductor se dirigió hacia mí con voz ronca:

- Señorita ¿Va a entrar o se queda?- dijo con exigencia-.

- Emm.. si, sí- contesté tras haberme distraído-.


Al caminar hacia el fondo del autobús me fijé en dos señoras, estaban sentadas chismorreando. Al fijarme bien en ellas, una señora llevaba el pelo gris; con muchas sortijas envueltas en él, una rebeca marrón y una falda negra. Sin embargo la otra mujer tenía el pelo rubio; unas gafas cuadradas de color negro, una nariz larga y caída, una chaqueta larga de color rosa pastel y una falda del mismo color que le llegaba hasta las rodillas. 

Pasé a unos centímetros de ellas para poder sentarme al final del todo, pero mi gran intriga no pudo pararse al escuchar a aquellas señoras de ochenta años. 

- ¿Has leído lo que ponía esta mañana en el periódico Margaret?- dijo la señora del pelo gris asustada-.

- No he tenido tiempo a penas de tomarme mi café,Miriam ¿Qué es lo que ponía?- contestó intrigada-.

- La señora Ride se ha escapado de aquel centro- decía la señora susurrando-. 

- ¿QUÉ?-.

Tras aquel grito se me quedaron observando un par de minutos, pero actué como si no hubiera escuchado nada y me volví a colocar bien los auriculares.

“Próxima parada…”

Me levanté del asiento y caminé hacia la puerta de salida; por la ventana empecé a notar como estaba haciéndose de noche. 

Al bajarme por fin del autobús tras un largo viaje de una hora, comencé a caminar por aquel camino que me conduciría a la casa abandonada que mencionó Haelly. Todo iba normal hasta que oí un ruido que me desconcertó en cierta forma, sonaba como una pequeña campana o como si chocaran pequeños trozos de metal entre sí. Me paré en seco en medio de dos árboles frondosos para escuchar mejor de dónde venía aquel sonido, mirase a dónde mirase no encontraba nada raro, por eso seguí con mi ruta hacia delante. Me encontraba demasiado cansada y me aparté del camino, me senté en una roca un poco más alta que mis rodillas y entonces fué cuando lo ví. Ví como una especie de color azu neón se escondía en un pino, ahí fue cuando sabía que no estaba sola. Un tanto asustada me decidí a preguntar en alto:

- ¿Hay alguien ahí?-.


Pero solo se escuchaban los latidos de mi corazón cada vez más fuerte. Como aquella luz seguía intacta detrás de aquel árbol, continué con mi camino. 

Ya más adelante, casi al llegar a la casa, a lo lejos vi que se encontraba en el suelo como una especie de pañuelo, tipo de camuflaje. Comencé a correr en aquella dirección hasta llegar a agacharme para descubrir lo que se encontraba tras aquel pañuelo. Hasta que una criatura diminuta se interpuso antes de levantar el pañuelo. 

Ahora si que estaba realmente aterrada, nunca había visto nada igual, no podría llegar a saber si podía hacerme daño o alguna otra cosa del estilo. La criatura desprendía de ella aquel color azul neón, el sonido de los cascabeles y un olor a tierra húmeda. Nos quedamos unos minutos en completo silencio el uno con el otro, la  criatura se elevaba de arriba hacia abajo y era completamente de color negro, parecía un mini fantasma, ya que se podia ver a través de el, pero los ojos eran de color blanco. Al intentar decir una palabra, la criatura empezó a dar vueltas como si fuera un tornado, de lado a lado y de arriba hacia abajo. Mientras hacía aquellos giros, de fondo sonaba muchísimos cascabeles, como si estuvieran chocando entre ellos. Cuando terminó aquel espectáculo me hizo una reverencia y simplemente se apartó hacia la derecha, haciéndome ver que podía por fin sacar el pañuelo. 

Cuidadosamente lo aparté y lo que se podía apreciar era una caja de color rojo oscuro, en la abertura para poder abrir la caja, se podía ver; un corazón enorme que envolvía la zona de la llave para  poder abrirla. Entonces dije:

- Por casualidad no tendrás una llave, ¿verdad?-.

-....

Y cuando menos me lo esperé vi a la criatura en forma de fantasma sentarse encima de aquella caja. Inmediatamente de apartarse se abrió de golpe. 

-Gracias-. le dije entusiasmada-.



No me lo podía creer, en aquella caja se encontraba tres gemas; una era de color azul, otra roja y la tercera morada. Al intentar tocar la gema de color morado se elevó hacia arriba y vino directa a mi antebrazo izquierdo. Cuando abrí los ojos tras haberlos cerrado por la impresión que me dio, observe que esta, estaba incrustada en mi piel. Intenté quitarla de encima mía, pero lo único que conseguí fue hacerme sangre.

Me sentía muy cansada así que decidí seguir adelante y pararme a descansar en la casa de la señora Ride. En el camino de ida, se fueron alineando poco a poco los árboles de la zona, haciendo ver un largo camino de pinos, por fin logré ver aquella casa a lo lejos, lo único que quería era llegar y sentarme de una vez para poder asimilar todo lo que estaba sucediendo. Me paré en frente de la pequeña casa de madera, ensimismada ante aquello, observaba como la hiedra había acaparado la mitad de la entrada de la casa. En sí por fuera, esta, era pequeña y un tanto amplia; le rodeaba por encima la hiedra y demasiado musgo en las esquinas; superiores e inferiores. A los lados de la casa solo se lograba ver un gran ventanal sucio y comido por el polvo, claro, la señora Ride la internaron en aquel centro psiquiátrico hará unos años.

Por fuera de la casa en la zona derecha, se encontraba un montón de troncos cortados y apilados perfectamente. Pero en la zona izquierda, se observaba una mesa amplia de plástico blanco comido por los bichos, y unas sillas de madera no más bajas de la cadera. 

Me acerqué a la puerta para poder entrar, pero no estaba segura si podría conseguirlo, me daba mucho asco cualquier tipo de insecto que pudiera trepar por las paredes. Sin haber tocado nada, la puerta se abrió de golpe y la pequeña criatura se escondió detrás mía del susto. Me aproxime a entrar y lo primero que vi fue una casa reluciente, sorprendentemente estaba demasiado limpia, parecía como si hubiera estado yendo alguien a limpiar el interior de la casa.

En el centro de todo se encontraba una enorme mesa de madera relativamente grande. La casa no tenía más habitaciones, solo era un cuadrado grande espacioso. 

No había ni televisión ni nada que tuviera que ver con la tecnología. En la derecha de la mesa, pegado a la pared con el gran ventanal, se encuentra una cocina, pero sin frigorífico, solo un congelador sustituyendo. Al fondo de la pared en todo lo ancho, se encontraba una fila de unas estanterías con muchos libros, todos ellos seccionados en colores como el morado, verde, azul, rojo y negro. Me aproximé a la mesa de todo el centro, ya que me percaté de que se encontraba una hoja con algo escrito:

“ Hola querida, supongo que te habrás encontrado con mi pequeño amiguito, en todo caso de que no tengas lo que venía con él, lárgate, este no es tu lugar. 

Ahora si Haelly, supongo que tendrás demasiadas dudas de lo que está pasando, de cómo se tu nombre y de como se que estarás leyendo todo esto. Ahora bien, te explico qué son esas gemas. Dependiendo de que gema hayas escogido pasará lo siguiente; La azul simboliza el agua o el viento, todo depende de cómo sea tu aura o lo que más prefieras en tu interior, esta, hará que puedas manejar el control del agua tanto creando como controlando su forma. En cambio, si no es el agua es el viento, esta, hace que puedas controlarlo haciendo rafagas de viento; huracanes o simples ventiscas. La roja simboliza el fuego, puedes llegar hasta teletransportarte a Infernatia, donde todos los seres místicos del fuego podrán ayudarte en tu emprendimiento con tu poder. La verde es de la naturaleza, pero supongo que no la habrás encontrado en la caja, es otro punto al que quería llegar, durante tu camino encontrarás a más gente como tú, confía en ellos o no lo hagas, simplemente ten cuidado en que tu gema no se apague. La morada es sumamente importante, si la llegas a tener es porque eres la más indicada para esta aventura. Esta gema si no tienes un buen control sobre ella, pueden suceder cosas muy malas y ya sabes que no queremos llegar a ese extremo. 

Lo que hace es tener el control de todas las gemas incluyendo otras magias no descubiertas, esta gema la han intentado capturar gente insensata que no han podido lograr tenerla. Si tú has llegado a conseguirla, enhorabuena, eres una de las miles de personas en años intentando hacerse con esa gema.

Ahora mismo estarás en shock, así que no te preocupes, tómate todo el tiempo que necesites hasta poder entenderlo todo y decidir qué es lo que vas a hacer y en qué tipo de persona te vas a convertir. En cuánto lo tengas decidido, dile a mi pequeño amigo Shie, lo siguiente: 1gempunperindicade. En cuánto lo hagas, automáticamente estaré junto a ti para poder enseñarte todo lo que debes saber. Por último y lo más importante; NO hagas tonterías, saludos la sr Ride.”


Me senté en un sofá que se encontraba cerca de la mesa. En cuánto pude sentarme, me acomodé y empecé a marearme, no entendía nada. Entonces fue cuando me di cuenta de que mi historia estaba apunto de comenzar.     


                                                                                    Irene García Pérez 3ºESO-A