miércoles, 11 de enero de 2023

Guantes manchados de rojo




Lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina. Frustrada y cansada por la carrera de campeonato que hice para atrapar al tipo, me guardé las esposas en el pantalón con el ceño fruncido.

Agente Jaqui Miller. Una agente de policía negra, de altura de metro setenta y cinco, de complexión atlética e imponente. Un lanoso y oscuro pelo recogido en un acomodado moño bajo y su típico maquillaje sutil era uno de sus encantos. Aparte de una carismática y dulzona sonrisa con hoyuelos en las mejillas, claro.

Unos ojos negros como la noche de forma almendrada y femenina adornaban su rostro entero.

A la agente Miller le acompañaba un carácter activo, decisivo, con una actitud de líder, segura de quién era, astuta y un poco arrogante para quien no le conoce. Ella parecía tenerlo todo bajo control.

O eso pensaba ella.

Todo un conjunto de características que le hacen una mujer temible para quienes la desconocen. Y encantadora e icónica para quienes sí.

Mirando al suelo decidí ir a la comisaría para ver cómo sigue la investigación.

Una chica de 20 años, Ingrid Anderson, una pelirroja con orígenes en Escocia. Desapareció ya hace unas cuantas semanas junto a otros 3 chicos y 2 chicas más.

Tras hacer unos cuantos interrogatorios, todos los testigos coincidían con la descripción del sospechoso: alto, color de cabello marrón claro, pómulos de gran prominencia, piel nívea y ojos brunos profundos.

Y en aquella esquina fue cuando creí haberlo presenciado, juraría haberlo visto.

Entré a comisaría y se me fue la mirada a una esquina de las paredes de adentro. Un chico un poco más joven que yo, de unos 1.90 m calculaba, pelo rubio cobrizo y desordenado. Tenía una mirada perdida y vaga, por algún punto del suelo. Su mirada se cruzó con la mía y allí estaba él con su mirada profunda. No sabía que cambiaría mi vida para siempre.

Decidí ir directa a la sala de investigaciones, cuestionando en pensamientos quién era el nuevo agente del cuerpo.

Al entrar, no había ninguno de mis compañeros de trabajo, así que empecé yo misma a ordenar unos cuantos informes en cajones. Mientras estaba de espaldas, la puerta se abrió y sobresaltada di un brinco dándome la vuelta.

- ¿Te he asustado? Disculpa mis modales. -Pide perdón el chico delante de mí, quien me saca una cabeza.-

- Agente Jaqui Miller.¿Y tú? -Cuestioné después de una risita floja.-

- Noah Smith, encantado agente. -Me lanzó una mirada intensa antes de estrechar manos. Dejándome confundida. ¿Qué?-

Siéntate, Smith. -Le pasé una silla apuntando con los ojos la mesa central.-

Saqué mi espresso favorito de la maquina de la sala de investigaciones y me senté en una de las sillas de alrededor de la mesa.

- Es demasiado raro el caso de la pelirroja, ¿verdad? -Informó recostando el rostro en su puño derecho.-

Pero si es nuevo, no le ha podido dar tiempo a ver ningún informe ni sabe nada de los 5 casos de los desaparecidos.

- Eh,¿se puede saber có-

Fui interrumpida por el estruendoso portazo que dio Ilhaam junto a Matt Sullivan, haciendo una entrada ruidosa y estridente. Me froté las sienes cuando mi mejor amiga empezó a frotar fuertemente el puño en la cabeza de Matt.

- ¡Que ya vale, Ilhaam! ¿No te he dicho que tú ganas? -Se quejó Matt Sullivan casi ahorcado, con la cabeza atascada entre los dos brazos de la chica, quien reía brutamente.-

Carraspeé para que se diesen cuenta de que teníamos compañía.

Miré por un momento al nuevo agente, el cual hacía un esfuerzo nulo en intentar aguantar la risa. Y, cuando por fin se dieron cuenta de la presencia de Noah Smith, pararon en seco para sus vergüenzas.

- ¡Pero tía! -Exclamó lento lhaam sonriendo, subiendo las cejas. Me dio un golpecito tonto en el brazo, formando una “o” con los labios- A quién tenemos por aquí...- Sonrió de un lado, mientras se hacía de nuevo la coleta. Y sin quitarle ojo de encima al agente recién incorporado, se acercaba más y más.-

Ilhaam Kazem al-Husayni. Nacida en Arabia Saudí y criada en Nueva York, contando con una mezcla cultural exótica y distinguida, aún sin estar relacionadas.

Largo, liso y brillante cabello castaño hasta la cintura, normalmente atado en una coleta. Una piel color bronce, tersa y aterciopelada que contrasta con el verde oliva de sus felinos ojos. Posee unas cejas anchas, negras, abundantes y perfectamente cuidadas; su rostro resaltaba de gran manera gracias a su nariz: de forma recta, marcada, con surcos cerrados y algo cuadrada. Ella amaba ese característico rasgo tan especial de su rostro, tan típico de su país natal.

Y esto no acaba aquí. La guinda del pastel eran sus labios: abultados, de forma acorazonada, carnosos y con un poco de hiperpigmentación en el labio superior.

Ilhaam terminó de coquetear y finalmente se dieron la mano.

- Y estabais los dos aquí... solos. -Murmuró Matt mirando a Noah Smith de arriba a abajo.-

- Bueno... -Titubeé para cortar un poco la tensión.- Vamos a explicarle el caso al agente Smith, ¿no? Matt, haz tu los honores si no te importa.

Y así pasemos todos juntos la tarde de un martes cualquiera: Matt siendo antipático con el nuevo agente, Noah pidiendo que lo explique yo y la nula aportación de Ilhaam, intentando ligar con él.

Al terminar de explicar los cinco casos diferentes y que Noah finalice de leer todos los informes, cerré por fin la tapa del ordenador.

- ¿Con quién me toca guardia esta noche? -Me referí a mis dos mejores amigos, estrechándome la espalda.-

- Te toca con Matt, nena. - Me respondió Ilhaam, achicando los ojos para leer el cuadrante semanal -

- ¿Y esa sonrisilla tontorrona, agente Sullivan? -Intentó chinchar Noah Smith amigablemente, en tono bromista.-

Matt no hizo nada más que limitarse a lanzar una de esas miradas que te incomodan, que te miran fijamente y no puedes mantenerla por incomodidad máxima. Por algo es mejor en la sala de interrogatorios, ¿no?

- Vale...-Frunció Noah los labios, apartando la mirada a la mesa.- Ya son las diez, ¿verdad?

- Hora de irnos. - Afirmó Ilhaam, recogiendo su bufanda.-

- Os acompañamos Matt y yo. Tenemos que coger el coche para la guardia nocturna, de todas maneras.

Una vez todos despedidos, conduje junto a Matt como copiloto hacia Brownsville, uno de los barrios más marginales y problemáticos de todo Nueva York. Nuestro cometido ahí es simplemente quedarnos durante unas cuantas horas a vigilar un piso de allí. Una denuncia hacia un matrimonio por malos tratos; solo estacionamos enfrente del bloque de pisos por si escuchamos voces, por si vemos algo por la ventana, para ver quién sale y quién entra...

Llegando a nuestro destino, aparqué enfrente del bloque. Todo está en un sereno silencio; alguna que otra voz a lo lejos, un ocurrente grillo cantando y las luces anaranjadas color ocre de las farolas, alumbrando la lluvia que caía apacible y con ternura lenta sobre el coche. Haciendo un especie de ruido enlatado, aunque extrañamente relajante; al son y compás de mi respiración calmada.

- ¿Sabes una cosa, Jaqui? No te fíes de ese tal Noah Smith, muy buena espina no me da. -Alegó peinando hacia atrás con las manos su corta melena color caoba.-

- Matt, por favor. Que tengo veinticinco tacos muy bien puestos. -Rodé los ojos ante su actitud sobreprotectora y paternal que me cansa a veces.- Tú sabes cómo soy: siempre alerta, donde y cuando sea.

Matt soltó una risilla nasal, mirándome. Rebuscó en el bolsillo del pantalón para sacar su móvil y poner un vídeo de su galería. Posicionó el móvil delante mía y me miró expectante.

- ¡Agente Kazem, agente Sullivan! Tenemos que estar siempre alerta, donde y cuando sea...

Era un vídeo de cuando Ilhaam, Matt y yo teníamos unos ocho o unos nueve años, vestidos de un disfraz de policía de pésima calidad y con un plátano en las manos simulando una pistola. Corriendo por mi salón con pasos torpes y simulando la onomatopeya de una sirena policial. Nuestro sueño desde muy pequeños.

Cogí el móvil en mis manos, mirando la continuación del vídeo.

- “Siempre alerta, donde y cuando sea.” -Repitió con voz chillona ,imitando mi voz aniñada y gorgorita de nueve años.-

Y nos reímos a carcajadas.

Desperté estirazándome en mi cama, dándome unos tímidos rayos de sol en el rostro. Miré el despertador y me levanté para desayunar algo. Gracias al cielo de que hoy tengo turno de tarde.

Tomé una ducha, ordené un poco la habitación y me dispuse a montar una estantería de madera que compré hace una semana. Perfecta para mi habitación en tonos beige, blancos y marrones.

Cociné un plato sencillo y terminé de comer para ponerme el uniforme e irme a la comisaría.

Por el camino encuentro a Ilhaam, caminando estilosamente y con poderío por las calles bulliciosas y luminosas de Nueva York. Le tiro de forma totalmente infantil una naranja de un árbol que tenía cerca y se quita rápidamente esas glamurosas gafas de sol que llevaba ella, dejando ver una mirada aguda e irritada. Finalmente, se ríe al verme partiéndome de risa por su actitud seria.

Llegamos por fin juntas a la comisaría y al entrar a la sala de investigaciones vemos a Matt Sullivan y a Noah Smith sentados juntos, leyendo lo que parecen ser unas instrucciones o algo así.

- Eh,¿qué es lo que leéis por ahí? ¿Instrucciones, tal vez?

- ¿Qué? No,no. - Alegó Noah, sin quitar ojo del papel. - Son nuevos datos del asesino; se ha corrido la voz de que lo llaman “el carnicero de Nueva York”,qué ridiculez.

Noto cómo Matt pone todos los sentidos en descifrar el lenguaje no verbal de Noah Smith.  Fija sus ojos en cómo gesticulaba, en cómo hablaba atropellando las palabras, en cómo movía repetida y compulsivamente la pierna, cómo mordía en interior de su mejilla... Cosas de ser de los mejores polis en interrogamiento.

Nos miramos a la vez, porque ahí hay gato encerrado. Lo dejemos pasar hasta que estudiemos a fondo los nuevos datos que nos fueron dados.

- Vamos chicos, pero pensad un poco. No matará por el día,ni lo hará en calles transitadas. - Se refirió Noah Smith. Con una actitud tardía, se arrepintió de repente de lo que dijo.-

Desde la muerte de Will, Ingrid venía todas las tardes a recostarse en esta baranda, como si le agradara contemplar el río de gente.

Los ojos de aquella joven vagaban pensativos y nostálgicos, recordando los momentos felices que pasó con su hermano mayor antes de que falleciera. Pensaba en todo y pensaba en nada mirando toda esa multitud desde la barandilla de aquel desolado puente agrietado y viejo. Le daba en la cara el gélido viento de aquel nublado día, secando las lágrimas que brotaban de sus ojos inocentes y sin maldad ninguna. Se le movía ese pelirrojo y rizado pelo tan abundante, golpeándole en el rostro.

Venía a ese lugar que tanto le gustaba frecuentar a su hermano, donde le encantaba hablar de la historia de ese viejo puente y se emocionaba explicándoselo a su hermana pequeña.

- Es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche -Susurró dramáticamente, con voz marchita y ronca. Fijando los ojos en la aglomeración de gente que se encontraba debajo de ella.-

Y ahí fue donde él se fijó en ella y eligió que sería su próxima presa. Le engatusó para que Ingrid tomara unas cuantas copas con él y aprovechó para añadir unas sustancias a la bebida para que perdiese el conocimiento. Así podría empezar a hacer realidad las perversidades escondidas en las profundidades de su mente,tan turbias y tan enfermizas como las que te estás imaginando ahora mismo.

Y tirada en el repugnante suelo de un callejón oscuro y deshabitado,la muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su nombre,ni su edad,ni sus señas. No tenía cartera. Su reloj marcaba las cuatro y media de la mañana.

Solo veía unos moratones morados acompañados con grandes arañazos en sus piernas y torso desnudos,sin ropa. Sentía un desgarrador y profundo dolor allí abajo,bajó la mirada a sus muslos,los cuales estaban sellados por extrañas quemaduras parecidas a las de cigarrillo. Intentaba ponerse de pie,pero fracasaba estrepitosamente con sus débiles y frágiles piernas sin fuerzas. Mareada,viendo doble,con fiebre,sin poder moverse,con un helador viento golpeando esa delicada piel sin ropa,con chichones en la cabeza que le dolían a morir; finalmente se desmayó de nuevo. Pasaron unas cuantas semanas hasta que la encontraron desde entonces.

Despertó en el hospital y lo primero que vio fue a la agente Miller y a toda la tropa hablando con los doctores y enfermeras.

- ¡Ya ha despertado,doctor! -Apuntó con el dedo la enfermera.-

Ingrid apenas podía abrir los ojos,le pesaban los párpados. Hizo un intento de sentarse en la camilla.

- No puedo con el dolor de cabeza... - Le costó hablar,posicionando su mano sobre el lado izquierdo de su cabeza.-

- ¿Recuerdas tu nombre? - Preguntó Matt apaciblemente,cogiendo su mano.-

- Sí,agente... Ingrid Anderson - Se recostó otra vez,dejando todo el peso de su cuerpo caer sobre la camilla. Con gesto adolorido y adormilado.-

- Madre mía,¿y su familia? - Se indignó un poco Matt,refiriéndose al doctor; pero sin soltar su mano.-

- Agente, - Tosió Ingrid- Vivía con mi hermano y toda mi familia se encuentra en Escocia.

- Cuéntame todo,Ingrid. - Le dijo el doctor,mirándole a los ojos.-

La chica narró todo de lo que se acordó,mientras que lo único que no pudo recordar era el rostro de su abusador,del monstruo que le arrebató lo más puro que puede conservar una muchacha de veinte años.

Pasó una semana desde que se encontró a Ingrid Anderson.

Y ahora me preparo para ir a un concierto de Jazz de una de mis amigas. Me encuentro en casa de Ilhaam,mientras que me ayuda a maquillarme.

- ¿Prefieres el vestido blanco o el rosa palo? - Le pregunto mientras me hace un ahumado en tonos oscuros en los párpados.-

- Mira para arriba si no quieres que te meta la brocha en el ojo. - Me exige con una expresión ultra concentrada,con el ceño fruncido y todo.- Creo que te va mejor el blanco,más elegante.

- ¿Y el pelo? He pensado en dejármelo a lo afro,así natural.

- ¡Ay,sí! Vas a ser el centro de atención,que lo sepas. - Gritó más emocionada que yo.-

Harmony Jackson,la conocí hace años cuando todavía era una aprendiz del clarinete y ¡mírala ahora! Dando conciertos en lujosos clubes de Jazz. Le acompaña su hermana mayor,Chanel Jackson,al contrabajo; excelente profesional,también.

- Ilhaam,hay que darse prisa,eh. Que tú todavía ni has empezado con el pelo. - Le reprocho,estando preocupada por la hora.-

Y ahora le ondulo el cabello a Ilhaam utilizando el carísimo rizador de pelo que tiene,mientras ella se pinta las uñas con un color terracota ideal.

Terminamos de arreglarnos y conduzco por las calles anochecidas,lujosas y brillantes de Nueva York,mientras ponemos música a tope. Cantamos cual gato atropellado,eufóricas y disfrutando de la compañía una de la otra.

Nos retocamos el maquillaje en los espejos del coche y salimos a paso confiado directas al lugar. Sujetando de una mano nuestros glamurosos bolsos,entramos al refinado y encantador lugar el cual Harmony nos invitó.

Esperemos a que el concierto diera lugar y salieran los músicos. Y allí estaba ella. Las luces de los focos contrastaban con su piel negra,ese vestido brillante color azul oscuro y su perfecta técnica al tocar el clarinete era lo mejor que he escuchado en mucho tiempo.

La voz de la chica que no conocía era espléndida: una voz contralto de esas que son profundas,potente,majestuosa,grave y casi celestial.

En ese lugar todo brillaba y era todo divino.

Jaqui Miller no tenía ni idea que el último asesinato del Carnicero de Nueva York,iba a suceder cuando ella estuviese disfrutando en un concierto de Jazz.

Él volvió a aquel callejón en el que murieron sus cuatro victimas,todas menos Ingrid Anderson,y se puso por quinta vez unos guantes de látex. El cuerpo putrefacto de aquella chica,llevaba ya demasiado tiempo en su casa y,antes de que los vecinos se diesen cuenta del olor,la llevó a ese callejón para desmembrarla.

Ella era una chica rubia cual trigo,bella como ella sola. Tenía una vida por vivir,sueños que cumplir,proyectos pendientes,seres a quien amar,lugares cuales visitar... y todo acabado por el egoísmo de aquel enfermizo joven.

Terminó de hacer su tarea,tiró aquellos guantes manchados de sangre en el contenedor más cercano que vio y se escondió rápido en cuanto escuchó que venían personas.

- ¡Agente,aquí fue! - Ingrid corrió para acercarse al callejón.-

Todo los malos recuerdos se le vinieron a la cabeza,recordó los sentimientos vividos allí. Ella se dio la vuelta y se encontró con el agente Sullivan,se le aguaron los ojos y buscó apoyo en los brazos del agente. Él la atrajo a su pecho y la abrazó durante unos instantes hasta que pudo serenarse. Habían estrechado mucho su relación y ella se ofreció para ser de ayuda.

Matt Sullivan encendió su linterna y alumbró el suelo.

Ingrid chilló de terror e intentó esconderse detrás del agente al percatarse del cuerpo desmembrado de aquella joven y la sangre oscura y espesa que emanaba.

- Eso es muy reciente,de hace minutos tal vez. - Tartamudeó Matt,tragando saliva notoriamente.-

El Carnicero de Nueva York salió de entre las sombras de la noche,haciendo demasiado ruido para que el agente Sullivan e Ingrid Anderson no se diesen cuenta.

Matt sacó la pistola y disparó tres al cielo para que parase de correr. Él paró en seco,incluso cayéndose del miedo que sentía por ser atrapado. Se le cayó la peluca rubia y dejó ver un color castaño claro.

Los dos corrieron hacia él y Matt lo apuntaba con aquella pistola.

Cuando dejó ver su rostro,Matt abrió los ojos como platos y se llenó de rabia.

- Lo sabía... - Masculló entre dientes,agudizando los ojos como si se tratase de una bestia. -

Noah Smith no podía apartar los ojos del arma que lo apuntaba. Tampoco podía hablar. Estaba realmente asustado. Tirado en el suelo,temiendo por esa imponente pistola.

Finalmente,Matt Sullivan pidió refuerzos y ese asunto se solventó.

Mandaron preso a Noah Smith,ya se acabó “el Carnicero de Nueva York”.

Esos tres disparos se escucharon en todo el club,parando aquella actuación tan maravillosa. Se desalojó el lugar y las dos chicas salieron.

- Madre mía... - Llegó a pronunciar Matt,al ver venir a Jaqui.-

- Ya nos lo estás contando todo,Matt. - Mandó Ilhaam.-

- Invito a un café y nos lo cuentas allí. Vamos,sube al coche. Y tú también,pelirroja. - Bromeé para sacarle una sonrisa a Ingrid.-

                                                                    Triana Cortés González 2ºESO-C

lunes, 9 de enero de 2023

El viajero del tiempo

 

Al anochecer decidí entrar en aquella casa abandonada. Jamás imaginé que en el  polvoriento cajón de la mesa encontraría un diario. En aquel diario había un dialecto  antiguo que no pude averiguar qué significaba, al instante noté un pequeño sonido de  socorro detrás de una puerta, por un momento pensé en no entrar, pero la curiosidad  me mató, me armé de valor y traspasé aquella puerta. Esa puerta parecía de  porcelana y un poco agrietada por la humedad. Encontré un portal, parecía algo de no  en este mundo entonces decidí adentrarme. Dentro descubrí un mundo diferente al que conocemos como tierra, allí se encontraban animales fantásticos y criaturas parlantes. Aunque estuve dudando, al final hablé con un pequeño jabalí y le conté lo  sucedido y en cuanto escuchó la parte del libro gritó: “El Elegido” . Todos los seres de  aquel lugar se acercaron alertados haciendo preguntas sin respuesta alguna. Todos me miraban fijamente como si fuera un extraterrestre, a continuación, descubrí que  estaban de ese modo porque yo era su rey que fue secuestrado hace 200 años y  prometí que volvería después de derrotar al dragón. En ese instante me quedé con la  cara congelada y paralizado por el miedo, pero afortunadamente si lo derrotaba podía  volver con el libro a mi planeta ya que el libro contenía el paraíso y quien venciera al  dragón sería el rey y tendría el paraíso. También el libro a lo largo de su travesía le  proporcionaría armas, consejo…además tenía que pasar por 7 reinos distintos y en  cada uno había un desafío distinto. 

A la mañana siguiente me levanté temprano para ir fresco a la aventura, el primer  reino fue el de las sombras, dónde se encontraban espectros fantasmales. De repente  el libro habló y dijo:  

-“No ataques si no les haces nada no te harán nada, pasemos de largo al siguiente  reino de verduras, pero antes coge esa piedra que solo hay 2 en el mundo y esta  puede valer 200 ripios”. Yo le obedecí sin rechistar.  

Al reino de las verduras llegamos cuando cayó la noche, la verdad es que las verduras  fueron cariñosas y nos dejaron dormir en su posada. Al día siguiente me desperté un  poco traspuesto, pero seguí mi paso. 

Ahora me dirigía hacía el reino de las brujas, en mitad del camino me sacudí en los  bolsillos para encontrar el mapa, pero no lo encontré así que divagamos por la zona.  Estaba cansado, tenía calor, sueño y sed. El libro hablo:  

-Chico debes pararte en un pueblecito llamado Champiñón allí encontraras al mago  FungI él es muy amigo desde la infancia y nos ayudará. Fui a la vez que me decía el  mensaje rápidamente hacia allí. Cuando llegué el mago hizo una pócima del saber, invocando a Zeus, él podía indicarnos el camino gracias sus rayos en el cielo.  

Volvimos a la caminata para el siguiente reino el de las brujas, el libro habló de nuevo:  - “Desempuña esta espada y defiéndete, ten cuidado tiene hechizos algunos de ellos  son muy peligrosos”.  

Inmediatamente cogí la espada y empecé a decapitar brujas. En total acabé con 46  cabezas.  

Pasé hacia el siguiente reino, pero iba un poco abochornado por lo ocurrido. Nos pusimos en marcha al reino de las serpientes cuando estábamos al entrar le dije al  libro que yo me encargaba de todo. Cuando entré aquel reino era de locos, pero fue 

llegar yo y se tranquilizaron las masas gracias a mi flauta travesera, ya que le toqué la  segunda sinfonía de Mozart. Ya estaba un poco cansado así que me pare a descansar  en el tronco de un árbol, porque por la noche hay que tener cuidado con los osos  porque como cazan. Cuando me desperté estaba aturdido y me encontré en una  cueva, estaba abrazado a una osa, me intenté mover, pero no pude entonces saqué la  mochila y lancé un cebo de miel, ella se despertó y fue corriendo a por el cebo. Mientras aproveché para escapar, de pronto vino otro oso y me vio por tanto tuve que  sacar el arpón, se lo clavé en el pectoral. Una vez muerto recogí su piel para hacerme  un buen ropaje porque hacía frío. 

Estaba perdido divagué 4 días por el bosque y al fin me encontró una familia  guáchame. Ellos me trataron bastante bien y me indicaron el camino.  

Otra vez volvía a estar en circulación ahora iba hacia el reino de los yetis,cada vez  estábamos más cerca de la victoria .Y el libro me dijo: 

- “Debes rodear el reino porque en ese reino hay una maldición si pasas por él”. Le  hice caso y lo rodeé, pero por desgracia hubo un desprendimiento de rocas,  causándome heridas y un coágulo en la pierna. Rápidamente saqué el botiquín y me  hice un vendaje, pero me estaba doliendo mucho y se me estaba infectando. Me paré en un pueblo que estaba a 200 metros, fui al hospital y el médico me comentó que me  tenía que amputar la pierna porque la corrosión se había extendido por toda la pierna.  Y no sólo eso, sino que tenía que reposar 2 meses, me levanté de la camilla y me fui  por pata hacia mi destino: cojo, con un libro y enfermo.  

Ahora ya estaba por el sexto reino de los verdugos. Todos estaban en una fiesta de  malhechores por lo que cuando pasamos ni se dieron cuenta, así que entré en una  tienda para robar algunos alimentos. 

Por último, fuimos al reino de los volcanes. Allí hacía una temperatura muy elevada y  era casi imposible respirar. Estábamos en la entrada de la casa del dragón, había mucho silencio, de golpe apareció un dragón de más dos metros, corpulento y azul reflectante. 

En ese momento el libro salió volando y dijo: 

-“Pardillo jaja, te he engañado, te utilicé para venir sin complicaciones y saber tus  pensamientos jaja ahora ya puedo predecirte. Además, yo controlo al dragón por  control mental, Charizar ataca. 

Yo con el miedo en el cuerpo envainé mi espada y me defendí, estaba casi para  derrotarlo cuando me pegó un zarpazo y dijo:  

-“No sabes nada eres solo un niño y muy predecible, ríndete nunca serás nadie”.  Le contesté: -“Mientes, yo tengo algo que no tienes tú, tengo esfuerzo y valentía”. 

Hinqué rápidamente la espada en el libro, rompiendo el hechizo. El dragón fue libre para siempre. 

Después, volví a mi reino saldando mi deuda como prometí. El dragón me llevó por el  multiverso. Al día siguiente, me levanté en mi casa y parecía ser que todo fue una  pesadilla, fui a limpiarme los dientes, hice mi cama, es decir, las labores del hogar.  Después, salí tranquilo hacia el colegio, saludé como de costumbre a mis vecinos, aunque notaba algo extraño. Nadie me conocía cuando salude al cartero Brandon no  me reconoció. Cuando llegué a mi escuela estaba muy cambiada, teníamos como una  especie de patinetes con motor, cuándo termino la escuela me fui para mi casa a  comer. Por impresionante que parezca ya no estaba mi casa, ahora era un museo de  la edad de piedra y la gente iba vestida de una forma extraña, y fíjense si me estaba  volviendo loco que me pareció ver a mi primo de 5 años siendo padre. Entonces me fui  donde me había dicho siempre mi madre que era un lugar bueno para pensar: el  cementerio, allí se respiraba una paz y podía compartir mis problemas con mis  personas más queridas. Fui donde estaba mi familia enterrada y vi algo jamás nunca visto. Era mi propia tumba, en ese instante empecé a comprenderlo todo. Yo era un  espíritu, seguidamente me dirigí a hablar con la hechicera más cercana, su nombre  era un tanto extraño, sé que la conocía de algo. Y acerté era la chica que le conté mi  problema hace 80 años, después de pasar por tal fatalita tormenta, ella me explicó que  viajé en el tiempo. Me pudo la presión al enterarme de tal noticia, dándome un ataque.  Así fue como acabo mi historia jaja, todavía sigo aquí pero algún día me vengaré, si no  quieres morir, vigila tus espaldas jojojo . 

ANTONIO MARTÍNEZ JIMÉNEZ 2ºC

 

 


La noria de la vida

 


Siempre he vivido rodeada de mucha gente: mi madre, mis abuelos maternos y durante un tiempo mi bisabuela y una tía soltera que vivía en casa con nosotros. Nunca eché en falta a nadie. Mi casa era muy grande y estaba en la plaza del pueblo por lo que siempre había muchos niños y vecinos que entraban y salían como yo lo hacía por las suyas. 

El sitio donde vivíamos era un pequeño pueblo que se situaba cerca de la costa y por esto la mayoría de la población se dedicaba a la pesca y al turismo, y muchas de las personas que pasaban por allí en verano no volvían hasta el verano siguiente o simplemente no volvían nunca más. 

Siempre recordaré las grandes habitaciones que había en casa, el patio que quedaba en medio de todas ellas en el que nos sentábamos todas las noches a contar historias hasta llegar a veces la madrugada, sobre todo en verano cuando no había que ir al día siguiente a la escuela. También había una habitación en la que mi abuela y mi madre pasaban muchas horas lavando y preparando las ropas y cuando yo era pequeña, me escondía debajo de las pilas y las escuchaba hablar de cosas que yo aún no entendía. 

Al cumplir los seis años, empecé a llevar a casa a muchas de las niñas que estaban conmigo en clase y yo, a veces, también iba a las suyas. Un día, mi amiga Clara, me dijo que fuese a su casa y que pidiese permiso a mi padre. Al escuchar esa palabra pensé en mi abuelo, ya que es a él a quién siempre he llamado papá. Pero cuando yo tengo que pedir permiso a alguien para hacer algo siempre le pido permiso a mamá, que es la que toma las decisiones sobre mí, como siempre le repite ella al resto de mi familia. 

Ese día volví a casa pensativa y fue la primera vez que le pregunté a mi madre sobre ese tema: 

  • Oye mami, ¿tú sabes quién es mi papá?

  • Lucía ve a merendar que te está esperando tu abuela – dijo como si no me hubiese escuchado. 

  • Pero mami te estoy haciendo una pregunta. 

  • ¡Ni peros ni peras! Lucía ve a merendar. 

No volví a preguntar, la verdad no me acordé más de ese tema y como tampoco me había hecho falta nunca un padre no le di mucha importancia. 

Fueron pasando los días, las semanas e incluso los años y aunque mis abuelos eran mayores, se conservaban muy bien. Ahora era yo la que ayudaba a la abuela a doblar la ropa en aquella habitación y mientras tanto le contaba lo que había hecho durante ese día. 

Llevaba varios días queriendo contarle que desde que había empezado el verano había hecho nuevos amigos. Yo ya tenía trece años y había empezado a salir a la plaza del pueblo después de pasar la tarde en la playa con mis amigas. Y fue allí donde conocí a Fran. Él era de Murcia y era la primera vez que veraneaba en nuestro pueblo. Cuando mi abuela vio lo ilusionada que yo estaba dijo mientras yo le contaba todo: “la historia se repite”. 

En un principio no supe qué quiso decir mi abuela con aquella frase, pero después de la conversación que tuve con ella y de pensar casi toda la noche en nuestra conversación, caí en la cuenta de que me faltaba una parte de la historia por conocer. De la historia de mi madre, pero también de la mía y ya iba siendo hora de que me lo explicaran todo. 

No tuve que volver a preguntar, mi madre me estaba esperando al volver a casa y junto a mi tía, que era otra de las personas que siempre me habían estado cuidando, me contaron y explicaron todo a cerca de mi padre.

Él había llegado un verano al pueblo junto a su familia y conoció a mi madre. Después de pasar todo el verano juntos, él decidió continuar allí ya que se enamoró del lugar y de ella. Comenzó a trabajar como pescador y su relación comenzó a formalizarse. Pero un día, su madre enfermó y tuvo que volver a su ciudad. Mi madre, convencida de que volvería, no quiso contarle que estaba esperando un hijo suyo y pensó que era mejor decírselo a la vuelta para no preocuparlo durante su ausencia. Lo que nunca imaginó es que no volvería nunca más ya que, como descubrió tiempo después, su madre no había enfermado, solo era una excusa para salir huyendo de allí y volver a su anterior vida. 

Ella no quiso nunca hablarle sobre mí ya que pensaba que si se lo decía volvería con ella solo por ese motivo y además estaba tan enfadada y triste que nunca se arrepintió de haber tomado esa decisión. Era otra época, y el tener un hijo sin pareja estaba muy mal visto por lo que mi tía inventó una historia sobre mi padre en la que se decía que un día salió a pescar y el mar se quedó con él. 

Junto con la historia, mi madre me enseñó una foto. Allí estaba él con su mirada profunda, no sabía que cambiaría mi vida para siempre. Ya había visto esa mirada antes, esos ojos y su expresión. No cabía lugar a duda, era igual a Fran. 

Ahora era yo la que tenía que contarle una historia a mi madre y la cosa se complicaba bastante. 

Efectivamente, después de muchos años, mi padre había vuelto a aquel pueblo que tanto le enamoró, pero no había vuelto solo, lo hizo con su familia, entre ellos su hijo Fran, mi amigo, y del que yo me había empezado a enamorar. Solo mi madre y yo sabíamos que eso era imposible puesto que éramos hermanos. 

Y me aparté, dejé de verle y de ir a los sitios donde él estaría. De todas formas, él se iría como lo hizo “nuestro” padre en su día. Y como dice mi abuela, es mejor tomar distancia para ver las cosas más claras. 

Unos años más tarde, cuando iba en el tren de camino a la ciudad donde estaba estudiando mi carrera, dos asientos por delante de mí, vi a un hombre, que ya tenía alguna que otra cana. 

Al bajarnos y verlo de cerca, lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina…

Beatriz Aguilera Elías 2ºESO-C

Un amor incondicional (primera parte)

 


La luz del alba asomando por mi ventana, mis ojos cansados tras la noche de insomnio, contemplando el tiempo, nombre que pronuncias en segundos, significado que hace desaparecer todo, lo único que verdaderamente existe…

 Procedo a levantarme con las inexistentes fuerzas físicas y mentales que conservo. Me dirijo hacia el baño, mirando mi risueña cara, me disocio bruscamente de la realidad y en cuestión de minutos vuelvo a mi ser asustado recordando la rutina repetitiva de todos los días, la cual me consumía. El infinito y profundo silencio de mi casa me torturaba, es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche…

  Me pongo mis cremas y me coloco mi ropa con tonalidades marrones. Hoy tenía que ir al psicólogo por mi severa depresión tras la muerte de mi familia en un accidente automovilístico, solo estaba yo, yo y el mundo.


Me sitúo en mi cafetería habitual, en la misma mesa, el mimo desayuno, la misma camarera, una mujer esbelta, de cabello afro con definidos rizos color azabache, grandes labios rosados, de piel radiante y morena  con un sutil maquillaje de mejillas corales y definidas cejas pobladas, brevemente una hermosa mujer llamada Gena. 

  Me recibe con una sonrisa de oreja a oreja, al verla mi constante vacío en el interior del pecho desaparecía, dándome esperanza y disociando de la realidad, haciendo descansar de mis pensamientos intrusivos. Algo florecía dentro de mi ser, algo desconocido para mí.

   Le pido mi desayuno de siempre, el cual ya tenía memorizado. En la espera del desayuno, saco mi libro de mi bolsa y comienzo a leerlo, novela titulada “YOU”. Siento el impulso de darle mi número de teléfono que llevaba incontable tiempo anhelando dárselo y así lo hago, una vez que consumo mi desayuno al completo, en la propina que siempre le daba acompañada de una servilleta con mi nombre y número. 


Parto de ese local despidiéndome gentilmente de Gena, me dirijo al psicólogo. Llego y me siento en un sillón, de frente estaba mi psicólogo, un hombre muy inteligente que me ayudaba con mis problemas diarios.

  Comenzamos la consulta contando como iba avanzando mi duelo por la muerte de mi familia, todos las secuelas de ese acontecimiento se habían convertido en traumas que me dificultaban el relacionarme con el mundo. Y le comienzo a hablar de mi insomnio y de cómo me torturaba.


- Por seis meses no pude dormir, cuando tienes insomnio todo se siente distanciado de la realidad, todo parece una copia, una copia de una copia..


-Oye se que lo estás pasando mal últimamente y que piensas en tirar la toalla y acabar con todo.. pero de todas formas estás aquí…¿No? Has logrado vencer todos tus problemas incluso los más difíciles, esos que parecían no tener solución. Sé que debes sentir mucho cansancio, como si un gran peso en tus hombros no te deja avanzar y un terrible dolor de cabeza que no te deja pensar con claridad…Pero mírate has luchado con gracia y valor cada obstáculo en tu vida y sin rendirte. No te culpes de las cosas que no pudiste manejar. Nadie nos enseña a vivir, ni existe un manual para la vida. Pero créeme cuando tú lo has hecho increíble. Todas esas lágrimas llenas de dolor…Todas esas noches frías en vela.. Nada de eso fue en vano. Todo fue parte de tu desarrollo, aprendiste a madurar y crecer, a ser humano, a ser alguien. Y tal vez suene como un comentario vacío pero…estoy muy orgulloso de ti.


Mis lagrimas frías cayendo por mis mejillas irritadas por el roce de las mangas para limpiarme las lágrimas, mi boca entre abierta sin poder pronunciar ni una solo letra por el nudo de mi garganta. Sin pensarlo me impulsé hacía él, dispuesto a llorar como nunca, me sentía vulnerable al mostrar mis emociones pero no podía contener las lágrimas. Él mientras, me acariciaba la cabeza, es raro sentir contacto humano tras tanto tiempo, al fin el mundo me estaba dando esperanzas para seguir…

 Tras unos eternos minutos de gloria me recompongo y alzó la mirada hacia la ropa del psicólogo en la que estaba tallada a lágrimas mi cara, me avergüenzo y le pido disculpas y él me responde con una risa gentil y diciendo que no pasa nada. Me despido de él y le doy las gracias por todo.


Salgo del psicólogo y me dirijo hacia mi trabajo, era propietario de una empresa de herencia familiar que abonaba toda la ciudad con su mercancía. Llego a mi oficina donde pasaba horas muertas completando informes, para poder consumir cosas las cuales acabarían consumiéndome.


Cuando termina mi horario a altas horas de la noche, me recoge mi chofer y me lleva a casa. Una vez con el pijama puesto, revisé mi teléfono ilusionado por si había algún mensaje de Gena, lo apagó al ver que no había ningún mensaje, lo tiró a la cama con desilusión y justo suena el sonido de notificación, ¡Era Gena!



-El comienzo.


-4 meses después. 



La alarma de mi despertador penetrando en mi oído haciendo llegar estímulos a mi cuerpo para levantarte a apagarlo bruscamente, estas semanas pude conciliar el sueño al fin, gracias a las pastillas que me recetó mi médico.

  Hoy tenía lugar la quinta cita formal con Gena, llevamos saliendo varios meses, realmente la quería mucho, mi vida ha mejorado desde que Gena está en ella, la necesito. Era un fin de semana soleado que ambos teníamos libre. La cita comenzaba a las ocho de la noche, en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad, que era uno de mis favoritos. 


Había empezado con un proyecto personal para ser mi mejor versión, así que me apunté a un gimnasio al que iba muy temprano. Me paso toda la mañana en el gimnasio y como algo en el restaurante que hay dentro de él. Salgo y me dirijo a mi casa donde me ducho, me pongo mi rutina de cremas para cara, me preparo el cutis con corrector y me peino las cejas. Me visto de esmoquin burdeos y mocasines. Me rocío con mi perfume favorito y hago tiempo leyendo una novela.


 Se iba acercando la hora de la cita, así que me dirigí con mi chofer en limusina hacia su casa para recogerla. Le llevaba un ramo de flores de nubes y camelias, sus favoritas, eran flores idílicas como ella. Una vez en la entrada de la casa de Gena, la veo, deslumbrante como siempre, con un vestido burdeos, un maquillaje de labios rojos y sombras cobrizas. Llevaba un colgante con un granate precioso combinado con los pendientes que también eran granates. Le saludo con un beso y le doy su ramo. Al verlo, ella sonríe con su brillante dentadura, me encanta verla sonreír, siento que el vacío de mi pecho desaparece, reemplazándolo por felicidad y afecto. 


Situados ya en el restaurante ella se sorprende por la categoría del restaurante y también donde se sitúa, ya que está en las orillas de un lago de aguas cristalinas. Dijo algo que me cautivo:


-Es que eres algo inefable.


Al escuchar eso salir de sus hermosos labios me sentí la persona más afortunada del planeta, esa palabra era tan hermosa y significativa, y tan poco utilizada, significa algo tan increíble que no puede ser expresado con palabras


   Después de cenar nos fuimos a mi casa y conversamos de cómo iba nuestro intercambio de libros, ya que habíamos hecho un trueque de ellos. Después nos sentamos en el sofá a ver películas hasta que la lujuria nos pudo.





-Está floreciendo el amor.


3 meses después


Había estado toda la semana extrañado con Gena, la notaba rara, hasta le llegué a ver un moretón en su brazo, me extrañaba porque vivía sola. Decidí que ese día la iba a seguir, pero por su bien ¿no?…


Esa noche puse el despertador antes de que la ciudad cobrara vida para poder seguirla desde el inicio de día, y le escribí un mensaje de que estaba enfermo y que no iba a ir a trabajar. La alarma me despertó, mi cuerpo estaba muy cansado ya que estuve la noche anterior pensando lo que le podía estar pasando a Gena y no pude conciliar el sueño. Sabía que se despertaba a las seis, ya que su turno comenzaba muy temprano. Me escondí en un callejón cerca de su casa esperando a que saliera en dirección a su trabajo. Cuando salió de su casa, la seguí con un sombrero cabizbajo para que no me pudiera ver y varias manzanas lejos de ella. Llegó a su trabajo, la cafetería, donde estaba su jefe, llamado Esteban, que siempre me dio mala espina. Yo me puse detrás de unos setos fuera del escaparate, donde veía toda la cafetería. Gena se pone a lavar unos cubiertos y su jefe solo estaba mirándola sentada de forma extraña. Ella se veía muy nerviosa, incluso temblaba. Llevaba una bandeja con unos cuantos platos, el temblor en sus manos debido a los nervios hace que tropiece y se rompan los platos. Entonces  su jefe le empieza a gritar e insultar, incluso a amenazarla con despedirla. Cuando Gena se levanta, Estaban la vuelve a empujar haciendo que  se cortara las piernas con unos trozos de cerámicas afiladas. Me sentía en una encrucijada ya que si hacía algo, sabría que la estaba espiando y que le había mentido sobre que estaba enfermo, pero se me rompía el corazón al verla así. Mi cuerpo se llenó de furia y partí de la cafetería con un plan en mente.




-Cuando cae la noche en la ciudad.



Lleno de rabia pero con las ideas claras, caminando a paso ligero con un maletín por las calles vacías y sombrías. Me dirigí hacía la cafetería donde estaba Esteban solo. Lo seguí hasta su casa y…


Lola Jiménez Fernández 2ºESO-C


Los Robbins

 


Un día cualquiera, en Nueva York, Jaime estaba en su casa. Era un muchacho de veinte
años, muy solitario, tenía una mirada luminosa y solía vestirse de manera aburrida y nada
colorida, al contrario de varios años atrás, antes de aquel accidente…

Ese mismo día, en la madrugada, mientras él leía un libro, tocaron a la puerta. Jaime, algo extrañado por las horas que eran, se dirigió hacia la puerta y la abrió. No vio a nadie, tan solo una carta normal en el suelo, la cogió y cerró la puerta, la dejó encima de la mesa del salón dudando si abrirla o no. Al final decidió irse a dormir sin leerla. Varias semanas estuvo la carta sobre la mesa, hasta que por fin decidió abrirla. Dentro habían dos papeles blancos doblados, al desplegarlos pudo observar un billete de tren para volver a la ciudad donde antes vivía, y una reserva para un hotel en esa misma ciudad.


Se pensó mucho si ir o no, ya que no sabía quién le había mandado ese billete, ni por qué debería volver a aquella ciudad, donde ocurrió ese accidente.

Al final decidió ir, y a la mañana siguiente hizo las maletas y se dirigió rumbo a la estación. Una hora después, tras años de ausencia volvió a la ciudad en la que ocurrió el  accidente que durante tanto tiempo quiso olvidar.

Allí se instaló en el hotel en la habitación 2J, la que tenía reservada.

La habitación era muy oscura, con muebles antiguos y nada coloridos, se dividía en dos partes, el baño, y el dormitorio, con una cama bastante antigua y crujiente, y una mesita redonda con una silla. La habitación no le desagradó ya que iba con su estilo.

Al entrar al baño para ver como era, ¡casi se desmaya del susto!, había manchas de sangre por todo el suelo, en el espejo, otra con la silueta de una mano, y al lado estaba escrita también la palabra “AYUDA”, al ver esto Jaime salió corriendo del baño y cerró la puerta. Se sentó en la cama muy asustado pensando en todo lo que había visto. Cuando de repente, sonó el chirriante sonido de la puerta del baño, giró la cabeza y la puerta estaba abierta. Muy aterrorizado juntó todas sus fuerzas para volver a entrar.


Una vez dentro miró hacia el espejo y vio que estaba escrita la frase: “¿te doy miedo?”, bajó la mirada hacia el lavabo, donde observó que también había una foto de su madre desaparecida en aquella misma ciudad, el accidente que tanto quiso olvidar.

Jaime empezó a llorar desconsoladamente y se dirigió otra vez hacia su cama, pero esta vez con la foto de su madre desaparecida entre sus manos, y en la polvorienta alfombra observó entonces otra carta más, como la que recibió aquella madrugada en su casa, la leyó y vió que ponía: “Hola cariño, soy tu madre, entiendo que en este momento estés muy asustado, pero necesitaba decirte esto, he encontrado la manera de comunicarme con los vivos y sí, eso quiere decir que estoy muerta, se que pensabas que había desaparecido, como mucha otra gente, pero no es así, estoy muerta y necesito que te enteres de la verdad y el por qué, para ello quiero que entres a la antigua casa de los Robbins, nuestros antiguos vecinos, si no recuerdas la ubicación ve hacia la casa donde solíamos vivir y entra a la de la derecha, y no te preocupes en esa casa no vive nadie, lleva abandonada desde el primer día que “desaparecí”, bueno…mejor dicho, que fallecí. Allí encontrarás algo que no podrás imaginar pero para ello tendrás que revisar muy bien todas las habitaciones. La familia Robbins no son lo que crees…”


Al anochecer, Jaime decidió entrar en aquella casa abandonada. Jamás imaginó que en el polvoriento cajón de la mesa encontraría una foto de su madre, en la que estaban dibujados unos cuernos de demonio sobre su cabeza, y al lado una frase en la que ponía: “Mataremos a ese demonio”

Jaime inspeccionó primero el salón donde no encontró nada relevante, solo la foto que había en aquel cajón, luego la cocina, donde tampoco encontró nada más que telarañas, bichos, polvo y suciedad. Al terminar de revisar todas las habitaciones estaba un poco confuso ya que no había encontrado ninguna pista, solo esa foto.

Dirigiéndose a la puerta, observó unas terroríficas escaleras que conducían al sótano, el único lugar de la casa donde no había mirado.

Bajo poco a poco con su linterna, cuando terminó de bajar las escaleras, se encontró en una sala muy oscura y antigua, nunca había visto nada así.

Ya quería irse de aquel lugar, así que se dio prisa en verlo.

No encontró nada que le sirviera para su investigación, eso hasta que llegó al final de la sala.


Ahí se dio cuenta de que había como una especie de caja algo plana, pero muy alargada, estaba cerrada con cinta y con tres cuerdas atadas en diferentes partes. Jaime empezó por desatar las cuerdas, con muchísima curiosidad por lo que podía haber ahí dentro, pero a la vez con algo de miedo por lo que pudiera encontrar. Luego quitó la cinta y por fin abrió la caja, un papel largo tapaba la visión de lo que podía haber dentro, en el momento de ir a quitarlo observó entonces el desagradable nombre escrito con la tinta de un rotulador negro, algo corrido de el tiempo, aquel nombre por el que le entró un escalofrío: “ANA MARTÍNEZ”, el nombre de su madre, para acabar ya con ello, desplego el papel y vio….¡el esqueleto del cuerpo de su madre!


Salió corriendo a su casa lleno de rabia y tristeza. Lloraba muchísimo mientras corría hacia el hotel, lo más rápido que podía. Cuando llegó, aún llorando se dirigió al baño, al espejo en concreto. Se quedó mirándolo fijamente mientras contaba todo lo que había visto en aquella casa, con la fe de que el espíritu de su madre le estuviera escuchando. Minutos después, cuando ya lo había terminado de contar, no había señal de que su madre le hubiera escuchado y se fue del baño abatido, se dirigió a la ventana de su cuarto, reflexionando todo lo que acababa de pasar.

Entonces sonó un fuerte golpe que se dirigía del baño, Jaime corrió hacia allí, para encontrar otra carta de su madre, en la que ponía:


“ Ya sabes el motivo de mi muerte, pero no porque me mataron, y creo que deberías saberlo: una mañana , mientras tu estabas en el colegio, yo fregaba los platos, hasta que algo me tapo la visión, entonces me encontré atrapada en un saco, escuchaba a gente que me transportaban pero yo no sabia quienes eran en ese momento, cuando me quitaron el saco, me vi sentada en una silla, atada con cuerdas, estaba en una sala con la familia Robbins observándome y susurrando entre ellos, escuche que dijeron la palabra demonio, pero yo no sabía a que se referían, hasta que por fin me dijo el señor Robbin:”te hemos estado espiando durante dos años, hemos descubierto que eres un demonio y tenemos que matarte”, yo no entendía nada, el continuó diciendo: ”sabemos que hablas con un espíritu, eres un demonio”.  Así era, yo podía comunicarme con el espíritu de tu padre, así como estamos haciendo ahora mismo tu y yo, pero eso no me convertía en un demonio, sé que nunca te he hablado de tu padre ya que para mi era un tema muy duro hablar de su muerte, pero ya es hora de que sepas toda la verdad, el sufrió un accidente de coche dos semanas antes de que tu nacieras, y falleció, por eso nunca lo llegaste a conocer.

Ahora quiero que huyas y que no cuentes nada de esto, no quiero que acabes como yo por haberte comunicado conmigo. Cuídate.

Mamá."


Jaime decidió tomar justicia para su madre, sin contar que se había comunicado con ella.

Así mismo, se dirigió a la comisaría de policía y contó que su madre llevaba desaparecida mucho tiempo, y que él estaba viviendo en otra ciudad, pero que decidió investigar qué le había ocurrido. Les dijo que habló con los vecinos de alrededor de su antigua casa, y  la que estaba al lado de la suya estaba abandonada, asi que les explicó que se tomó la libertad de entrar a investigar, les dijo todo lo que encontró allí, y un equipo de policías partieron a esa dirección y comprobaron todo lo que les había contado Jaime con sus propios ojos.

Así se abrió la búsqueda de los Robbins para detenerlos, y dos días después los encontraron y finalmente se hizo justicia, los condenaron a 15 años de prisión.


Jaime se dirigió por última vez al hotel, frente al espejo le contó todo lo que había hecho a su madre, y ella se puso muy feliz y estuvo muy orgullosa de él.

Esa misma tarde Jaime partió a Nueva York, a su casa y empezó su vida de cero, dejó de estar encerrado en sí mismo. Comenzó  a juntarse con un grupo de chicos de su edad y su vida se llenó de felicidad y color.


Laura Ariza Peña 2°C