miércoles, 11 de enero de 2023

Guantes manchados de rojo




Lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina. Frustrada y cansada por la carrera de campeonato que hice para atrapar al tipo, me guardé las esposas en el pantalón con el ceño fruncido.

Agente Jaqui Miller. Una agente de policía negra, de altura de metro setenta y cinco, de complexión atlética e imponente. Un lanoso y oscuro pelo recogido en un acomodado moño bajo y su típico maquillaje sutil era uno de sus encantos. Aparte de una carismática y dulzona sonrisa con hoyuelos en las mejillas, claro.

Unos ojos negros como la noche de forma almendrada y femenina adornaban su rostro entero.

A la agente Miller le acompañaba un carácter activo, decisivo, con una actitud de líder, segura de quién era, astuta y un poco arrogante para quien no le conoce. Ella parecía tenerlo todo bajo control.

O eso pensaba ella.

Todo un conjunto de características que le hacen una mujer temible para quienes la desconocen. Y encantadora e icónica para quienes sí.

Mirando al suelo decidí ir a la comisaría para ver cómo sigue la investigación.

Una chica de 20 años, Ingrid Anderson, una pelirroja con orígenes en Escocia. Desapareció ya hace unas cuantas semanas junto a otros 3 chicos y 2 chicas más.

Tras hacer unos cuantos interrogatorios, todos los testigos coincidían con la descripción del sospechoso: alto, color de cabello marrón claro, pómulos de gran prominencia, piel nívea y ojos brunos profundos.

Y en aquella esquina fue cuando creí haberlo presenciado, juraría haberlo visto.

Entré a comisaría y se me fue la mirada a una esquina de las paredes de adentro. Un chico un poco más joven que yo, de unos 1.90 m calculaba, pelo rubio cobrizo y desordenado. Tenía una mirada perdida y vaga, por algún punto del suelo. Su mirada se cruzó con la mía y allí estaba él con su mirada profunda. No sabía que cambiaría mi vida para siempre.

Decidí ir directa a la sala de investigaciones, cuestionando en pensamientos quién era el nuevo agente del cuerpo.

Al entrar, no había ninguno de mis compañeros de trabajo, así que empecé yo misma a ordenar unos cuantos informes en cajones. Mientras estaba de espaldas, la puerta se abrió y sobresaltada di un brinco dándome la vuelta.

- ¿Te he asustado? Disculpa mis modales. -Pide perdón el chico delante de mí, quien me saca una cabeza.-

- Agente Jaqui Miller.¿Y tú? -Cuestioné después de una risita floja.-

- Noah Smith, encantado agente. -Me lanzó una mirada intensa antes de estrechar manos. Dejándome confundida. ¿Qué?-

Siéntate, Smith. -Le pasé una silla apuntando con los ojos la mesa central.-

Saqué mi espresso favorito de la maquina de la sala de investigaciones y me senté en una de las sillas de alrededor de la mesa.

- Es demasiado raro el caso de la pelirroja, ¿verdad? -Informó recostando el rostro en su puño derecho.-

Pero si es nuevo, no le ha podido dar tiempo a ver ningún informe ni sabe nada de los 5 casos de los desaparecidos.

- Eh,¿se puede saber có-

Fui interrumpida por el estruendoso portazo que dio Ilhaam junto a Matt Sullivan, haciendo una entrada ruidosa y estridente. Me froté las sienes cuando mi mejor amiga empezó a frotar fuertemente el puño en la cabeza de Matt.

- ¡Que ya vale, Ilhaam! ¿No te he dicho que tú ganas? -Se quejó Matt Sullivan casi ahorcado, con la cabeza atascada entre los dos brazos de la chica, quien reía brutamente.-

Carraspeé para que se diesen cuenta de que teníamos compañía.

Miré por un momento al nuevo agente, el cual hacía un esfuerzo nulo en intentar aguantar la risa. Y, cuando por fin se dieron cuenta de la presencia de Noah Smith, pararon en seco para sus vergüenzas.

- ¡Pero tía! -Exclamó lento lhaam sonriendo, subiendo las cejas. Me dio un golpecito tonto en el brazo, formando una “o” con los labios- A quién tenemos por aquí...- Sonrió de un lado, mientras se hacía de nuevo la coleta. Y sin quitarle ojo de encima al agente recién incorporado, se acercaba más y más.-

Ilhaam Kazem al-Husayni. Nacida en Arabia Saudí y criada en Nueva York, contando con una mezcla cultural exótica y distinguida, aún sin estar relacionadas.

Largo, liso y brillante cabello castaño hasta la cintura, normalmente atado en una coleta. Una piel color bronce, tersa y aterciopelada que contrasta con el verde oliva de sus felinos ojos. Posee unas cejas anchas, negras, abundantes y perfectamente cuidadas; su rostro resaltaba de gran manera gracias a su nariz: de forma recta, marcada, con surcos cerrados y algo cuadrada. Ella amaba ese característico rasgo tan especial de su rostro, tan típico de su país natal.

Y esto no acaba aquí. La guinda del pastel eran sus labios: abultados, de forma acorazonada, carnosos y con un poco de hiperpigmentación en el labio superior.

Ilhaam terminó de coquetear y finalmente se dieron la mano.

- Y estabais los dos aquí... solos. -Murmuró Matt mirando a Noah Smith de arriba a abajo.-

- Bueno... -Titubeé para cortar un poco la tensión.- Vamos a explicarle el caso al agente Smith, ¿no? Matt, haz tu los honores si no te importa.

Y así pasemos todos juntos la tarde de un martes cualquiera: Matt siendo antipático con el nuevo agente, Noah pidiendo que lo explique yo y la nula aportación de Ilhaam, intentando ligar con él.

Al terminar de explicar los cinco casos diferentes y que Noah finalice de leer todos los informes, cerré por fin la tapa del ordenador.

- ¿Con quién me toca guardia esta noche? -Me referí a mis dos mejores amigos, estrechándome la espalda.-

- Te toca con Matt, nena. - Me respondió Ilhaam, achicando los ojos para leer el cuadrante semanal -

- ¿Y esa sonrisilla tontorrona, agente Sullivan? -Intentó chinchar Noah Smith amigablemente, en tono bromista.-

Matt no hizo nada más que limitarse a lanzar una de esas miradas que te incomodan, que te miran fijamente y no puedes mantenerla por incomodidad máxima. Por algo es mejor en la sala de interrogatorios, ¿no?

- Vale...-Frunció Noah los labios, apartando la mirada a la mesa.- Ya son las diez, ¿verdad?

- Hora de irnos. - Afirmó Ilhaam, recogiendo su bufanda.-

- Os acompañamos Matt y yo. Tenemos que coger el coche para la guardia nocturna, de todas maneras.

Una vez todos despedidos, conduje junto a Matt como copiloto hacia Brownsville, uno de los barrios más marginales y problemáticos de todo Nueva York. Nuestro cometido ahí es simplemente quedarnos durante unas cuantas horas a vigilar un piso de allí. Una denuncia hacia un matrimonio por malos tratos; solo estacionamos enfrente del bloque de pisos por si escuchamos voces, por si vemos algo por la ventana, para ver quién sale y quién entra...

Llegando a nuestro destino, aparqué enfrente del bloque. Todo está en un sereno silencio; alguna que otra voz a lo lejos, un ocurrente grillo cantando y las luces anaranjadas color ocre de las farolas, alumbrando la lluvia que caía apacible y con ternura lenta sobre el coche. Haciendo un especie de ruido enlatado, aunque extrañamente relajante; al son y compás de mi respiración calmada.

- ¿Sabes una cosa, Jaqui? No te fíes de ese tal Noah Smith, muy buena espina no me da. -Alegó peinando hacia atrás con las manos su corta melena color caoba.-

- Matt, por favor. Que tengo veinticinco tacos muy bien puestos. -Rodé los ojos ante su actitud sobreprotectora y paternal que me cansa a veces.- Tú sabes cómo soy: siempre alerta, donde y cuando sea.

Matt soltó una risilla nasal, mirándome. Rebuscó en el bolsillo del pantalón para sacar su móvil y poner un vídeo de su galería. Posicionó el móvil delante mía y me miró expectante.

- ¡Agente Kazem, agente Sullivan! Tenemos que estar siempre alerta, donde y cuando sea...

Era un vídeo de cuando Ilhaam, Matt y yo teníamos unos ocho o unos nueve años, vestidos de un disfraz de policía de pésima calidad y con un plátano en las manos simulando una pistola. Corriendo por mi salón con pasos torpes y simulando la onomatopeya de una sirena policial. Nuestro sueño desde muy pequeños.

Cogí el móvil en mis manos, mirando la continuación del vídeo.

- “Siempre alerta, donde y cuando sea.” -Repitió con voz chillona ,imitando mi voz aniñada y gorgorita de nueve años.-

Y nos reímos a carcajadas.

Desperté estirazándome en mi cama, dándome unos tímidos rayos de sol en el rostro. Miré el despertador y me levanté para desayunar algo. Gracias al cielo de que hoy tengo turno de tarde.

Tomé una ducha, ordené un poco la habitación y me dispuse a montar una estantería de madera que compré hace una semana. Perfecta para mi habitación en tonos beige, blancos y marrones.

Cociné un plato sencillo y terminé de comer para ponerme el uniforme e irme a la comisaría.

Por el camino encuentro a Ilhaam, caminando estilosamente y con poderío por las calles bulliciosas y luminosas de Nueva York. Le tiro de forma totalmente infantil una naranja de un árbol que tenía cerca y se quita rápidamente esas glamurosas gafas de sol que llevaba ella, dejando ver una mirada aguda e irritada. Finalmente, se ríe al verme partiéndome de risa por su actitud seria.

Llegamos por fin juntas a la comisaría y al entrar a la sala de investigaciones vemos a Matt Sullivan y a Noah Smith sentados juntos, leyendo lo que parecen ser unas instrucciones o algo así.

- Eh,¿qué es lo que leéis por ahí? ¿Instrucciones, tal vez?

- ¿Qué? No,no. - Alegó Noah, sin quitar ojo del papel. - Son nuevos datos del asesino; se ha corrido la voz de que lo llaman “el carnicero de Nueva York”,qué ridiculez.

Noto cómo Matt pone todos los sentidos en descifrar el lenguaje no verbal de Noah Smith.  Fija sus ojos en cómo gesticulaba, en cómo hablaba atropellando las palabras, en cómo movía repetida y compulsivamente la pierna, cómo mordía en interior de su mejilla... Cosas de ser de los mejores polis en interrogamiento.

Nos miramos a la vez, porque ahí hay gato encerrado. Lo dejemos pasar hasta que estudiemos a fondo los nuevos datos que nos fueron dados.

- Vamos chicos, pero pensad un poco. No matará por el día,ni lo hará en calles transitadas. - Se refirió Noah Smith. Con una actitud tardía, se arrepintió de repente de lo que dijo.-

Desde la muerte de Will, Ingrid venía todas las tardes a recostarse en esta baranda, como si le agradara contemplar el río de gente.

Los ojos de aquella joven vagaban pensativos y nostálgicos, recordando los momentos felices que pasó con su hermano mayor antes de que falleciera. Pensaba en todo y pensaba en nada mirando toda esa multitud desde la barandilla de aquel desolado puente agrietado y viejo. Le daba en la cara el gélido viento de aquel nublado día, secando las lágrimas que brotaban de sus ojos inocentes y sin maldad ninguna. Se le movía ese pelirrojo y rizado pelo tan abundante, golpeándole en el rostro.

Venía a ese lugar que tanto le gustaba frecuentar a su hermano, donde le encantaba hablar de la historia de ese viejo puente y se emocionaba explicándoselo a su hermana pequeña.

- Es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche -Susurró dramáticamente, con voz marchita y ronca. Fijando los ojos en la aglomeración de gente que se encontraba debajo de ella.-

Y ahí fue donde él se fijó en ella y eligió que sería su próxima presa. Le engatusó para que Ingrid tomara unas cuantas copas con él y aprovechó para añadir unas sustancias a la bebida para que perdiese el conocimiento. Así podría empezar a hacer realidad las perversidades escondidas en las profundidades de su mente,tan turbias y tan enfermizas como las que te estás imaginando ahora mismo.

Y tirada en el repugnante suelo de un callejón oscuro y deshabitado,la muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su nombre,ni su edad,ni sus señas. No tenía cartera. Su reloj marcaba las cuatro y media de la mañana.

Solo veía unos moratones morados acompañados con grandes arañazos en sus piernas y torso desnudos,sin ropa. Sentía un desgarrador y profundo dolor allí abajo,bajó la mirada a sus muslos,los cuales estaban sellados por extrañas quemaduras parecidas a las de cigarrillo. Intentaba ponerse de pie,pero fracasaba estrepitosamente con sus débiles y frágiles piernas sin fuerzas. Mareada,viendo doble,con fiebre,sin poder moverse,con un helador viento golpeando esa delicada piel sin ropa,con chichones en la cabeza que le dolían a morir; finalmente se desmayó de nuevo. Pasaron unas cuantas semanas hasta que la encontraron desde entonces.

Despertó en el hospital y lo primero que vio fue a la agente Miller y a toda la tropa hablando con los doctores y enfermeras.

- ¡Ya ha despertado,doctor! -Apuntó con el dedo la enfermera.-

Ingrid apenas podía abrir los ojos,le pesaban los párpados. Hizo un intento de sentarse en la camilla.

- No puedo con el dolor de cabeza... - Le costó hablar,posicionando su mano sobre el lado izquierdo de su cabeza.-

- ¿Recuerdas tu nombre? - Preguntó Matt apaciblemente,cogiendo su mano.-

- Sí,agente... Ingrid Anderson - Se recostó otra vez,dejando todo el peso de su cuerpo caer sobre la camilla. Con gesto adolorido y adormilado.-

- Madre mía,¿y su familia? - Se indignó un poco Matt,refiriéndose al doctor; pero sin soltar su mano.-

- Agente, - Tosió Ingrid- Vivía con mi hermano y toda mi familia se encuentra en Escocia.

- Cuéntame todo,Ingrid. - Le dijo el doctor,mirándole a los ojos.-

La chica narró todo de lo que se acordó,mientras que lo único que no pudo recordar era el rostro de su abusador,del monstruo que le arrebató lo más puro que puede conservar una muchacha de veinte años.

Pasó una semana desde que se encontró a Ingrid Anderson.

Y ahora me preparo para ir a un concierto de Jazz de una de mis amigas. Me encuentro en casa de Ilhaam,mientras que me ayuda a maquillarme.

- ¿Prefieres el vestido blanco o el rosa palo? - Le pregunto mientras me hace un ahumado en tonos oscuros en los párpados.-

- Mira para arriba si no quieres que te meta la brocha en el ojo. - Me exige con una expresión ultra concentrada,con el ceño fruncido y todo.- Creo que te va mejor el blanco,más elegante.

- ¿Y el pelo? He pensado en dejármelo a lo afro,así natural.

- ¡Ay,sí! Vas a ser el centro de atención,que lo sepas. - Gritó más emocionada que yo.-

Harmony Jackson,la conocí hace años cuando todavía era una aprendiz del clarinete y ¡mírala ahora! Dando conciertos en lujosos clubes de Jazz. Le acompaña su hermana mayor,Chanel Jackson,al contrabajo; excelente profesional,también.

- Ilhaam,hay que darse prisa,eh. Que tú todavía ni has empezado con el pelo. - Le reprocho,estando preocupada por la hora.-

Y ahora le ondulo el cabello a Ilhaam utilizando el carísimo rizador de pelo que tiene,mientras ella se pinta las uñas con un color terracota ideal.

Terminamos de arreglarnos y conduzco por las calles anochecidas,lujosas y brillantes de Nueva York,mientras ponemos música a tope. Cantamos cual gato atropellado,eufóricas y disfrutando de la compañía una de la otra.

Nos retocamos el maquillaje en los espejos del coche y salimos a paso confiado directas al lugar. Sujetando de una mano nuestros glamurosos bolsos,entramos al refinado y encantador lugar el cual Harmony nos invitó.

Esperemos a que el concierto diera lugar y salieran los músicos. Y allí estaba ella. Las luces de los focos contrastaban con su piel negra,ese vestido brillante color azul oscuro y su perfecta técnica al tocar el clarinete era lo mejor que he escuchado en mucho tiempo.

La voz de la chica que no conocía era espléndida: una voz contralto de esas que son profundas,potente,majestuosa,grave y casi celestial.

En ese lugar todo brillaba y era todo divino.

Jaqui Miller no tenía ni idea que el último asesinato del Carnicero de Nueva York,iba a suceder cuando ella estuviese disfrutando en un concierto de Jazz.

Él volvió a aquel callejón en el que murieron sus cuatro victimas,todas menos Ingrid Anderson,y se puso por quinta vez unos guantes de látex. El cuerpo putrefacto de aquella chica,llevaba ya demasiado tiempo en su casa y,antes de que los vecinos se diesen cuenta del olor,la llevó a ese callejón para desmembrarla.

Ella era una chica rubia cual trigo,bella como ella sola. Tenía una vida por vivir,sueños que cumplir,proyectos pendientes,seres a quien amar,lugares cuales visitar... y todo acabado por el egoísmo de aquel enfermizo joven.

Terminó de hacer su tarea,tiró aquellos guantes manchados de sangre en el contenedor más cercano que vio y se escondió rápido en cuanto escuchó que venían personas.

- ¡Agente,aquí fue! - Ingrid corrió para acercarse al callejón.-

Todo los malos recuerdos se le vinieron a la cabeza,recordó los sentimientos vividos allí. Ella se dio la vuelta y se encontró con el agente Sullivan,se le aguaron los ojos y buscó apoyo en los brazos del agente. Él la atrajo a su pecho y la abrazó durante unos instantes hasta que pudo serenarse. Habían estrechado mucho su relación y ella se ofreció para ser de ayuda.

Matt Sullivan encendió su linterna y alumbró el suelo.

Ingrid chilló de terror e intentó esconderse detrás del agente al percatarse del cuerpo desmembrado de aquella joven y la sangre oscura y espesa que emanaba.

- Eso es muy reciente,de hace minutos tal vez. - Tartamudeó Matt,tragando saliva notoriamente.-

El Carnicero de Nueva York salió de entre las sombras de la noche,haciendo demasiado ruido para que el agente Sullivan e Ingrid Anderson no se diesen cuenta.

Matt sacó la pistola y disparó tres al cielo para que parase de correr. Él paró en seco,incluso cayéndose del miedo que sentía por ser atrapado. Se le cayó la peluca rubia y dejó ver un color castaño claro.

Los dos corrieron hacia él y Matt lo apuntaba con aquella pistola.

Cuando dejó ver su rostro,Matt abrió los ojos como platos y se llenó de rabia.

- Lo sabía... - Masculló entre dientes,agudizando los ojos como si se tratase de una bestia. -

Noah Smith no podía apartar los ojos del arma que lo apuntaba. Tampoco podía hablar. Estaba realmente asustado. Tirado en el suelo,temiendo por esa imponente pistola.

Finalmente,Matt Sullivan pidió refuerzos y ese asunto se solventó.

Mandaron preso a Noah Smith,ya se acabó “el Carnicero de Nueva York”.

Esos tres disparos se escucharon en todo el club,parando aquella actuación tan maravillosa. Se desalojó el lugar y las dos chicas salieron.

- Madre mía... - Llegó a pronunciar Matt,al ver venir a Jaqui.-

- Ya nos lo estás contando todo,Matt. - Mandó Ilhaam.-

- Invito a un café y nos lo cuentas allí. Vamos,sube al coche. Y tú también,pelirroja. - Bromeé para sacarle una sonrisa a Ingrid.-

                                                                    Triana Cortés González 2ºESO-C

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