lunes, 9 de enero de 2023

Un amor incondicional (primera parte)

 


La luz del alba asomando por mi ventana, mis ojos cansados tras la noche de insomnio, contemplando el tiempo, nombre que pronuncias en segundos, significado que hace desaparecer todo, lo único que verdaderamente existe…

 Procedo a levantarme con las inexistentes fuerzas físicas y mentales que conservo. Me dirijo hacia el baño, mirando mi risueña cara, me disocio bruscamente de la realidad y en cuestión de minutos vuelvo a mi ser asustado recordando la rutina repetitiva de todos los días, la cual me consumía. El infinito y profundo silencio de mi casa me torturaba, es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche…

  Me pongo mis cremas y me coloco mi ropa con tonalidades marrones. Hoy tenía que ir al psicólogo por mi severa depresión tras la muerte de mi familia en un accidente automovilístico, solo estaba yo, yo y el mundo.


Me sitúo en mi cafetería habitual, en la misma mesa, el mimo desayuno, la misma camarera, una mujer esbelta, de cabello afro con definidos rizos color azabache, grandes labios rosados, de piel radiante y morena  con un sutil maquillaje de mejillas corales y definidas cejas pobladas, brevemente una hermosa mujer llamada Gena. 

  Me recibe con una sonrisa de oreja a oreja, al verla mi constante vacío en el interior del pecho desaparecía, dándome esperanza y disociando de la realidad, haciendo descansar de mis pensamientos intrusivos. Algo florecía dentro de mi ser, algo desconocido para mí.

   Le pido mi desayuno de siempre, el cual ya tenía memorizado. En la espera del desayuno, saco mi libro de mi bolsa y comienzo a leerlo, novela titulada “YOU”. Siento el impulso de darle mi número de teléfono que llevaba incontable tiempo anhelando dárselo y así lo hago, una vez que consumo mi desayuno al completo, en la propina que siempre le daba acompañada de una servilleta con mi nombre y número. 


Parto de ese local despidiéndome gentilmente de Gena, me dirijo al psicólogo. Llego y me siento en un sillón, de frente estaba mi psicólogo, un hombre muy inteligente que me ayudaba con mis problemas diarios.

  Comenzamos la consulta contando como iba avanzando mi duelo por la muerte de mi familia, todos las secuelas de ese acontecimiento se habían convertido en traumas que me dificultaban el relacionarme con el mundo. Y le comienzo a hablar de mi insomnio y de cómo me torturaba.


- Por seis meses no pude dormir, cuando tienes insomnio todo se siente distanciado de la realidad, todo parece una copia, una copia de una copia..


-Oye se que lo estás pasando mal últimamente y que piensas en tirar la toalla y acabar con todo.. pero de todas formas estás aquí…¿No? Has logrado vencer todos tus problemas incluso los más difíciles, esos que parecían no tener solución. Sé que debes sentir mucho cansancio, como si un gran peso en tus hombros no te deja avanzar y un terrible dolor de cabeza que no te deja pensar con claridad…Pero mírate has luchado con gracia y valor cada obstáculo en tu vida y sin rendirte. No te culpes de las cosas que no pudiste manejar. Nadie nos enseña a vivir, ni existe un manual para la vida. Pero créeme cuando tú lo has hecho increíble. Todas esas lágrimas llenas de dolor…Todas esas noches frías en vela.. Nada de eso fue en vano. Todo fue parte de tu desarrollo, aprendiste a madurar y crecer, a ser humano, a ser alguien. Y tal vez suene como un comentario vacío pero…estoy muy orgulloso de ti.


Mis lagrimas frías cayendo por mis mejillas irritadas por el roce de las mangas para limpiarme las lágrimas, mi boca entre abierta sin poder pronunciar ni una solo letra por el nudo de mi garganta. Sin pensarlo me impulsé hacía él, dispuesto a llorar como nunca, me sentía vulnerable al mostrar mis emociones pero no podía contener las lágrimas. Él mientras, me acariciaba la cabeza, es raro sentir contacto humano tras tanto tiempo, al fin el mundo me estaba dando esperanzas para seguir…

 Tras unos eternos minutos de gloria me recompongo y alzó la mirada hacia la ropa del psicólogo en la que estaba tallada a lágrimas mi cara, me avergüenzo y le pido disculpas y él me responde con una risa gentil y diciendo que no pasa nada. Me despido de él y le doy las gracias por todo.


Salgo del psicólogo y me dirijo hacia mi trabajo, era propietario de una empresa de herencia familiar que abonaba toda la ciudad con su mercancía. Llego a mi oficina donde pasaba horas muertas completando informes, para poder consumir cosas las cuales acabarían consumiéndome.


Cuando termina mi horario a altas horas de la noche, me recoge mi chofer y me lleva a casa. Una vez con el pijama puesto, revisé mi teléfono ilusionado por si había algún mensaje de Gena, lo apagó al ver que no había ningún mensaje, lo tiró a la cama con desilusión y justo suena el sonido de notificación, ¡Era Gena!



-El comienzo.


-4 meses después. 



La alarma de mi despertador penetrando en mi oído haciendo llegar estímulos a mi cuerpo para levantarte a apagarlo bruscamente, estas semanas pude conciliar el sueño al fin, gracias a las pastillas que me recetó mi médico.

  Hoy tenía lugar la quinta cita formal con Gena, llevamos saliendo varios meses, realmente la quería mucho, mi vida ha mejorado desde que Gena está en ella, la necesito. Era un fin de semana soleado que ambos teníamos libre. La cita comenzaba a las ocho de la noche, en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad, que era uno de mis favoritos. 


Había empezado con un proyecto personal para ser mi mejor versión, así que me apunté a un gimnasio al que iba muy temprano. Me paso toda la mañana en el gimnasio y como algo en el restaurante que hay dentro de él. Salgo y me dirijo a mi casa donde me ducho, me pongo mi rutina de cremas para cara, me preparo el cutis con corrector y me peino las cejas. Me visto de esmoquin burdeos y mocasines. Me rocío con mi perfume favorito y hago tiempo leyendo una novela.


 Se iba acercando la hora de la cita, así que me dirigí con mi chofer en limusina hacia su casa para recogerla. Le llevaba un ramo de flores de nubes y camelias, sus favoritas, eran flores idílicas como ella. Una vez en la entrada de la casa de Gena, la veo, deslumbrante como siempre, con un vestido burdeos, un maquillaje de labios rojos y sombras cobrizas. Llevaba un colgante con un granate precioso combinado con los pendientes que también eran granates. Le saludo con un beso y le doy su ramo. Al verlo, ella sonríe con su brillante dentadura, me encanta verla sonreír, siento que el vacío de mi pecho desaparece, reemplazándolo por felicidad y afecto. 


Situados ya en el restaurante ella se sorprende por la categoría del restaurante y también donde se sitúa, ya que está en las orillas de un lago de aguas cristalinas. Dijo algo que me cautivo:


-Es que eres algo inefable.


Al escuchar eso salir de sus hermosos labios me sentí la persona más afortunada del planeta, esa palabra era tan hermosa y significativa, y tan poco utilizada, significa algo tan increíble que no puede ser expresado con palabras


   Después de cenar nos fuimos a mi casa y conversamos de cómo iba nuestro intercambio de libros, ya que habíamos hecho un trueque de ellos. Después nos sentamos en el sofá a ver películas hasta que la lujuria nos pudo.





-Está floreciendo el amor.


3 meses después


Había estado toda la semana extrañado con Gena, la notaba rara, hasta le llegué a ver un moretón en su brazo, me extrañaba porque vivía sola. Decidí que ese día la iba a seguir, pero por su bien ¿no?…


Esa noche puse el despertador antes de que la ciudad cobrara vida para poder seguirla desde el inicio de día, y le escribí un mensaje de que estaba enfermo y que no iba a ir a trabajar. La alarma me despertó, mi cuerpo estaba muy cansado ya que estuve la noche anterior pensando lo que le podía estar pasando a Gena y no pude conciliar el sueño. Sabía que se despertaba a las seis, ya que su turno comenzaba muy temprano. Me escondí en un callejón cerca de su casa esperando a que saliera en dirección a su trabajo. Cuando salió de su casa, la seguí con un sombrero cabizbajo para que no me pudiera ver y varias manzanas lejos de ella. Llegó a su trabajo, la cafetería, donde estaba su jefe, llamado Esteban, que siempre me dio mala espina. Yo me puse detrás de unos setos fuera del escaparate, donde veía toda la cafetería. Gena se pone a lavar unos cubiertos y su jefe solo estaba mirándola sentada de forma extraña. Ella se veía muy nerviosa, incluso temblaba. Llevaba una bandeja con unos cuantos platos, el temblor en sus manos debido a los nervios hace que tropiece y se rompan los platos. Entonces  su jefe le empieza a gritar e insultar, incluso a amenazarla con despedirla. Cuando Gena se levanta, Estaban la vuelve a empujar haciendo que  se cortara las piernas con unos trozos de cerámicas afiladas. Me sentía en una encrucijada ya que si hacía algo, sabría que la estaba espiando y que le había mentido sobre que estaba enfermo, pero se me rompía el corazón al verla así. Mi cuerpo se llenó de furia y partí de la cafetería con un plan en mente.




-Cuando cae la noche en la ciudad.



Lleno de rabia pero con las ideas claras, caminando a paso ligero con un maletín por las calles vacías y sombrías. Me dirigí hacía la cafetería donde estaba Esteban solo. Lo seguí hasta su casa y…


Lola Jiménez Fernández 2ºESO-C


1 comentario:

  1. Me ha encantado la historia, ¡no puedo esperar a la siguiente parte!

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