Lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero
lo perdí al dar la vuelta a la esquina. Me dolía el corazón, sentía que
temblaba debido al frío sentimiento de perderle, ya había sucedido infinitas
veces, no podía volver a permitirme fallar. La última vez fue de las duras, la
sume a una de las peores experiencias de mi larga vida, lo había logrado, había
superado la prueba, y aun así me lo arrebataron. Tristemente pensé que
tendríamos al fin nuestro final feliz, pero el destino fue celoso, y no lo
quiso así.
Seguí corriendo por las oscuras calles de Milán, sus
asfaltos pedregosos me estaban torturando los pies, había también una farola,
hacia un ruido ensordecedor, escuchaba claramente su bombilla avisando a la
ciudad que había cumplido con su misión, que quería apagarse. Seguí corriendo,
me ardía la garganta de las dolorosas y profundas respiraciones que mis
pulmones daban, sentía puñales por todo el cuerpo, me pedía que parase, pero
los recuerdos inundaban mi mente siendo tan poderosos que incluso insonorizaban
el dolor.
No pude evitar pensar en la peor de las situaciones, el
miedo de volver a perderlo estaba nublando mis capacidades. Corrí por más de
una hora para nada, lo había perdido de vista.
Me escondí detrás de la pared de una antigua casa en
ruinas y me dejé escurrir por ella hasta sentarme en el suelo, y lloré, lloré
volviéndome a sentir esa adolescente de Bulgaria a la que le habían arrebatado
a su amor. Desgarré mi garganta gritando, ya afectada por el esfuerzo anterior.
En ese momento no me importó en absoluto el molestar a los milaneses que
habitaban mis alrededores, solo tenía ganas de matar, no había preferencia
ninguna, solo quería ver el sufrimiento de alguien, provocarle tanto dolor que
hiciese que el mío pareciese una nadería, quería ver a alguien rogar por su
vida, rogarme que no le drenase la sangre, sentirme poderosa de nuevo.
Después de tantos años había llegado a la conclusión de
que el amor nos vuelve débiles, cualquier persona que este realmente enamorada
de otro ser humano daría su vida por él y eso es lo que me pasaba a mí con
Alessio.
Reconocí su olor, el de la vainilla mezclada con el
tabaco, era característico de él, únicamente de Alessio, así que levanté
rápidamente la cabeza para encontrarme con él, lo tenía justo de pie delante de
mí. Alessio era un hombre alto, delgado y sin un cuerpo musculoso, desde que
lo conocía nunca lo había visto entrar a un gimnasio, su pelo era precioso, me
encantaba su color azabache además de lo suave y liso que era, tenía una
longitud más larga de lo normal, había mechones que incluso pasaban sus orejas.
Sus ojos eran de color avellana mezclada con un verde claro, haciendo que sus
pupilas resaltasen, tenía una nariz aguileña, típica nariz italiana, aunque la
suya tenía unas proporciones perfectas; ese día llevaba una camisa blanca con
el primer botón abierto, y unos pantalones negros de traje conjuntados con la
chaqueta, era su estilo desde hacía años. Finalmente él inició la conversación.
- -Hola,
ehh, buenas noches, pasaba por aquí y he oído gritos. ¿Estás bien? ¿Te ha ocurrido
algo?
- -Siento
haberte preocupado, mal de amores supongo, gracias por preguntar.
Mi estómago sufría la enfermedad temporal de las
mariposas y mi corazón la del olvido, como dolía el tenerle enfrente y que no
recordase absolutamente nada, siempre era así, y yo no podía cambiar nada.
- -Te
podría acompañar a casa si no te importa, al fin y al cabo, es de noche, no me
gustaría que volvieses sola, así solo pareces vulnerable.
Si él se acordase de lo que yo realmente era sabría que
yo sola podría con una docena de hombres como él, pero aún no podía saberlo,
así que tocaba fingir.
- -Sin
problema, y muchas gracias.
Me acompañó hasta mi casa, durante el camino charlamos
sobre diversos temas: Milán y la forma en la que llegamos a ella, el cielo,
nosotros mismos...La
conversación estuvo entretenida, hasta que preguntó por lo que me había pasado
minutos atrás.
- -Realmente
parecía que sufrías antes, ¿puedo preguntar qué ocurría?
No sabía que decirle para no acelerar el proceso natural,
si le decía la verdad sufriría el shock traumático que ya sufrió en ocasiones
anteriores, así que, ahora que lo tenía, no podía volver a dejarle escapar.
- -Un
engaño.
No quise especificar más, aunque sabía que después de esa
pobre respuesta él haría más preguntas.
- -Lo
siento mucho.
Los siguientes 20 minutos fueron un poco incómodos,
ninguno de los dos se atrevía a hablar. Después de un rato por fin llegamos a
mi casa, nos despedimos y quedamos en vernos cualquier otro día, sin
presiones. La única presión era que él en dos meses cumpliría sus 22, y me lo
arrebatarían de las manos como habían hecho las brujas todas las veces,
llevándose partes de mi corazón desde 1864.
Esa noche me metí en su mente, le hablé para que
reconociese mi voz, le enseñe nuestros mejores momentos juntos durante 1863
ahorrándome su muerte, aún no era el momento de ella, no tenía la última
palabra.
Conocí a Alessio por primera vez el 15 de enero de 1863,
en ese momento yo tenía mis 21 recién cumplidos y buscaba la manera de ganarme
la vida en Bulgaria. En aquellos años nadie ofrecía trabajo a una mujer de
pocos años y sin experiencia, tristemente solo servíamos para tener hijos y
cuidar de la casa, así que tuve que ganarme la vida robando en los mercados y
palacios. Mi familia me había enseñado a hacerlo, durante toda mi infancia nos
fuimos trasladando por diferentes ciudades y países en busca de mejores vidas,
y como apenas teníamos recursos, había que robarlos. Nunca me sentí demasiado orgullosa de ello, pero no me arrepiento, lo
primero de todo era nuestra supervivencia. Finalmente se corrió la voz tras los
numerosos hurtos que fui realizando, y se organizó un baile para intentar
cazarme, ahí fue donde nos cruzamos por primera vez.
Alessio era el hijo mayor de Eloy y Marian, los reyes de
Bulgaria, por lo que Alessio era el heredero al trono. Desde hacía semanas se oían
rumores de un posible casamiento entre Alessio y Brianne, princesa de Alemania
y heredera al trono de aquel país, ya que sus progenitores así lo habían
pactado, quisieran o no. Independientemente de eso entré en aquel palacio con
un vestido robado, haciéndome pasar por una dame
gleisse, así era como llamaban a las mujeres de clase alta en Bulgaria.
Entré por la puerta principal, para no levantar sospechas y simplemente me dirigí
a los aposentos reales, no muy lejos del salón de baile, asi que me fue fácil
encontrarlos. Justo cuando cruzaba el largo pasillo oí una discusión, supuse
que eran el rey ay el heredero por la conversación que estaban teniendo.
- --Necesitas
una esposa ya, no podemos esperar más, la gente hace preguntas hijo y nosotros
no podemos seguir declinando ofertas.
- -Padre,
no puedo casarme con Brianne.
- -Alessio
esto se está yendo de las manos, te casarás con ella quieras o no, yo ya no
puedo cumplir mis deberes como rey, y el pueblo no quiere un rey sin una reina.
La conversación terminó, solo se oyó un golpe, como si se cayese un asiento. A continuación, se abrieron las puertas de la estancia de par en par, chocando con las paredes debido a la fuerza con la que habían sido abiertas. Rápidamente corrí a esconderme en una de las habitaciones próximas, grave error, ya que resultó ser la de Alessio.
Nos encontramos de frente, ambos impresionados por el momento, no se asustó ni avisó a caballería, cosa que me extraño y agradecí. Tomé su silencio como signo de que explicase lo que estaba ocurriendo, así que me decidí a hacerlo.
- -Soy
nueva en la corte y he confundido la estancia a la que debía dirigirme,
discúlpeme majestad.
A continuación de eso hice un intento de reverencia, con
la intención de mostrar respeto y sumisión.
- -Levántese
y preséntese.
Acaté la orden con rapidez, de forma inconsciente.
- -Mi
nombre es Katerina Wed, sobrina del conde Richard Wekings.
Rece en silencio que no conociese a nadie que se llamase así
y me dejase en paz, aunque técnicamente la que molesta era yo.
- -¿Por
qué no tienen mismos apellidos?
- -Porque
soy pariente lejana.
- -¿Por
qué debo confiar en usted?
- -Eso
es decisión propia.
La conversación no acabó ahí, seguimos hablando durante
la noche, y al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente y así
sucesivamente, durante todo 1863 y mitad del 64, hasta que nos enamoramos.
Nuestra relación era prohibida, él estaba casado con Brianne y yo era una
asquerosa bruja que solo sabía mentir. Alessio salía todos los días de Palacio
a las cuatro de la tarde, con la excusa de ir a cazar, a partir de ahí empezaba
nuestro tiempo juntos, que aunque no era mucho, nosotros disfrutábamos como si
fuesen 100 vidas.
Su familia acabo descubriendo nuestro romance, a partir
de ahí todo empeoró.
Él no podía salir de palacio, por lo que nos
comunicábamos por cartas. En sus cartas solo había tristeza, narraba historias
sin sentido, incluso había papeles arrugados por las lágrimas que habían caído
mientras su escritura, me partía el corazón verle sufrir de esa manera.
Dejó de escribirme por unos días, después de las
anteriores cartas recibidas me preocupé, y decidí colarme en palacio. La imagen
que encontré terminó de partirme el corazón.
El cadáver de Alessio se encontraba en medio del salón, justo
en el medio, y rodeado por un círculo hecho de sal. El dolor que provocó la
imagen fue inhumano e hizo que cayese al suelo, al lado del amor de mi vida
había una carta de su puño y letra, en la que ponía lo siguiente:
Querida
Katerina,
Vienen a por mí, oigo voces susurrarme al oído que lo que hago está mal, que debería parar. A veces, incluso siento manos tirar de mi cuerpo de forma cruel, intentando hacerme daño, intentando matarme. Sé que puede parecer una locura, incluso yo lo creo así, pero cada día se siente peor. Las voces también hsblan de ti, dicen que eres sucia, una bastarda, que no mereces ser feliz. En las paredes de mi alcoba veo muchas veces repetido el mismo mensaje, DAME ROUGE, y no sé que es lo que significa.
Necesito tu ayuda Katerina, ven, te lo ruego.
Alessio.
Sabía lo que había ocurrido, mi antiguo aquelarre, Le legared lo había matado delante de mí,
y yo no había sido capaz de verlo. Mi aquelarre era un conjunto de brujas que
trabajaba con la sangre, sacábamos nuestro poder de la sangre humana. Deje mi
aquelarre con 19 años, y me busque la vida sola, sin el uso de mis poderes,
como una humana normal. Mi aquelarre se sintió traicionado, y juraron eterno
odio a mi persona, arruinando cada progreso que hacía en mi vida.
En ese momento sentí un dolor agudo, bajé mi cabeza a mi
abdomen, de donde procedía el dolor y ví sobresalir el puñal. El Trahion Bell,
el puñal que toda dame legared tenía, una de las mías había acabado con
nuestras vidas.
Me condenaron a reencarnar y revivir la historia de
distintas maneras siempre que la réplica de Alessio muriera. Desde el 14 de
Julio de 1864 revivo la historia, siempre con el mismo final, su muerte y reencarnación,
mientras yo sigo igual, no envejezco ni cambio en nada solo vivo la muerte del
amor de mi vida una y otra vez, hasta que me pierda a mí, hasta que pierda mi
corazón, hasta que mis lágrimas queden sin vida.
Marta Córdoba Villegas 3ºESO-A