Lo reconocí inmediatamente y eché a
correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina.
Frustrada y cansada por la carrera de campeonato que hice para
atrapar al tipo, me guardé las esposas en el pantalón con el ceño
fruncido.
Agente Jaqui Miller. Una agente de
policía negra, de altura de metro setenta y cinco, de complexión
atlética e imponente. Un lanoso y oscuro pelo recogido en un
acomodado moño bajo y su típico maquillaje sutil era uno de sus
encantos. Aparte de una carismática y dulzona sonrisa con hoyuelos
en las mejillas, claro.
Unos ojos negros como la noche de
forma almendrada y femenina adornaban su rostro entero.
A la agente Miller le acompañaba
un carácter activo, decisivo, con una actitud de líder, segura de
quién era, astuta y un poco arrogante para quien no le conoce. Ella
parecía tenerlo todo bajo control.
O
eso pensaba ella.
Todo un conjunto de características
que le hacen una mujer temible para quienes la desconocen. Y
encantadora e icónica para quienes sí.
Mirando al suelo decidí ir a la
comisaría para ver cómo sigue la investigación.
Una chica de 20 años, Ingrid
Anderson, una pelirroja con orígenes en Escocia. Desapareció ya hace
unas cuantas semanas junto a otros 3 chicos y 2 chicas más.
Tras hacer unos cuantos
interrogatorios, todos los testigos coincidían con la descripción
del sospechoso: alto, color de cabello marrón claro, pómulos de gran
prominencia, piel nívea y ojos brunos profundos.
Y en aquella esquina fue cuando creí
haberlo presenciado, juraría haberlo visto.
Entré a comisaría y se me fue la
mirada a una esquina de las paredes de adentro. Un chico un poco más
joven que yo, de unos 1.90 m calculaba, pelo rubio cobrizo y
desordenado. Tenía una mirada perdida y vaga, por algún punto del
suelo. Su mirada se cruzó con la mía y allí estaba él con su
mirada profunda. No sabía que cambiaría mi vida para siempre.
Decidí ir directa a la sala de
investigaciones, cuestionando en pensamientos quién era el nuevo
agente del cuerpo.
Al entrar, no había ninguno de mis
compañeros de trabajo, así que empecé yo misma a ordenar unos
cuantos informes en cajones. Mientras estaba de espaldas, la puerta se
abrió y sobresaltada di un brinco dándome la vuelta.
- ¿Te he asustado? Disculpa
mis modales. -Pide perdón el chico delante de mí, quien me saca
una cabeza.-
- Agente Jaqui Miller.¿Y tú?
-Cuestioné después de una risita floja.-
- Noah Smith, encantado agente.
-Me lanzó una mirada intensa antes de estrechar manos. Dejándome
confundida. ¿Qué?-
Siéntate, Smith.
-Le pasé una silla apuntando con los ojos la mesa central.-
Saqué mi espresso favorito de
la maquina de la sala de investigaciones y me senté en una de las
sillas de alrededor de la mesa.
-
Es demasiado raro el caso de la pelirroja, ¿verdad?
-Informó recostando el rostro en su puño derecho.-
Pero si es nuevo, no le ha podido dar
tiempo a ver ningún informe ni sabe nada de los 5 casos de los
desaparecidos.
- Eh,¿se
puede saber có-
Fui
interrumpida por el estruendoso portazo que dio Ilhaam junto a Matt Sullivan, haciendo una entrada ruidosa y estridente. Me
froté las sienes cuando mi mejor amiga empezó a frotar fuertemente
el puño en la cabeza de Matt.
-
¡Que ya vale, Ilhaam! ¿No te he dicho que tú ganas? -Se
quejó Matt Sullivan casi ahorcado, con la cabeza atascada entre los
dos brazos de la chica, quien reía brutamente.-
Carraspeé para que se diesen cuenta
de que teníamos compañía.
Miré por un momento al nuevo
agente, el cual hacía un esfuerzo nulo en intentar aguantar la risa.
Y, cuando por fin se dieron cuenta de la presencia de Noah
Smith, pararon en seco para sus vergüenzas.
- ¡Pero
tía! -Exclamó lento lhaam sonriendo, subiendo las cejas.
Me dio un golpecito tonto en el brazo, formando una “o” con los
labios- A quién tenemos por
aquí...- Sonrió de un lado, mientras se hacía de nuevo la
coleta. Y sin quitarle ojo de encima al agente recién incorporado, se
acercaba más y más.-
Ilhaam Kazem al-Husayni. Nacida en
Arabia Saudí y criada en Nueva York, contando con una mezcla cultural
exótica y distinguida, aún sin estar relacionadas.
Largo, liso y brillante cabello
castaño hasta la cintura, normalmente atado en una coleta. Una piel
color bronce, tersa y aterciopelada que contrasta con el verde oliva
de sus felinos ojos. Posee unas cejas anchas, negras, abundantes y
perfectamente cuidadas; su rostro resaltaba de gran manera gracias a
su nariz: de forma recta, marcada, con surcos cerrados y algo cuadrada.
Ella amaba ese característico rasgo tan especial de su rostro, tan
típico de su país natal.
Y esto no acaba aquí. La guinda
del pastel eran sus labios: abultados, de forma acorazonada, carnosos y
con un poco de hiperpigmentación en el labio superior.
Ilhaam terminó de coquetear y
finalmente se dieron la mano.
-
Y estabais los dos aquí... solos. -Murmuró Matt mirando a
Noah Smith de arriba a abajo.-
-
Bueno... -Titubeé para cortar un poco la tensión.-
Vamos a explicarle el caso al agente Smith, ¿no? Matt, haz tu los
honores si no te importa.
Y así pasemos todos juntos la tarde
de un martes cualquiera: Matt siendo antipático con el nuevo
agente, Noah pidiendo que lo explique yo y la nula aportación de
Ilhaam, intentando ligar con él.
Al terminar de explicar los cinco
casos diferentes y que Noah finalice de leer todos los informes, cerré
por fin la tapa del ordenador.
-
¿Con quién me toca guardia esta noche? -Me referí a mis
dos mejores amigos, estrechándome la espalda.-
-
Te toca con Matt, nena. - Me respondió Ilhaam, achicando los
ojos para leer el cuadrante semanal -
-
¿Y esa sonrisilla tontorrona, agente Sullivan? -Intentó
chinchar Noah Smith amigablemente, en tono bromista.-
Matt no hizo nada más que limitarse a
lanzar una de esas miradas que te incomodan, que te miran fijamente y
no puedes mantenerla por incomodidad máxima. Por algo es mejor en la
sala de interrogatorios, ¿no?
-
Vale...-Frunció Noah los labios, apartando la mirada a la
mesa.- Ya son las
diez, ¿verdad?
-
Hora de irnos. - Afirmó Ilhaam, recogiendo su bufanda.-
-
Os acompañamos Matt y yo. Tenemos que coger el coche para la
guardia nocturna, de todas maneras.
Una
vez todos despedidos, conduje junto a Matt como copiloto hacia
Brownsville, uno de los barrios más marginales y problemáticos de
todo Nueva York. Nuestro cometido ahí es simplemente quedarnos durante unas
cuantas horas a vigilar un piso de allí. Una denuncia hacia un
matrimonio por malos tratos; solo estacionamos enfrente del bloque de
pisos por si escuchamos voces, por si vemos algo por la ventana, para
ver quién sale y quién entra...
Llegando a nuestro destino, aparqué
enfrente del bloque. Todo está en un sereno silencio; alguna que
otra voz a lo lejos, un ocurrente grillo cantando y las luces
anaranjadas color ocre de las farolas, alumbrando la lluvia que caía
apacible y con ternura lenta sobre el coche. Haciendo un especie de
ruido enlatado, aunque extrañamente relajante; al son y compás de mi
respiración calmada.
- ¿Sabes
una cosa, Jaqui? No te fíes de ese tal Noah Smith, muy buena espina no
me da. -Alegó peinando hacia atrás con las manos su corta
melena color caoba.-
- Matt, por
favor. Que tengo veinticinco tacos muy bien puestos. -Rodé
los ojos ante su actitud sobreprotectora y paternal que me cansa a
veces.- Tú sabes cómo soy:
siempre alerta, donde y cuando sea.
Matt soltó una risilla
nasal, mirándome. Rebuscó en el bolsillo del pantalón para sacar su
móvil y poner un vídeo de su galería. Posicionó el móvil delante
mía y me miró expectante.
-
¡Agente Kazem, agente Sullivan! Tenemos que estar siempre
alerta, donde y cuando sea...
Era un vídeo de cuando Ilhaam, Matt y
yo teníamos unos ocho o unos nueve años, vestidos de un disfraz de
policía de pésima calidad y con un plátano en las manos simulando
una pistola. Corriendo por mi salón con pasos torpes y simulando la
onomatopeya de una sirena policial. Nuestro sueño desde muy
pequeños.
Cogí el móvil en mis manos, mirando
la continuación del vídeo.
-
“Siempre alerta, donde y cuando sea.” -Repitió con voz
chillona ,imitando mi voz aniñada y gorgorita de nueve años.-
Y nos reímos a carcajadas.
…
Desperté
estirazándome en mi cama, dándome unos tímidos rayos de sol en el
rostro. Miré el despertador y me levanté para desayunar algo.
Gracias al cielo de que hoy tengo turno de tarde.
Tomé
una ducha, ordené un poco la habitación y me dispuse a montar una
estantería de madera que compré hace una semana. Perfecta para mi
habitación en tonos beige, blancos y marrones.
Cociné
un plato sencillo y terminé de comer para ponerme el uniforme e irme
a la comisaría.
Por
el camino encuentro a Ilhaam, caminando estilosamente y con poderío
por las calles bulliciosas y luminosas de Nueva York. Le tiro de
forma totalmente infantil una naranja de un árbol que tenía cerca y
se quita rápidamente esas glamurosas gafas de sol que llevaba
ella, dejando ver una mirada aguda e irritada. Finalmente, se ríe al
verme partiéndome de risa por su actitud seria.
Llegamos
por fin juntas a la comisaría y al entrar a la sala de
investigaciones vemos a Matt Sullivan y a Noah Smith sentados
juntos, leyendo lo que parecen ser unas instrucciones o algo así.
-
Eh,¿qué es lo que leéis por ahí? ¿Instrucciones, tal vez?
-
¿Qué? No,no. -
Alegó Noah, sin quitar ojo del papel. - Son
nuevos datos del asesino; se ha corrido la voz de que lo llaman “el
carnicero de Nueva York”,qué ridiculez.
Noto
cómo Matt pone todos los sentidos en descifrar el lenguaje no verbal
de Noah Smith. Fija
sus ojos en cómo gesticulaba, en cómo hablaba atropellando las
palabras, en cómo movía repetida y compulsivamente la pierna, cómo
mordía en interior de su mejilla... Cosas de ser de los mejores
polis en interrogamiento.
Nos
miramos a la vez, porque ahí hay gato encerrado. Lo dejemos pasar
hasta que estudiemos a fondo los nuevos datos que nos fueron dados.
-
Vamos chicos, pero pensad un poco. No matará por el día,ni lo hará
en calles transitadas. - Se refirió Noah Smith. Con una
actitud tardía, se arrepintió de repente de lo que dijo.-
…
Desde
la muerte de Will, Ingrid venía todas las tardes a recostarse en esta
baranda, como si le agradara contemplar el río de gente.
Los
ojos de aquella joven vagaban pensativos y nostálgicos, recordando
los momentos felices que pasó con su hermano mayor antes de que
falleciera. Pensaba en todo y pensaba en nada mirando toda esa
multitud desde la barandilla de aquel desolado puente agrietado y
viejo. Le daba en la cara el gélido viento de aquel nublado
día, secando las lágrimas que brotaban de sus ojos inocentes y sin
maldad ninguna. Se le movía ese pelirrojo y rizado pelo tan
abundante, golpeándole en el rostro.
Venía
a ese lugar que tanto le gustaba frecuentar a su hermano, donde le
encantaba hablar de la historia de ese viejo puente y se emocionaba
explicándoselo a su hermana pequeña.
-
Es difícil explicar lo que es
la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche -Susurró
dramáticamente, con voz marchita y ronca. Fijando los ojos en la
aglomeración de gente que se encontraba debajo de ella.-
Y
ahí fue donde él se fijó en ella y eligió que sería su próxima
presa. Le engatusó para que Ingrid tomara unas cuantas copas con él
y aprovechó para añadir unas sustancias a la bebida para que
perdiese el conocimiento. Así podría empezar a hacer realidad las
perversidades escondidas en las profundidades de su mente,tan turbias
y tan enfermizas como las que te estás imaginando ahora mismo.
Y
tirada en el repugnante suelo de un callejón oscuro y deshabitado,la
muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su
nombre,ni su edad,ni sus señas. No tenía cartera. Su reloj marcaba
las cuatro y media de la mañana.
Solo
veía unos moratones morados acompañados con grandes arañazos en
sus piernas y torso desnudos,sin ropa. Sentía un desgarrador y
profundo dolor allí abajo,bajó la mirada a sus muslos,los cuales
estaban sellados por extrañas quemaduras parecidas a las de
cigarrillo. Intentaba ponerse de pie,pero fracasaba estrepitosamente
con sus débiles y frágiles piernas sin fuerzas. Mareada,viendo
doble,con fiebre,sin poder moverse,con un helador viento golpeando
esa delicada piel sin ropa,con chichones en la cabeza que le dolían
a morir; finalmente se desmayó de nuevo. Pasaron unas cuantas
semanas hasta que la encontraron desde entonces.
Despertó
en el hospital y lo primero que vio fue a la agente Miller y a toda
la tropa hablando con los doctores y enfermeras.
-
¡Ya ha despertado,doctor!
-Apuntó con el dedo la enfermera.-
Ingrid
apenas podía abrir los ojos,le pesaban los párpados. Hizo un
intento de sentarse en la camilla.
-
No puedo con el dolor de
cabeza... - Le costó hablar,posicionando su mano sobre el
lado izquierdo de su cabeza.-
-
¿Recuerdas tu nombre? - Preguntó Matt
apaciblemente,cogiendo su mano.-
-
Sí,agente... Ingrid Anderson - Se recostó otra
vez,dejando todo el peso de su cuerpo caer
sobre la camilla. Con gesto adolorido y adormilado.-
-
Madre mía,¿y su familia?
- Se indignó un poco Matt,refiriéndose al doctor; pero sin soltar
su mano.-
-
Agente, - Tosió Ingrid- Vivía
con mi hermano y toda mi familia se encuentra en Escocia.
-
Cuéntame todo,Ingrid. - Le dijo el doctor,mirándole a los
ojos.-
La
chica narró todo de lo que se acordó,mientras que lo único que no
pudo recordar era el rostro de su abusador,del monstruo que le
arrebató lo más puro que puede conservar una muchacha de veinte
años.
…
Pasó
una semana desde que se encontró a Ingrid Anderson.
Y
ahora me preparo para ir a un concierto de Jazz de una de mis amigas.
Me encuentro en casa de Ilhaam,mientras que me ayuda a maquillarme.
-
¿Prefieres
el vestido blanco o el rosa palo? -
Le pregunto mientras me hace un ahumado en tonos oscuros en los
párpados.-
-
Mira para arriba si no quieres que te meta la brocha en el ojo.
- Me exige con una expresión ultra concentrada,con el ceño fruncido
y todo.- Creo
que te va mejor el blanco,más elegante.
-
¿Y el pelo? He pensado en dejármelo a lo afro,así natural.
-
¡Ay,sí! Vas a ser el centro de atención,que lo sepas.
- Gritó más emocionada que yo.-
Harmony
Jackson,la conocí hace años cuando todavía era una aprendiz del
clarinete y ¡mírala ahora! Dando conciertos en lujosos clubes de
Jazz. Le acompaña su hermana mayor,Chanel Jackson,al contrabajo;
excelente profesional,también.
-
Ilhaam,hay que darse prisa,eh.
Que tú todavía ni has empezado con el pelo. - Le
reprocho,estando preocupada por la hora.-
Y
ahora le ondulo el cabello a Ilhaam utilizando el carísimo rizador
de pelo que tiene,mientras ella se pinta las uñas con un color
terracota ideal.
Terminamos
de arreglarnos y conduzco por las calles anochecidas,lujosas y
brillantes de Nueva York,mientras ponemos música a tope. Cantamos
cual gato atropellado,eufóricas y disfrutando de la compañía una
de la otra.
Nos
retocamos el maquillaje en los espejos del coche y salimos a paso
confiado directas al lugar. Sujetando de una mano nuestros glamurosos
bolsos,entramos al refinado y encantador lugar el cual Harmony nos
invitó.
Esperemos
a que el concierto diera lugar y salieran los músicos. Y allí
estaba ella. Las luces de los focos contrastaban con su piel
negra,ese vestido brillante color azul oscuro y su perfecta técnica
al tocar el clarinete era lo mejor que he escuchado en mucho tiempo.
La
voz de la chica que no conocía era espléndida: una voz contralto de
esas que son profundas,potente,majestuosa,grave y casi celestial.
En
ese lugar todo brillaba y era todo divino.
Jaqui
Miller no tenía ni idea que el último asesinato del Carnicero de
Nueva York,iba a suceder cuando ella estuviese disfrutando en un
concierto de Jazz.
Él
volvió a aquel callejón en el que murieron sus cuatro
victimas,todas menos Ingrid Anderson,y se puso por quinta vez unos
guantes de látex. El cuerpo putrefacto de aquella chica,llevaba ya
demasiado tiempo en su casa y,antes de que los vecinos se diesen
cuenta del olor,la llevó a ese callejón para desmembrarla.
Ella
era una chica rubia cual trigo,bella como ella sola. Tenía una vida
por vivir,sueños que cumplir,proyectos pendientes,seres a quien
amar,lugares cuales visitar... y todo acabado por el egoísmo de
aquel enfermizo joven.
Terminó
de hacer su tarea,tiró aquellos guantes manchados de sangre en el
contenedor más cercano que vio y se escondió rápido en cuanto
escuchó que venían personas.
-
¡Agente,aquí fue! - Ingrid corrió para acercarse al
callejón.-
Todo
los malos recuerdos se le vinieron a la cabeza,recordó los
sentimientos vividos allí. Ella se dio la vuelta y se encontró con
el agente Sullivan,se le aguaron los ojos y buscó apoyo en los
brazos del agente. Él la atrajo a su pecho y la abrazó durante unos
instantes hasta que pudo serenarse. Habían estrechado mucho su
relación y ella se ofreció para ser de ayuda.
Matt
Sullivan encendió su linterna y alumbró el suelo.
Ingrid
chilló de terror e intentó esconderse detrás del agente al
percatarse del cuerpo desmembrado de aquella joven y la sangre oscura
y espesa que emanaba.
-
Eso es muy reciente,de hace
minutos tal vez. - Tartamudeó Matt,tragando saliva
notoriamente.-
El
Carnicero de Nueva York salió de entre las sombras de la
noche,haciendo demasiado ruido para que el agente Sullivan e Ingrid
Anderson no se diesen cuenta.
Matt
sacó la pistola y disparó tres al cielo para que parase de correr.
Él paró en seco,incluso cayéndose del miedo que sentía por ser
atrapado. Se le cayó la peluca rubia y dejó ver un color castaño
claro.
Los
dos corrieron hacia él y Matt lo apuntaba con aquella pistola.
Cuando
dejó ver su rostro,Matt abrió los ojos como platos y se llenó de
rabia.
-
Lo sabía... -
Masculló entre dientes,agudizando los ojos como si se tratase de una
bestia. -
Noah
Smith no podía apartar los ojos del arma que lo apuntaba. Tampoco
podía hablar. Estaba realmente asustado. Tirado en el suelo,temiendo
por esa imponente pistola.
Finalmente,Matt
Sullivan pidió refuerzos y ese asunto se solventó.
Mandaron
preso a Noah Smith,ya se acabó “el Carnicero de Nueva York”.
Esos
tres disparos se escucharon en todo el club,parando aquella actuación
tan maravillosa. Se desalojó el lugar y las dos chicas salieron.
-
Madre mía... -
Llegó a pronunciar Matt,al ver venir a Jaqui.-
-
Ya nos lo estás contando
todo,Matt. - Mandó
Ilhaam.-
-
Invito a un café y nos lo
cuentas allí. Vamos,sube al coche. Y tú también,pelirroja. -
Bromeé para sacarle una sonrisa a Ingrid.-
Triana Cortés González 2ºESO-C