miércoles, 2 de noviembre de 2022

Desconcierto

 

 La muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su nombre, ni su edad, ni sus señas. No tenía cartera. Su reloj marcaba las 4:30. Estaba en un autobús. Notó la mirada del conductor sobre ella.
—Hemos llegado al final de la ruta— el conductor habló mientras ella se frotaba los ojos, la luz de una farola le estaba dando en la cara.

—¿Cómo he llegado hasta aquí? — preguntó ella.
El conductor desvió la mirada hacia el frente, de nuevo mirando a la carretera.
—Tiene que bajarse aquí.
La chica se levantó, notando un dolor que le subió por las piernas. El conductor abrió la puerta y ella bajó del autobús. Miró a su alrededor mientras oía el vehículo detrás suya arrancar y dar la vuelta, dejándola completamente sola. Estaba en una calle iluminada por farolas, aunque dos de ellas parpadeaban. Había poca luz más que eso, salvo un cartel de farmacia que producía una luz verde que indicaba la hora. 4:35am. Palpó sus bolsillos para encontrar un móvil algo viejo y completamente apagado. Al encenderlo, vió que solo tenía un 10% de batería, por lo que se apresuró a entrar en la aplicación teléfono, ya que no había muchas más aparte de esa. Sin embargo, no había llamadas recientes desde hacía más de un año, y el único nombre que aparecía en su lista de contactos era “Adam”. Marcó el número, pero nadie respondió. Levantó la vista hacia la farmacia una vez más. “Debería intentar averiguar dónde estoy.” Se acercó a la puerta, y encontró a una chica de unos 20 años. Por su cara, no esperaba ver a nadie llegar a esa hora.

—Hola...¿Puedo ayudarte en algo?
—¿Podrías decirme donde estoy, por favor? —La chica la miró con una cara extraña, y notó como analizaba su rostro. Instintivamente, llevó una mano a su mejilla para encontrar una venda.
—Estás en la calle 567—Pero al notar la mueca que hizo la chica, la farmacéutica añadió—En ... ¿Madrid?
—Ah. Gracias...
La chica salió de la farmacia. ¿Madrid? Un recuerdo le vino a la mente al oír el nombre de aquella ciudad. Ella misma haciendo las maletas, preguntándose por qué tenía que irse justo ahora, una despedida y el sonido del tren. Un sonido llenó el silencio de la noche. El móvil empezó a vibrar en su bolsillo trasero. Lo sacó y vio el nombre de Adam en la pantalla iluminada. Descolgó y
llevó el móvil a su oído. No dijo nada hasta que en la otra línea se escuchó:
—¿Iris?
...

Adam estaba durmiendo cuando un sonido lo despertó. Abrió los ojos. No podía haber sido la alarma, ya que todavía estaba oscuro. Encendió el móvil y vio que tenía una llamada perdida. Entrecerró los ojos para ver mejor el nombre. Iris. Adam se quedó paralizado. Llevaba sin saber nada de Iris más de un año. Ella le dijo que se iba a Barcelona por el trabajo de sus padres. Prometieron llamarse, pero Iris nunca le devolvió las llamadas. Unos meses después le llegó un sobre. No tenía nada escrito salvo el nombre de Iris. La carta estuvo varias semanas sobre la mesa, no se atrevía a abrirla. Sin embargo, acabó abriéndola para encontrar una nota de Iris en la que decía que estaba a salvo, y que no se preocupara por ella. Aún así, Adam se asustó, extrañándole que Iris no hubiera dicho nada más ni
la hubiera llamado.
Adam intentó contactar con Iris de diferentes formas, pero no había ni rastro de ella. Contactó con la policía después de eso, y se abrió una investigación, pero cerraron el caso al poco tiempo por falta de pruebas. Ahora lo estaba llamando. ¿Sería ella realmente? Cogió su teléfono y le devolvió la llamada. Fuera quien fuera que estaba en la otra línea no dijo nada,
por lo que preguntó.
—¿Iris? ¿Eres tú?
—¿Adam?
—Si, soy yo. ¿Dónde estás? — Adam escuchó como Iris le decía una dirección
a unas calles de donde él estaba —Voy para allá, quédate ahí.
...
Iris se despertó en una habitación que no reconoció. Agudizó el oído y escuchó pitidos y murmullo que venía de detrás de la puerta de la habitación. Estaba en un hospital. Intentó levantarse, pero solo consiguió marearse. Trató de no hacer ningún ruido, pero no debió de conseguirlo, ya que segundos después una enfermera entró a la habitación.
—¡Hola! ¿Te encuentras mejor? Ahora mismo es posible que estés un poco desorientada, pero se te pasará pronto. ¿Te acuerdas de algo? Iris intentó hacer memoria. Lo último que recordaba es haber colgado el teléfono, esperar hasta que un coche apareció por la esquina de la calle. Un chico de unos 19 años bajó del coche y la miró. Por su expresión, parecía que no había pensado verla realmente allí. El chico empezó a avanzar hacia ella, cuando empezó a marearse. No recordaba nada más después de eso.
—¿Me desmayé? —preguntó. La enfermera asintió y murmuró algo que Iris no entendió. Salió de la habitación y regresó con el mismo chico que se había bajado del coche.

...

Cuando se hizo de día, Adam estaba hablando con la enfermera sobre Iris cuando un ruido se escuchó dentro de la habitación. La enfermera le dijo que esperara allí mientras ella iba a revisar que todo estaba bien. Cuando salió, le hizo una seña silenciosa para que pasara. Iris estaba sentada en la cama.
Nadie dijo nada hasta que la enfermera llenó el silencio.
—Creo que sería mejor dejar a Iris descansar hasta que se encuentre mejor.
Podéis hablar unos minutos, pero volveré dentro de poco—con esto, dio media vuelta y salió de la habitación.
—No...No me acuerdo de mucho. Pero creo que empecé a acordarme de ti ayer. ¿Qué es lo que me ha pasado?
—Éramos mejores amigos... Un día me dijiste que tenías que irte por tus padres, pero cuando te fuiste nunca volví a saber nada más de ti. No... bueno, tus padres siempre habían sido muy estrictos contigo, aunque teníamos un teléfono para que pudieras contactar conmigo mientras no estabas, pero nunca
llamaste. No sé qué te pasó—la mirada de Iris pasó de la cara de Adam a sus brazos, llenos de vendas recién cambiadas—Los médicos han dicho que tienes amnesia post-traumática, y que te irás acordando de todo poco a poco.
— ¿Qué les ha pasado a mis padres?
—No lo sé. Es—Adam fue interrumpido por la puerta abriéndose de nuevo, la enfermera se asomó.
—Lo siento, me gustaría daros más tiempo, pero la policía ha venido para hacer algunas preguntas.
Adam dejó la habitación.
...
Unas horas después, la policía seguía interrogando a Iris. Estaba sentado en la sala de espera cuando lo llamaron para ir a testificar. Adam no entendía que podía saber él, pero no hizo preguntas. Los siguió hasta una sala vacía.
—¿Conocías a los padres de Iris? —preguntó uno de ellos.
—No mucho, creo que los vi un par de veces, ¿que ha pasado con ellos? —
Los dos policías se intercambiaron una mirada antes de que el otro contestara.
—El padre de Iris está arrestado por distintos delitos de robo, suplantación de identidad y encubrimiento. Se ha sabido hace poco que su familia estaba relacionada con una de las redes de atracadores y estafadores más grandes de España. Estamos intentando averiguar si Iris sabía esto—Adam no sabía que decir después de esto. ¿Iris lo sabía? Conocía a Iris desde hacía años, era su
mejor amiga, al principio le había resultado extraño no saber mucho de sus padres, pero con los años dejó de importarle. Solo cuando Iris le dijo que se iban por el trabajo de sus padres volvió a replanteárselo, pero ya era tarde para preguntar.
—¿Qué ha pasado con su madre?
—Su madre ha muerto de un disparo. Todavía estamos intentando saber que pasó exactamente, pero por el testimonio de su padre podríamos decir que ambos intentaron traicionar a su jefe y no salió como esperaban. Creemos que Iris fue testigo de todo esto, y que al intentar defender a su madre salió herida,
hubo un forcejeo y al final salió huyendo. Después de eso, Adam les contó lo poco que sabía y le dejaron solo con sus pensamientos.
...

 

Después de eternas horas de interrogatorio, Iris cayó rendida en la cama de su habitación. Había muchas cosas que había empezado a recordar, pero el recuerdo de la muerte de su madre le afectó de nuevo. Los policías prometieron volver al día siguiente y la dejaron descansar. Ahora que había
recuperado parte de sus recuerdos, tenía mucho en qué pensar. Los policías le habían dicho que su teoría era que sus dos padres habían querido traicionar a su jefe, pero lo cierto es que no fue así. Su padre había empezado a subir dentro de la jerarquía de la red, y se le estaba empezando a subir a la cabeza.

A causa de estos ascensos, tuvieron que mudarse a Barcelona, más cerca de la costa en caso de tener que huir. A su madre esto no le parecía bien, y ellas dos tenían planes de escapar a otro país. Fue entonces cuando le mandó la carta a Adam, pues no podían correr el riesgo de volver a Madrid después de huir, y quería que supiera que estaba bien. Sin embargo, su padre se enteró de sus planes y, cegado por el poder, las delató. Iris no podía pensar en otra cosa que no fuera eso. Su padre podría haberlas dejado ir, su madre intentó explicarle que no iban a delatarlos, simplemente querían una vida mas
tranquila, pero su padre no se arriesgó. Iris vió con sus propios ojos la ejecución de su madre. Al ver eso, Iris delató la red y al poco rato, hubo una redada. Cuando se dieron cuenta de lo que Iris había hecho, los hombres de su padre intentaron matarla a ella también. Tras un forcejeo, consiguió escapar.
¿Qué iba a pasar con ella ahora? Ya era mayor de edad legalmente, el Estado no iba a hacerse cargo de ella. Pensó en retomar los estudios, y casi se ríe al pensar en ella en la Universidad como si nada. Tal vez debería preguntarle a Adam si podía quedarse en su casa por un tiempo. Pensó en Adam. Se sentía
culpable por no haberle llamado, aunque sabía que no podía hacerlo. No quería ponerlo en peligro más de lo que lo hizo al ser su amiga. Mientras pensaba en su futuro, se quedó dormida. Tal vez, ahora que todo había acabado, podría vivir una vida tranquila como su madre habría querido.

                                                                                                    Carmen Padilla Sánchez 3ºESO-A

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