miércoles, 2 de noviembre de 2022

Álbum


No escuchas nada. No ves nada. Tratas de abrir los ojos desconcertado, y dejas de ver negro para observar que todo lo que hay a tu alrededor es blanco, menos una bombilla cuyo cable es infinito, una manta, una puerta y un portátil.

Te incorporas y lo primero que te llama la atención es como vas vestido.

-Pantalones cortos con rayas y tirantes negros-. Van a juego con el oscuro color de tu pelo corto.

-No hace frío ni hace calor-.

Es cierto, pero no parece lo suficientemente importante como para preocuparte, de hecho parece que ya estás familiarizado con el entorno en el que te acabas de despertar.

Dejas de ver aquel extenso blanco, que parece no tener final, por un momento para comenzar a investigar los objetos de los que dispones, después de todo son lo único a lo que le puedes dar forma en ese vacío que te rodea.

Primero la manta, después el portátil, que parecía no funcionar, y acto seguido...

-Una puerta blanca-.

Efectivamente, aquel trozo blanco de madera con un redondo pomo es lo que más llama tu atención.

-¿Una puerta blanca?-.

Tras observarla durante unos momentos, te dispones a ir hacia ella dejándolo todo atrás.

Tocas el pomo, y en el instante en el que lo haces te quedas petrificado. No quieres dejar aquel extraño y curioso mundo en el que estabas, pero, ¿y si lo que hay tras la puerta es mejor?

Aquel razonamiento te basta para girar el pomo con determinación y cerrar los ojos antes de pasar por debajo del marco y empezar a escuchar una alegre melodía.

...

La melodía se intensifica mientras tus ojos se acostumbran a ver un enorme cúmulo de colores.

Logras distinguir tres voces familiares que te dan una cálida bienvenida a ese nuevo espacio que había tras la puerta, y parece que el episodio de neutralidad de hace apenas unos minutos es contrastado con emociones de todo tipo.

Tras la puerta hay un cielo de noche clara con estrellas, pero a la vez es una habitación con relojes, flores, y juguetes diversos, como si fuese la habitación de algún niño pequeño.

Las voces proceden de tres niños, que aparentan unos doce años cada uno, menos el más alto, que parece ser algo más mayor. Te hacen señales con los brazos extendidos.

A medida que te acercas, escuchas como hablan entre si, casi a gritos.

-Chicos, ¡Nero ha vuelto!-. Dice el niño más bajito, que parece llevar una camiseta mal cosida de cuadros. Su pelo llama la atención por ser muy despeinado, marrón y de longitud media.

-¿Nero? Menos mal, me comenzaba a preocupar por él-. Contesta inmediatamente el chico mayor. Este resalta por ser notablemente más alto que los otros 2 y tener el pelo bastante más corto, a pesar de ser del mismo color que el anterior chaval. Este modela una especie de pijama de rayas azules claro.

-Pff, ¡por mí como si no hubiese venido nunca!-. Termina de rematar una chica mientras se ajusta el lazo rosa de su largo pelo negro con aires de superioridad. En sus ojos se refleja que en verdad sí esta emocionada por el retorno del chico.

No encajas nada con este lugar, ni tu ropa, ni tu personalidad, ni tú, pero decides darle otra oportunidad.

Te acercas a ellos tratando de levantar la mano para hacer una acción parecida a la de un saludo, pero no lo consigues, y cuando ya estás a punto de llegar a tu destino, el niño de la camiseta a cuadros salta encima tuya, haciendo que caigas instantáneamente.

-¡Venganza por no haber venido antes a visitarnos!-. Ríe mientras te aplasta contra el suelo, dejándote ver el precioso cielo estrellado con más detalle.

-KEL, no le hagas eso a Nero, no creo que sea lo más educado cuando llevamos 2 años sin vernos-. Reclama el más alto.

¿2 años? Eso es mucho más de lo que recuerdo.

Bueno, realmente no recuerdas nada antes del espacio en blanco.

-Venga ya HERO, ¡seguimos siendo amigos de la infancia!-. Resopla KEL, aunque al final cede y se levanta para volver a tirarse a 2 cm de ti.

Cada cosa te resulta más confusa que la anterior.

-Callaros los 2, recordad que aún falta BIANCO por venir para que estemos todos-. Salta la niña del lazo en medio de la pelea entre los dos chicos.

-Oh, ELI tiene razón, Nero, ¿recuerdas a BIANCO?-. HERO te lanza la pregunta directamente, esperando una respuesta por tu parte.

Mueves la cabeza hacia abajo y la subes rápidamente, como para confirmar que recuerdas a BIANCO, aunque realmente no eres capaz de imaginar su cara, solo un vago recuerdo de su personalidad.

Tras responder la pregunta de HERO, miras que un poco más atrás de él se encuentra una oscura puerta, totalmente opuesta a de la que habías salido. Al venirte este pensamiento de similitud, giras hacia la pared detrás de ti, pero no encuentras nada parecido a una puerta. Solo un papel pintado color morado que rodea la habitación.

Logras fusionarte con el ambiente por un par de horas, aunque gracias al contraste entre personalidades, resultas ser bastante invisible en esa habitación, simplemente eres distinto.

-Hmm, ya llevamos aquí un rato, BIANCO debería llegar en no much...-. Suenan 3 toques suaves mientras HERO termina su frase.

-Vaya, eso no me lo esperaba, ¡Ábrele la puerta, ELI!-. KEL, estando aún tirado señala la puerta e inmediatamente ELI deja pasar al desconocido tras de ella.

Tu mirada se desvía inmediatamente a la preciosa corona de flores que rodea la cabeza de aquel chico, los colores rojo y rosa de las plantas combinan muy bien con su pelo rubio. Tiene 2 pequeños mechones que caen en el lugar de las patillas, sin embargo, en la zona de la nuca y parte trasera de la cabeza tiene un simétrico corte, que hace que estos resalten aún más.

Otro dato que te hace desviar la mirada a más abajo es el álbum de fotos que carga consigo, que parece estar bastante lleno.

-BIANCO, ¡mira quién está aquí hoy para acompañarnos!-. Saluda ELI tras cerrar la puerta, señalándote.

BIANCO se ve muy calmado y distraído al entrar, tanto que no parece notar tu presencia, y como es normal cuando llegas a un lugar, saluda a todos los allí presentes con una sonrisa que mueve su cara de forma que casi no se le ven los ojos.

Hasta que llega a ti.

Su cara pasa de ser feliz y calmada a una mezcla entre sonrisa nerviosa y preocupación.

-¿N-Nero...?-. Retrocede un paso, pero sigue con su intento de saludo nervioso.

No entiendes el porqué de esas emociones, pero sí que te fijas en que intenta esconder su álbum de fotos todo lo posible.

-Entonces, ya que estamos todos, ¿podemos comenzar a ver el álbum de BIANCO?-. Dice HERO en el momento más oportuno, logrando cortar un poco de tensión sin darse cuenta.

-C-Creo que he no deberíamos ha-hacerlo... E-es decir, no lo he ordenado antes de venir-. Otra mentira algo difícil de creer, sigues desconcertado con la situación.

-Que más da, como si no fuésemos nosotros los que salimos en las fotos, ¡JA!-. Remata KEL, haciendo que el plan inicial se mantenga a pesar de la sugerencia de BIANCO.

BIANCO parece aceptar su derrota, y decide ir junto a todos a la mesa de una de las esquinas de la habitación. Desafortunadamente, la única silla que quedaba libre era la de tu derecha, obligándole así a sentarse junto a ti.

Una vez el álbum está encima de la mesa, y todos estáis reunidos, comienzas a sentir algo de malestar, pero no dices nada y comienzan a abrir el libro de fotos.

Pasan las páginas.

Todos comienzan a reírse, señalan con el dedo diversos lugares mientras explican anécdotas.

Todos parecen estar pasándolo bien.

Menos tú. Tú y BIANCO.

Tu malestar va aumentando a medida que las páginas pasan. No entiendes nada.

Todas las páginas son negras.

Te levantas rápidamente, los chicos parecen no notarlo pero tu corres hacia una esquina y te quedas paralizado un tiempo.

De repente notas a alguien detrás de ti.

¿Bianco?

-¿Tú también las ves así, Nero?-. Su cara sigue siendo de preocupación, de fobia, de ansiedad, pero a la vez notas que hay algo que le reconforta.

No está solo. No es el único que no ve nada en esas páginas.

Levantas la cabeza y te giras hacia él, ¿puedes intentar preguntarle?, que va, no has dicho una sola palabra hasta ahora, se te dificulta decir apenas una vocal.

Poco a poco la leve música que sonaba de fondo va subiendo de volúmen, el cielo deja de ser estrellado y se convierte en negro, los juguetes desaparecen poco a poco, pero los chicos siguen sentados en la mesa, riendo como si no ocurriese nada.

El malestar sigue aumentando, logras identificar otro sentimiento que ha estado en ti desde que cruzaste la puerta, pero que ha ido incrementando con el tiempo.

El sentimiento de soledad

La única persona que parece sentir lo mismo, algo parecido, una pequeña similitud, es BIANCO.

Pero mientras estabas absorto en tus pensamientos y sentimientos, BIANCO ha llegado hasta la puerta negra por la que había entrado, y estaba a punto de salir.

Hay una última frase que BIANCO alcanza a decirte antes de cruzar la puerta.

-Es difícil explicar lo que es la soledad cuando no tienes a nadie que te escuche, ¿no?-.

BIANCO deja la puerta cerrarse mientras avanza.

Tu cabeza comienza a ver colores en todos lados, no logras identificar nada, ni dónde, ni cuando, ni porqué.

Te acabas desmayando.

...

Cuando despiertas...

No escuchas nada. No ves nada. Tratas de abrir los ojos desconcertado, y dejas de ver negro para observar que todo lo que hay a tu alrededor es blanco, menos una bombilla cuyo cable es infinito, una manta, una puerta y un portátil.

                                                                                        Alfonse Rodríguez Morales 3ºESO-A

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