miércoles, 2 de noviembre de 2022

El descendiente restringido

Varias semanas estuvo la carta sobre la mesa hasta que por fin me decidí a abrirla. Estaba dentro de un sobre color café, y en su esquina había un sello bastante raro, nunca lo había visto. Al parecer, la carta fue escrita en el sur de Escocia por un anónimo. “Voy a por tí, no trates de esconderte”.

Esa oración me dejó pensativo durante varios minutos. Al principio pensé que sería una broma, pero esa extraña caligrafía y ese sello tan poco habitual, me hacía dudar sobre la intención de este individuo. En el hipotético caso de que esta carta sea real, ¿cuál es la razón que hace a esa persona escribirme tan agresivamente? Justo este último mes ha sido el más tranquilo del año y en ningún momento he tenido problema con algo o alguien. A no ser que… pero no, eso era muy poco probable. No pude sacar conclusión alguna, así que guardé la carta bajo llave y salí afuera a tomar el sol y relajarme un poco.

Todo me volvió a quebrar la mente, Londres, la ciudad más importante del Reino Unido, tan poblada y ruidosa, no tenía ninguna posibilidad de transmitir un profundo silencio. Parecía que todo el mundo había acordado permanecer en casa ese día.

Ya por tercera vez en menos de veinticuatro horas, me asusté de nuevo. Un hombre alto, joven y misterioso permanecía quieto y de pie en la esquina más cercana de donde yo me situaba. Él iba vestido con un traje de chaqueta gris y una elegante corbata burdeos. De repente, empezó a andar hacia mí, y paró a medio metro de distancia, permaneció diez segundos en puro silencio. De cerca, parecía incluso mucho más atractivo y llamativo, poseía unos ojos marrones color café, al igual que el sobre de esa carta…

“¿Perdóneme usted, esto le pertenece?”, fue lo que primero hizo salir de sus labios, luego, sacó de sus bolsillos aquel sobre que yo mismo había guardado bajo llave hacía ya un rato. Quedé asombrado, ¿cómo era esto posible? "Sí, eso es mío", fue lo que respondí. El hombre me dio en las manos la carta y empezó a caminar en dirección contraria. Apenas dobló la esquina, eché a correr hacia casa para volver a meter la carta en el cajón.

Decidí permanecer en casa, aquel día estaba resultando bastante raro. De haber sabido que cosas extrañas iban a suceder, no habría abierto la carta. Unas horas después pensé, ¿y si voy a la oficina de policía e informo lo que me está pasando? Pero de repente un mensaje de texto llegó a mi móvil que decía: "No te vayas demasiado lejos, ya estoy cerca". Entré en pánico, qué es lo que yo había hecho.

Diez segundos después de haber leído el mensaje, me asomé a la ventana y vi otra vez a aquel hombre. Permanecía quieto al otro lado de la calle con una enorme mochila, parecía estar enfadado. Empezó a caminar hasta la puerta de la entrada, en cuanto llegó, gritó: "¡ABRA USTED LA PUERTA WILLIAM BRUCE!" Él sabía mi nombre a la perfección, osea que probablemente ya le habrían hablado de mí y de mi familia…

"¡NO ME OBLIGUE A TIRAR LA PUERTA ABAJO!", gritó. Ni se me ocurriría la idea de dejar pasar a mi casa a ese hombre, ahora mismo parecía estar realmente loco. Fui corriendo hasta la habitación para poder esconderme, y desde allí grité: "¡¿QUÉ ES LO QUE USTED QUIERE DE MÍ!?" Esperé a una respuesta clara y concreta, y así fue, porque lo que este señor quería de mí era acabar con todos los Bruce que quedábamos en el país.

Mi familia paterna, hace varias décadas era una familia muy importante en el Reino Unido. Poseía una de las empresas más notables en el mundo, y tenía una gran relación con la familia real británica. Por ello, mi padre, mi tío y mi abuelo, quisieron hacerse con el poder absoluto en el territorio para hacerse dueños del país. Fallaron, aquel golpe de estado hizo que el resto de la familia debiera ocultar su verdadera identidad para no ser capturados. El país entero nos ve como una amenaza que debe ser censurada y tratan de buscarnos para condenar aquel intento de toma de poder. 

Hace varios años que vivo en Londres y he conseguido falsificar mi nombre, cambiar mi número de teléfono, cambiar el pasaporte por si me viese obligado a salir del país, y he conseguido un trabajo como bibliotecario en una zona algo más apartada de la ciudad. Pero finalmente me han encontrado.

Me parece injusto que por culpa de familiares tengan que venir a por mí y condenarme por el simple hecho de ser un descendiente de este asqueroso apellido. 

"¡SEÑOR WILLIAM BRUCE, ES LA ÚLTIMA VEZ QUE SE LO VOY A REPETIR, ABRA LA PUERTA Y DÉJEME PASAR!" Al parecer no iba a abandonar. Tras unos segundos de un tenso silencio, se escuchó como una bomba reventó la puerta y partes de las paredes, las ventanas y la decoración interior.

El señor entró, me obligó a salir de mi hogar y a subirme a la furgoneta negra que permanecía aparcada en el callejón de al lado de mi casa. Tenía que idealizar un plan para poder escapar o me condenarían a cadena perpetua. 

Sin tener más que elegir, ahorqué y maté a este señor de chaqueta gris. Me puse al volante y volví hacia mi casa para recoger mis posesiones más fundamentales e importantes, entre ellas la carta para no dejar rastro, y dirigirme hacia el aeropuerto.

Allí cogí un vuelo hacia Austria y ya por fin me liberé de la policía de este maldito país. Decidí construir un nuevo estilo de vida, aunque me llevó bastante tiempo poder volver a cambiarme el nombre, hacer un nuevo pasaporte y conseguir un trabajo simple y humilde.

Me fue bastante bien durante un tiempo, espero no volver a tener otro problema relacionado con el pasado de mi asquerosa familia.

                                                                            José Lozano García 3ºESO-B

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