miércoles, 2 de noviembre de 2022

Regreso al pasado

 


En ocho años nunca había vuelto a aquel pueblo que, sin saber porque, me tenía tan asustada. No tenía ningún mal recuerdo de aquel lugar, o por lo menos, eso pensaba. Un día empecé a conducir y sin saber cómo acabé allí. Volví a aquella vieja y oscura casa que apenas recordaba y, en lo poco que recordaba, no había nada relevante.


Empecé a dar vueltas por el interior de la casa intentando buscar alguna foto o algún objeto que me recordara algo de lo que había pasado en aquel lugar. Lo único que recuerdo, es que estuve en aquella casa por lo menos dieciocho años y que en cuanto pude ahorrar el dinero que necesitaba me fui, dejando atrás a mi familia de acogida ya que lo único que hacían era darme razones para salir de allí. Dejé aquella casa sin mirar atrás y en el momento en el que salí de aquel pueblo deje el miedo entre aquellas paredes blancas y sucias que ya ni recordaba, lo único que recuerdo de ese momento es que fue la primera vez en mucho tiempo que me sentí libre.


Ahora mismo me cuesta creer que no recordara nada de eso ya que estuve en esa casa prácticamente toda mi vida. Fui hasta donde estaba mi antigua habitación por si había algo que recordara lo que había pasado, pero, cuando llegué no había absolutamente nada, solo una vieja estantería con libros viejos y llenos de polvo en los que apenas se distinguía el título. También había una vieja cama, mire debajo de ella pero lo único que encontré fue más y más polvo e incluso telarañas. Fui a la habitación de mis padres adoptivos y al igual que en mi habitación no encontré nada, era como si todo lo de aquella casa hubiese desaparecido por arte de magia.


En ese momento no entendía nada de lo que estaba pasando y decidí salir a la calle para ver si había alguien que me resultara conocido. Cuando salí lo primero que pensé fue en ir a la casa de mi vecina, pero recordé que la vecina se había mudado hace años. Me monté en el coche y fui conduciendo hasta la plaza del pueblo, y cuando llegué me encontré una gran pancarta sucia y llena de barro en la que ponía: “Si estás leyendo esto corre o irá a por ti”.

Cuando terminé de leer esa frase decidí ir al ayuntamiento. Mientras iba hacía allí pensé que era muy extraño no haberme encontrado con nadie. Cuando llegué al ayuntamiento, para mi sorpresa no había nadie. Solo estaba ese viejo edificio medio en ruinas lleno de grietas. Las puertas estaban abiertas y entre. Por dentro estaba aún peor que por fuera, estaba lleno de polvo y de telarañas, el suelo estaba lleno de papeles, las ventanas estaban cerradas y las puertas de los despachos abiertas.



Fui al despacho del alcalde para ver si encontraba alguna prueba de lo que había pasado en el pueblo. Cuando llegué estaba todo muy oscuro y decidí abrir la ventana ya que todavía era de día. Mire en la mesa, en todos los cajones y en los armarios. Lo único que encontré fue una nota que decía: “Si alguien encuentra esto por favor que llame a alguien que nos ayude”. 

En ese momento empecé a asustarme y salí corriendo de allí y me fui andando hasta el  centro de la plaza. Cuando estaba decidida a irme de allí y a no volver nunca, lo ví. Lo reconocí inmediatamente y eché a correr tras él, pero lo perdí al dar la vuelta a una esquina. Era Andrés, el único amigo que recordaba de allí. Volví al coche y empecé a dar vueltas por todo el pueblo pero no lo encontré. Estuve pensando mucho rato donde podía buscarlo, de repente me acordé del lugar al que íbamos cuando queríamos estar solos, la casa del

bosque. Fui corriendo hacia allí y cuando llegué subí las escaleras y allí estaba, en un rincón, fui corriendo hacia él y lo abrace. Él seguía igual que siempre, con su pelo castaño pero también un poco rubio y con sus ojos marrones y  azules.

 

Enseguida después de abrazarlo le pregunté qué había pasado y él me dijo que me lo iba a contar todo pero antes teníamos que salir de allí. Nos metimos en el coche y empezó a contarme todo lo que había pasado.  Me pregunto si recordaba el circo que había al lado del pueblo y le dije que recordaba muy pocas cosas de ese lugar y que no me acordaba de

ningún circo. Me dijo que parara el coche y que le dejara conducir, que me iba a llevar hasta ese sitio. 


Cuando llegamos empecé a recordar cosas, le dije que ya sabía porque le tenía tanto miedo al pueblo. Todo era por aquel circo. Fui recordando día a día todo lo que pasó allí. Andrés me preguntó qué era lo que recordaba. Le dije que recordaba a los integrantes del circo y algunas desapariciones de niños pero, nada más. Andrés me miró sorprendido y me empezó a contar lo que pasó el día que fui con él al circo. Me dijo que durante el espectáculo los integrantes del circo escogieron a ocho personas del público para que salieran a hacer un número especial. Uno de los elegidos era nuestro amigo Julio. Al principio todo iba bien pero de pronto empezó a sonar una música rara. Sacaron un cuchillo y cerraron la carpa del circo. Empezaron a matar a gente, entre ellos a Julio, tú y yo fuimos unos de los únicos supervivientes. Pero la policía no cogió a todos los integrantes del circo, uno de ellos escapó. Después de todo eso me dijo que a los dos días me fui del pueblo.


Yo me quedé sorprendida porque no recordaba nada de aquello hasta que él me lo contó.

Le dije ahora que me contara qué había pasado en el pueblo. Me dijo que hace una semana empezaron otra vez las desapariciones, el alcalde no sabía qué hacer y no podía pedir ayuda ya que habían cortado la línea telefónica. Tampoco podíamos salir del pueblo porque ellos estaban vigilando las salidas. Le corté un momento y le pregunté quiénes eran ellos. Me dijo que uno de ellos era el integrante del circo que escapó y los demás eran gente que él había reclutado para vengarse del pueblo por no haber podido matar a todas las personas de la carpa. Yo puse un cartel en la plaza por si alguien venía por aquí y el alcalde dejó una nota pidiendo ayuda antes de desaparecer. El único que queda soy yo y por eso tenemos que irnos ya. Corrimos hasta el coche y una vez dentro empezamos a escuchar ruidos. Venían detrás nuestra. Pisé el acelerador y nos fuimos de aquel pueblo para no volver nunca más. Cuando llegamos a la ciudad en la que yo vivía intentamos avisar a la policía pero no nos creyeron.


Lo único que podíamos hacer era seguir con nuestras vidas, aunque, cada día me levanté pensando si seguirán allí o si nos estarán buscando. Supongo que nunca lo sabré, a no ser que… un día vengan a buscarnos para acabar lo que empezaron hace años.

                                                                        Claudia Guerrero Juárez 3ºESO-D

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