jueves, 4 de noviembre de 2021

Asesinato por encargo

 

El día en que lo iban a matar, Santiago se levantó muy temprano como todos los días…

Santiago, estaba condenado a pena de muerte por el asesinato de Sarah, la hermana del Presidente de los Estados Unidos de América y de tres de sus guardaespaldas en un acto electoral. 


El asesinato fue rápido… el asesino subió al escenario por la parte de atrás y se dirigió directamente hacia la primera víctima, la hermana del presidente y disparó sin compasión alguna, salió corriendo y tres guardaespaldas lo persiguieron, pero antes de que pudieran hacer nada cada uno tenía ya un disparo en la frente. 


En las grabaciones de la escena, no se veía nada, solamente que el asesino iba vestido con unos vaqueros, una camiseta blanca y un pasamontaña con el que no se le reconocía, sólo se apreciaba que era un hombre alto y de complexión fuerte, físico que concuerda perfectamente con el de Santiago.


Cuando fue interrogado declaró que no estuvo presente en ese evento, que estuvo tranquilamente en su casa y que sólo salió de ella para comprar en la carnicería de su barrio. 


El Presidente, al ver las imágenes y ver que el aspecto del asesino concordaba con el de Santiago lo acusó porque era la expareja de su hermana y cuando rompieron la relación, Santiago y Sarah tuvieron una fuerte discusión en las que ambos se hicieron graves amenazas y de la que fue testigo el propio Presidente y todo el país, pues ocurrió en un mitin en el que estaban grabando todas las televisiones del país


Roberto, padre de Santiago cree en la inocencia absoluta de su hijo desde el primer momento en el que fue acusado y desde entonces se dedica día y noche a buscar pruebas que demuestren la verdad de lo sucedido ese fatídico día en el que su hijo fue acusado de tan terrible crimen y que sirvan para recurrir la sentencia que le condenaba a muerte. 


Pero ese día tan temido había llegado…  A las 10:00 de la mañana, como todos los días el guarda de la prisión entró en la minúscula y claustrofóbica celda en la que Santiago cumplía condena, se encontraba cansado, porque no había dormido nada de la angustia de saber que su muerte era inminente.


Mientras tanto su padre en un último intento por salvar la vida de su hijo, hablaba con el dueño de la carnicería en la que Santiago afirmaba estar la mañana del crimen. La carnicería tuvo que cerrarse después del crimen pues al aparecer el nombre del establecimiento en todas las noticias la gente dejó de ir pues se cundió el rumor de que allí se planeó el crimen.

Pero realmente la única información que el dueño le podía dar al padre, era el nombre del dependiente que ese día estaba trabajando en el negocio, Josh Smith William

Con esta información Roberto se dirige al registro y allí le dan un número de teléfono para intentar localizar al empleado y que este le pudiera aportar algún dato de su hijo de la mañana del asesinato.


Roberto llama a este número y Josh le coge el teléfono. El padre le cuenta su desesperada situación y le pide al dependiente que por favor intente recordar si ese día había entrado en la carnicería alguna persona con la descripción de su hijo. Josh le dice que sí, que casualmente esa misma mañana, habían entrado en el establecimiento dos personas muy parecidas, una era alta y fuerte y vestía camiseta blanca, pantalones vaqueros y deportivas blancas y la otra persona era alta, fuerte y vestía camiseta blanca, vaqueros y zapatillas negras. Esta coincidencia llamó mucho la atención de Roberto y sospechó que alguien había tendido una trampa a su hijo. Sospechaba que alguien había estado espiando a su hijo con la intención de hacerse pasar por él y con su aspecto cometer el asesinato.


   Como Santiago tenía cámaras de vigilancia en su casa Roberto le pide a Josh que quede con él para ir a la casa y echarles un vistazo a, por si en ellas pudieran ver algo sospechoso. Se ven en la casa y empiezan a visionar las cámaras del día del asesinato. 


En un momento Roberto observa un extraño movimiento en la cortina del salón, hace un zoom y tras la cortina se aprecia la silueta de un hombre con deportivas negras. A Santiago en ese mismo momento se le ve en la cámara de la cocina cocinando vestido con camiseta blanca, pantalones vaqueros y deportivas blancas. Ahí tenía la prueba que durante tantos años había buscado para demostrar la inocencia de su hijo.


Roberto le pide a Josh que lo acompañe al juzgado para llevarle las grabaciones al juez. Casualmente el coche de Roberto estaba averiado; y le pide a Josh si pueden ir en su coche. Josh cede, pero su actitud cordial va cambiando por una actitud con evidentes signos de nerviosismo. Se dirigen al juzgado, pero a Roberto le extraña el camino por el que están yendo.


A Roberto le empieza a preocupar la situación, el camino que han cogido no lleva a los juzgados. Josh, cada vez mas nervioso conduce de forma temeraria… Roberto le observa y ve un gran parecido físico con su hijo. Sin que Josh le vea, Roberto manda un WhatsApp al jefe de policía con un SOS y su ubicación.


  Josh le pide a Roberto que baje del coche y nada más bajar apunta a Roberto con una pistola en la cabeza. Le pide que obedezca o correrá la misma suerte que Sarah… De repente la policía aparece y detienen a Josh.


Roberto pide al jefe de policía que lleven a Josh a declarar ante el juez. La hora de la ejecución estaba llegando. Josh al verse acorralado decide confesar.


Había sido contratado por el otro candidato a la presidencia, Harry Maguire, para acabar con la vida de la hermana del actual presidente para forzar la dimisión de éste. 

Como la discusión entre Santiago y Sarah había sido noticia en todos los programas de televisión, Harry espió a Santiago y buscó en su circulo alguien parecido a él capaz de cometer el crimen y allí en la carnicería en la que habitualmente compraba Santiago, dio con Josh, un conocido sicario que casualmente tenía un gran parecido con Santiago.


El juez de forma inmediata liberó a Santiago a escasos diez minutos de su ejecución. El empeño de su padre por fin había conseguido demostrar la inocencia de Santiago y gracias a Dios ese día la silla permaneció vacía…


                                            Joaquín Gracia Bernete (3ºESO-A)

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