lunes, 1 de noviembre de 2021

Aquella caja


Al día siguiente, me despertó el sonido de mi alarma. Estaba muy cansada por la noche anterior; era sábado por la mañana y tenía ganas de abrir la caja. De repente sonó el timbre, me sorprendí ya que no esperaba visitas, bajé las escaleras y abrí la puerta. Una chica que no sabía quién era me saludó y me preguntó si podía entrar para hablar sobre un tema muy importante. Se llamaba Olivia y me dijo que me había visto salir de la casa la noche anterior. Por un momento me asusté y ella lo notó. Me dijo que estuviera tranquila, que esa casa llevaba ya tiempo abandonada, y a veces la gente hacía fiestas allí. En ese momento pensé que la caja que recogí solo era una caja de botellas de alcohol de adolescentes, pero se me pasó ese pensamiento cuando recordé el ruido que escuché anoche. Pensé que no podría ser solo eso y le quise preguntar pero, antes de yo decir nada, sacó un papel de su bolsillo y un lápiz, apuntó una serie de números:

-Toma mi número por si acaso, dijo con una sonrisa. Se levantó y se marchó por donde había entrado

 Empezaba a tener muchas dudas, sabía que había cogido esa caja, por que entro sin sentido alguno y parecía que me tenía que decir algo importante. No quise torturarme con extraños pensamientos. Me levanté de la mesa y me puse a hacer un café, como todas las mañanas. Después decidí ordenar toda la casa  y cuando me acerqué a la habitación, me paralizó el miedo y no quise entrar. Me armé de valor y finalment lo hice. No se había movido nada de su sitio. Me quedé muy sorprendida. Ayer se escucharon dos golpes en esa habitación. Decidí hacer un experimento. Antes de abrir la caja, la cogí y la cambié de habitación.

Esperé a la noche. Fui directa a esa habitación, abrí la puerta sin pensar en lo que podría encontrar. Sorprendentemente encontré la ventana abierta y me quedé, como si fuera una loca, quieta en la habitación parada en frente de la ventana viendo si había alguien cerca. Pude ver una figura pero era un gato, o eso pensé al principio. Por fin me decidí a abrir la caja pero alguien tiró una piedra a mi ventana. Me asusté mucho, fui corriendo a la ventana, pero la persona que tiro la piedra era más rápida que yo, así que solo cogí la piedra y vi que tenía una nota: “no abras esa caja es peligrosa”.  Me asusté por un momento y me puse a pensar de nuevo, qué de peligroso podría tener una simple caja, una caja de madera. Quise abrirla, pero algo me decía que mejor no, me bloqueé y me tuve que ir de la habitación.

  Como no podía dormir, me fui a ver la televisión. Había una película que hacía tiempo no veía y sin darme cuenta  me dormí. A la mañana siguiente, me desperté, pero esta vez no por mi teléfono, sino por un ruido en la habitación. Estaba ya cansada y por eso me acerqué lentamente a la habitación. Se escuchaba a alguien tras la puerta, me asusté y pensé en llamar a la policía, pero no había tiempo. Abrí la puerta de golpe y me sorprendí al ver a un chico más o menos de mi edad, más alto que yo, intentando abrir la caja, pero no podía. El chico también se quedó quieto sin decir nada, se acercó y le pregunté que si fue el de la piedra.  Me dijo que sí. Me comentó que la caja era muy peligrosa, pero dependía de en qué manos cayese y que tenía un gran poder para dominar a todos.  Pensé que era broma.

Aún me pregunto para qué quería en verdad la caja, qué tiene de bueno dominar a la gente; no podría caer en manos de cualquiera. No dijo nada más. Le insistí en que tendría que irse de mi casa o llamaría a la policía. Vi cómo se asustó y se fue rápidamente. Volví a la habitación, cerré la ventana, y me quedé en silencio mirando esa caja…  

                                                                    Lola Prieto Crespón (3ºESO-A)

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