martes, 16 de enero de 2024

Paranoia

                                      

La muchacha abrió los ojos desconcertada. No recordaba nada. Ni su nombre, ni su edad, ni sus señas. Estaba maniatada y con un saco de tela sobre la cabeza. Recordó lo que había pasado hace unas horas atrás, recordó cómo ayudó a un hombre a subir del sofá a la camioneta y cómo tras ayudarlo, el hombre, cerró las puertas del furgón con ella dentro y le colocó un pañuelo con anestésico en la cara.

Sólo podía escuchar como crujían las maderas el suelo mientras ella forcejeaba en la silla, le llegó un olor agradable y que hacia la boca agua. Siguió forcejeando, pero no sirvió de nada; oyó una voz masculina, titubeante y amortiguada, probablemente por otro saco. La voz preguntó si había alguien allí, recibió varias respuestas de más personas que se encontraban en la misma situación que ella. Empezaron a compartir información entre ellos y hablaron de cómo el mismo hombre les había pedido diferentes favores y habían acabado en la misma situación, ella contó que serían en total unas tres personas, sentadas alrededor de lo que parecía una mesa. 

A todos les temblaba la voz del miedo y terror que sentían. Tras una media hora se pudo oír
de fondo una puerta cerrándose y unas llaves dejándose caer en algún recipiente. En el momento todos dejaron de hablar y se sintieron unos pasos alargados y rígidos dirigiéndose por el pasillo hasta dirigirse al salón donde estaban todos recluidos. La amenazadora figura llegó donde se encontraban. Pudo escuchar el desplazamiento de una prenda y una de las voces de antes gritando y exclamando. Tras unos segundos, pudo notar que la voz se apagaba y se convertía en gemidos y quejidos. 

El proceso se siguió repitiendo hasta que le tocó a ella. El mugriento saco de la cabeza se desplazó y pudo ver como otras dos personas estaban con un trapo tapándoles la boca a todos menos a otra persona que estaba en la otra punta de la mesa, también observó que estaban sentados alrededor de una mesa de madera, de calidad y decorada con velas y artículos navideños. La figura le colocó el trapo sobre la boca impidiéndole hablar, aunque ni siquiera lo intentó, después de hacerle el nudo y asegurarse de que todos los presentes estaban bien amordazados, se dirigió a la cabecera de la mesa donde se sentó y colocó un trapo en sus rodillas, tras esto y en completo silencio procedió a abrir la botella de vino de su izquierda y servirse en su copa, tras esto ofreció al resto de “comensales”. 

Llegó un fuerte olor de algún cuarto lo que suponía que era la cocina, el hombre se levantó
deprisa y desapareció tras la puerta de la cocina. La chica miró a la cara de todos los presentes y observó cómo el terror los invadía, algunos llorando, y se fijó en que la otra chica de la sala llevaba una peluca rubia y un maquillaje mal aplicado, que se derramaba con lo constantes sollozos de la chica. De los otros dos chicos, uno de ellos no se había despertado todavía y seguía con el saco en la cabeza, mientras que el otro solo tenía la mirada perdida en el miedo y terror que se reflejaba en sus ojos. 

Se dispuso a buscar alguna salía, pero era inútil pues estaba maniatada y sin posibilidad de
movimiento alguno, se fijó en la decoración navideña en busca de algo que pudiera usar para escapar, se fijó en los marcos de fotos de la estantería y observó al hombre con una mujer de su edad que, supuso, era su mujer. En la foto se veía también a tres niños, una niña rubia, un chico de pelo corto y castaño y otro de pelo largo y negro, además de cuadros de bordado en los que ponía el nombre de Clarice. No le dio mucha importancia.

El hombre volvió de la cocina con las manos ocupadas por un pavo al horno en su punto justo, lo colocó en la mesa mientras hablaba para sí mismo sobre si había puesto suficiente sal o si había sazonado bien la carne. Tras colocar el pavo en el centro retiró las velas de la mesa y siguió trayendo comida. Cuando hubo terminado de colocar la comida cogió un cuchillo y se dirigió al chico que no había despertado y le quitó las ataduras de las manos pero no de los pies, fue uno por uno haciendo lo mismo si ninguna prisa, después de quitar las ataduras que les impedía mover los brazos, les quitó las mordazas a todos menos a la chica de la peluca, cuando estuvo en frente suya le cogió la cara con una mano apretando en sus mejillas y diciendo con voz ronca que si no se portaba bien la castigaría en su cuarto, después de decirle esto le quitó la mordaza y la chica dejó de sollozar y quejarse. El hombre se miró las manos y vio que las tenía manchadas del maquillaje de la chica. Lanzando una maldición se dirigió a otra habitación que sería el baño, pues se escuchaba el grifo de
fondo, lanzó otra maldición dese el baño, salió de este empapado. 

Se dirigió de nuevo al salón e informó de que volvía enseguida. Subió las escaleras y cerró una puerta. En cuanto se escuchó la puerta, el chico de pelo largo agarró el cuchillo de la mantequilla y procedió a liberarse los pies, se levantó y liberó a la chica de la peluca y a nuestra protagonista. Hizo una señal de silencio y buscó por la casa alguna salida. Fue a la puerta por la que el hombre había entrado, pero estaba cerrada y no encontraban la llave, así que desistió y procedió a buscar algún instrumento defenderse pero no había nada afilado por lo que paso a su última alternativa, buscar una forma de llamar a la policía, abriendo un cajón de la encimera encontró un viejo teléfono, lo encendió y tuvo suerte pues tenía batería y cobertura vio mensajes guardados, no pudo resistirse a la tentación y puso los mensajes de un tal Steve. En este se escuchaba a un hombre diciendo: 

“oye Nolan, sé que lo estas pasando mal pero no fue culpa tuya, tu patrulla no estaba por la zona de tu casa y la que debería estar por la zona estaba de descanso, además los ladrones entraron sin hacer ruido, tu familia no podría haberlos escuchado y se encontraron por
sorpresa dispararon y… bueno ya sabes. Están todos preocupados por ti en la comisaria, llámame cuando puedas”. 

Se miraron desconcertados y sin entender del todo la situación, tampoco tuvieron tiempo, la puerta de arriba se abrió y todos corrieron a las sillas para fingir. Nolan bajó por las escaleras ajustándose la corbata y hablando otra vez solo, cuando hubo bajado las escaleras dijo:

-Siento el retraso familia, pero podemos empezar ya la comida- Sirvió la comida en los platos con cara de preocupación y mirando a todos los lados a la vez. Se miraron entre todos sin saber muy bien que hacer, Nolan insistió en que empezaran a comer y así fue, pero antes de meterse la comida en la boca
Nolan exclamó:

- ¡PARAD! - seguido de estola figura del saco se levantó, sacó una pistola y
disparó a Nolan que cayó muerto en el suelo, entonces, por instinto, se
levantaron todos asustados el chico se quitó el saco de la cabeza y dijo:

- Agente Ryan fuerzas especiales- Todos se relajaron y bajaron la guardia sonó de fondo un coche de policías llegando a la localización, pero cuando estaban cerca Ryan abrió su chaqueta, cogió una radio y se comunico con el coche diciéndoles que todo estaba en orden, y el coche se fue. Todos le dieron las gracias al agente y más tarde llegaron otras patrullas de coches de los federales y la C.I.A y entraron con las armas en alto, pero al ver la situación las bajaron y preguntaron por lo ocurrido, una ambulancia llegó y los atendió a
todos.

Días después llamaron a nuestra protagonista de la comisaria para que testificara y para pasar por el interrogatorio. Llegó allí, entro a la sala se sentó en una silla bastante incomoda. El agente informo a la chica de que tuvo suerte de salir de ahí con vida y sin daños. La chica preguntó por los otros implicados y el agente con cara de preocupación dijo:

-Verá, señorita, a eso quería llegar, no es fácil decírselo, pero no se altere- La chica se preocupó y tuvo algunos mareos.

-Han encontrado a las otras víctimas muertas en sus domicilios- A la chica se le descompuso la cara al ver las fotos de las victimas muertas.

El guardia le indicó que pasara a otra sala donde un agente especial la interrogaría. Al entrar se le descompuso la cara al ver que el agente era Nolan. No pudo soportarlo y se fue corriendo por las puertas atravesando puertas y gritando como loca, unos policías la detuvieron y le pusieron las esposas. En una media hora llegó una ambulancia del psiquiátrico municipal y se la llevó mientras ella gritaba en descontrol y pidiendo que la dejaran ver a sus hijos de nuevo. Nolan se acercó a la puerta antes de que se fuera y dijo:

- No fue culpa tuya Clarice- No cesaron los gritos mientras era trasladada de nuevo al psiquiátrico.

                                                                                          Víctor Ruiz Gutiérrez 4ºE

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